Capítulo 11

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     Sentía en mi interior cosas raras, como mariposas drogadas que vuelan sin rumbo fijo. Eso era algo nuevo para mí y no sé por qué me encontraba flotando a unos cuantos centímetros del suelo. Splo sentía el viento golpear mi rostro y despeinar mi cabello. Estaba en la calle. Quema. Mi mano derecha ardía y sentía una presión soportable e incluso agradable.

    Solo recordaba unas cuantas cosas sin sentido. Estaba en una fiesta, de eso estaba segura. Pero de quién era la fiesta, ni lo sabía. Es más, juraría que había venido con alguien.

    Respiré profundamente para aclararme la mente y probé el sabor de mi boca: alcohol, sin duda. Una imagen me atravesó la mente. Dylan. ¿Por qué estaba pensando es ese insufrible? Había bebido y mucho. Y eso era raro  porque yo era de esas chicas buenas, que no hacen ese tipo de cosas.

"Debería estás avergonzada." 

Dijo mi conciencia, pero lo que me sorprendió es que no lo estaba.

    Aunque ese estado era penoso, disfrutaba. Pero aún no me explicaba de por qué me sentía en las nubes. Al menos estaba segura que estaba en el patio de atrás de alguna casa.

     Alcé mi rostro y vi a la luna y unas cuantas estrellas acompañándola. Abrí los brazos para abrazar a la luna. 

"Se ve que estoy muy borracha." 

Pero al hacerlo, o un intento, me di cuenta que mi mano derecha se sentía muy pesada. Algo me lo impedía, algo la retenía. Sentí otra vez el ardor y el calor en esa mano. Pero no podía enfocar bien mi vista, solo veía difuminadas sombras. 

    Pero me sentía bien y por eso me di por vencida. Intenté moverme pero algo me atrajo a la dirección contraria y vi una silueta oscura. En cuestión de segundos unos labios cálidos tocaron los míos. Aquello fue un detonante para mi éxtasis y un estallido para mi cabeza. Una sensación increíble me inundó por completo.


MÁS TARDE

    La luz del sol me despertó. Con malas pulgas y un dolor de cabeza tremendo, abrí un ojo. Aún no estaba decidida despertarme del todo. Estaba en una habitación. ¿Cómo había llegado ahí? 

    El dolor de la cabeza me mataba. Sentía otra vez el ardor en mi mano derecha. Decidí hundir mi cara en la almohada y volver a dormir. 

- Si quieres cierro la persiana - oí una voz a mi lado que me hablaba. 

- Ummm - gruñí aún con la cara en la almohada. 

    Con una contestación tan clara que había dado, me sorprendió que la habitación se volvía oscura. Ya sin el sol que me molestaba, me quede de lado en la cama. El otro lado de la cama sonó al tumbarse el sujeto que estaba conmigo. Una mano pesada me abrazó por la cintura y se pegó a mi espalda. El cálido aliento de él me hacía cosquillas en el cuello. 

- ¿Quien...? - empecé a preguntar pero otra vez unos labios cálidos tocaron los míos. 

    Y después de eso me caí en un profundo sueño.


DOS HORAS MÁS TARDE 

    El dolor de mi cabeza me despertó definitivamente. 

"Agua."

Necesitaba agua. Tenía la garganta seca y el sabor de alcohol no dejaba de matarme. Me levanté despacio, caminando hacia el baño como un zombi. 

Conociendo a Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora