Capítulo 23

294 44 13
                                    

Narra Shelley

    Nos quedamos los dos sin saber qué hacer o decir. La tormenta se volvió mas fuerte, mojando más a Dylan, si eso era posible.

    Nada de eso para mí tenía sentido. No entendía como era posible que Dylan estuviera ahí. En el culo del mundo. 

"¿No estaba en Italia?"

- Bueno, adiós - dijo Dylan dándose la vuelta como si nada.

    Me quedé a cuadros. ¿A dónde pensaba ir con esa lluvia?

- Dylan, espera.

    Ni puto caso. El moreno ya había salido fuera de la entrada de la casa, dirigiéndose al bosque. Un fuerte viento sopló y casi lo derrumba. 

"Este se va ha matar".

    Cogí las llaves y salí tras el. Sin importar lo mas mínimo que había salido en zapatillas de casa y pijama. Y también sin importar lo mas mínimo cargar una escopeta por todo el bosque. Lo mas normal que se podía encontrar en medio del bosque hoy en día, una chica en pijama con escopeta persiguiendo a un idiota testarudo.

- ¡Dylan vuelve!

    Dylan aumentó el ritmo. La fría lluvia me empapó en menos de un segundo. Pero no sabía por que la lluvia me daba una extraña y a la vez hermosa sensación de sentirme con vida.

    Gruñí por debajo y le seguí hasta adentrarnos en el bosque. Mis zapatos se llenaron de barro, es más, al ser gafe las veinticuatro horas del día, pisé un charco y acabé llena de barro. 

"Mi pijama favorito".

- ¡Dylan Kiliam O'Brien! ¡Como no te pares te juro que disparo! - le apunté con la escopeta.

    Había aprendido a disparar desde los diez años y no tenía ningún problema en utilizarla es ese mismo momento. No le iba a matar, como mucho le iba a dejar una cicatriz en el tobillo.

    Dylan se paró en seco, con una lentitud asombrosa se dio la vuelta para mirarme.

    Nuestras pintas deberían ser cómicas, si nos viera alguien. Llenos de barro y mojados a mas no poder. Dylan con una mochila en sus hombros, el pelo mojado le tapaba casi los ojos y estaba sucio de barro. Yo también destacaba con mi pijama pomposo de Winnie the Pooh, que ya no era pomposo por la lluvia, mis zapatillas de casa blancas, bueno, blancas era mucho que decir. El pelo mojado pegado a la cara, en una mano las llaves de la casa y la otra apuntando con la escopeta a Dylan. Seguramente estaba divina para una sesión de fotos con mi aspecto y pose.

    Empezaba a tener frío de estar ahí parados como subnormales. Decidí intentar tener una conversación adulta y delicada con el moreno.

- ¡Saco de estiércol vuelve a la casa ahora mismo si no quieres morir es este lugar de mierda!

- ¡¿Es así como serán las cosas?! ¡¿Amenazándome con un arma?! - gritó enfadado el moreno.

 "Vaya, mi manera delicada de comunicarme no ha funcionado" 

- ¡No te estoy amenazando, es una orden!

- ¡Pero si me quieres volar la cabeza con ese arma!

- ¿Tienes que ser siempre tan dramático?

- ¿Dramático yo? ¿Yo? Tu quieres que me muera, ¿verdad?

- No se cómo llegaste aquí, pero ya estas moviendo el culo de vuelta a mi casa.

- Me lo estoy pasando de fabula dando un paseo.

    Le miré incrédula. Esa pelea no tenia nada de sentido.

- ¿Por qué estamos peleando en medio de una tormenta?

- ¿Acaso te he dicho que me sigas hasta aquí? - preguntó sarcásticamente el moreno - Uno no puede ir a contemplar las vistas de este magnífico bosque.

    Dylan volvió a reiniciar la marcha.

- ¡Te he dicho que pares!

- ¡Y yo te estoy diciendo que quiero disfrutar de este día tan magnifico! - dejó caer su mochila al suelo enfadado.

- ¿Estas loco? ¡Si estas temblando por el frío! Y por si no te has dado cuenta, esta lloviendo idiota.

- ¡Es por la emoción de la excursión! Y no me van a matar un par de gotitas.

    Esto no iba a ningún lado.

- Dylan, por favor, volvamos a la casa.

- Prefiero quedarme aquí, gracias - dijo Dylan cruzándose de brazos.

    Esas palabras fueron como un puñal en el corazón. Sabía que las cosas no volverían a ser como antes. Lo entendía perfectamente. Pero no sabía que serían a ese nivel. Deseaba contarle toda la verdad, que todo eso de salir con Tyler era una farsa, que el único que me importaba era él. Pero no sería justo para Tyler, él también estaba sufriendo con Arden, y yo no podía ser tan egoísta. Mis ojos se llenaron de lágrimas y agradecí que estaba lloviendo para que no viera mis lágrimas.

- Como quieras - dije en un susurro y me di la vuelta para regresar a la casa.

    Pero mi gaferia decidió aparecer de la peor forma. Mi pie resbaló con las hojas del suelo y me di de bruces contra el primer árbol que se encontraba delante de mí. Y si fuera poco, me caí encima de mi pierna, doblando más de lo normal el tobillo. ¿Acaso se podía ser más torpe?

- ¿Estas bien?

    Dylan se acercó ocultando una sonrisa.

- Venga, ríete. Total, esto peor no puede ir a parar.

    Dylan río a carcajada abierta, mientras que yo me levantaba con la poca dignidad que me quedaba. Ahora estaba llena de barro. Adiós pijama favorito. Solté un gruñido al pisar con el pie dolido.

    Dylan paró de reír al segundo y observó mi tobillo.

- Tiene mala pinta. Deberías volver.

- ¿Y que piensas que voy ha hacer? ¿Buscar la entrada a Narnia?

    Me di la vuelta enfadada y comencé a caminar. Pero al pisar con el mal pie, casi vuelvo a visitar el suelo por segunda vez. Pero unas manos fuertes me agarraron justo a tiempo.

- No estas en condiciones en caminar - Dylan se apartó un poco de mi - Puedo... Puedo llevarte.

- Puedo yo sola, gracias.

    Seguí caminando y en cada mal paso que daba aguantaba un grito de dolor. Decidí utilizar la escopeta como una muleta para facilitar mi tortura. Dylan me seguía de cerca, sin quitarme la mirada de encima.

- Puedes volver a lo que estabas haciendo - le dije - A tu maldita excurs...

    No acabé la frase porque esta vez me caí al suelo. Y fue en modo plancha, rostro al mismísimo charco. 

"¡Oh! ¡Estupendo! Cuando ya mi confianza en mi misma esta por los suelos voy y me caigo".

- Esto es de tontos - dijo Dylan alargando su mano para ayudarme - Súbete a mi espalda.

     Empujé su mano lejos de mi. No quería su ayuda, no después de la escena que había montado.

- Puedo sola.

- Eres testaruda.

- El que fue ha hablar.

    Dylan me miró enfadado.

- No es lo mismo.

    Con la ayuda, otra vez, de la escopeta me levanté del suelo. Pero no conseguí dar ningún paso. El saco de estiércol me  bloqueó el paso. Intenté esquivarlo pero tampoco estaba en condiciones de moverme a velocidad sobrenatural. Decidí utilizar la escopeta y le apunté.

- Aparta - le dije.

    Dylan se acercó más hasta que la escopeta chocó con su pecho.

- Dispara - dijo sin apartar su mirada de mí.

Conociendo a Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora