Capítulo 42

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Narrando Shelley

    El sol entraba de una forma cálida por la ventana iluminando la habitación. Me moví en la cama un par de veces, negando en despertar del todo. ¿Cómo Dylan podía dormir sin bajar las persianas? Estiré mis brazos buscando al moreno sobre la cama, pero no hubo victoria. Aún negandome a abrir los ojos, estiré mi cuerpo más. Tampoco encontraba su cuerpo. Empecé a hacer la croqueta por toda la cama hasta que me caí de ella.

    Abrí los ojos de golpe y me incorporé adormecida. La cama estaba vacía. Desvíe la mirada hacia la puerta del baño, pero no se oía ningún sonido proveniendo de ahí. Fruncí el ceño. Tal vez ha bajado para hacer el desayuno, pensé.

    Me alegre con esa idea en la cabeza. Me levanté y sentí que el cuerpo me dolía un poco. Menos mal que hoy era un día libre en las grabaciones. Volví a tumbarme sobre la cama, recordando con un sonrojo lo que había pasado la noche anterior. No me podía imaginar que lo habíamos echo. Sinceramente no me sentía muy diferente que se diga, pero estaba feliz de haber compartido algo así con Dylan. Sentía que de verdad le amaba mucho.

    Con una sonrisa en mis labios, me volví a incorporar y decidí darme una ducha antes de que viniera el moreno. El agua caliente me despertó del todo. Me tomé un tiempo, ya que decidí también lavarme el pelo. Me sorprendió la cantidad de productos que tenía ese hombre para el pelo, era más exigente que yo. Me quite lo que me sobraba de jabón y champú y me envolví el cuerpo con una de las toallas blancas que había. Tampoco quería estar con la toalla así que me sequé el cuerpo y fui a buscar una camisa de Dylan en su armario. Cogí una de las que más me gustaba de su gran colección y me la puse. Olía a Dylan. Sonreí y volví hacia la cama. Decidí hacer la cama para que el ambiente no sea tan desordenado. También recogí nuestra ropa tirada por el suelo. Me puse al menos las bragas debajo de la camisa, y deje doblada mi ropa sobre la silla.

    Al acabar, me senté en la cama de nuevo, aún con la sonrisa. Estaba tardando un poco con el desayuno. Tal vez necesitaba ayuda. Busqué mi teléfono o el suyo sobre la mesita y vi la nota.

    Mi sonrisa desapareció poco a poco. Vaya... Al menos podía haberme despertado. Me sentí de repente algo desanimada y triste. Al menos se podía haber despedido. Arruge la nota y la tiré a la papelera. Encontré mi móvil y le marqué. Me saltó el contestador después de un rato. Esperaba que lo de la urgencia no fuera nada grave.

    Fruncí el ceño cuando vi varios mensajes de Cody. ¿Por qué me preguntaba si Dylan estaba vivo?  Una llamada entrante de Cody me pilló desprevenida.

- ¿Qué quieres?

Narrando Dylan

    Me levanté más muerto que vivo. La cabeza me dolía mazo y el cuerpo ya era otro tema. Oí varios golpes en la puerta. Me vestí con mi ropa y abrí la puerta.Era el dueño, acompañado de su hija.

- Estaba preocupado, subí por si necesitabas algo.

    Llevaba consigo un bote de vendas y algunos medicamentos. Sonreí muy agradecido. El hijo del propietario, que estudiaba medicina, me vendo bien las heridas que tenía, y me puso una crema con efecto frío en el abdomen, que me relajo bastante. También tenía algo de fiebre, así que me acostaron otra vez en la cama, tapándome con las mantas.

- Por cierto, me llamo Sara -  me dijo la hija del dueño.

    Después de un buen desayuno, me dejó Sara tomarme unas pastillas.

- ¿Necesitas llamar a alguien?

    Shelley... No, no quería llamarla. Mejor así, pensé triste. Justo cuando estaba pensando eso, recibí la llamada de ella. Me quedé mirando la pantalla unos segundos hasta que finalizó. Sentí algo de culpabilidad por no contestar. Sara salió de la habitación y aproveché para cerrar los ojos y dejar de pensar. No sé cuánto tiempo duró el silencio pero mi móvil volvió a sonar.

    Después de cinco llamadas pérdidas de ella, decidí contestar. Mi voz sonó algo grave.

- ¿Si?

- ¡¿Dónde estás?!

    La voz de Shelley sonó preocupada.

- Estoy ocupado.

- Me ha llamado Cody... - susurró la chica.

    O sea, ella podía saber lo que había ocurrido. O tal vez no...

- ¿Y...? - tante el territorio.

- Necesito verte Dylan, ¿dónde estás?

- No creo...

- ¡Dylan O'brien! ¡Estoy hablando en serio!

- Vale, vale. Te envío la ubicación.

    No pasaron ni quince minutos cuando oí unos golpes en la puerta. Abrí la puerta y Shelley entró inspeccionando mi aspecto.

- ¡Dios mío! - se llevó las manos hacia la boca asombrada.

- Ya sé que soy tremendamente sexy, pero no hace falta que exageres tanto.

    Ella no hizo caso a mi comentario y alzó sus manos hacia mi rostro. Sus manos suaves y calidad acariciaron mis mejillas. Cerré los ojos por el contacto.

- Ese imbécil lo va ha pagar - oí que decía.

- Siento que solo soy un problema - dije sin pensarlo, abriendo los ojos para mirarla.

- Te amo y eso no va ha cambiar.

- ¿Por qué está tan obsesionado con...? - me quedé en blanco cuando entendí lo que me había dicho - ¿M-me amas?

- Podemos poner una denuncia o algo.

    La rubia empezó a recorrer la habitación recogiendo mis cosas sin haber oído mi segunda pregunta. La sujete de la muñeca y tiré con suavidad de ella. Chocó con mi pecho. Necesitaba oírlo de sus labios otra vez.

- ¿Me amas?

   


Conociendo a Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora