Capítulo 17

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- ¿Se puede saber qué haces?

- Subirte el ánimo.

    Me crucé de brazos mirándole con una interrogación en el rostro. Esto se estaba poniendo interesante.

- ¿Y cómo piensas hacer eso?

    Me imaginé lo peor. 

"Como vaya a besarme, le mato en el sitio".

- Soy bueno contando chistes - me dijo el moreno sonriendo - Ya veras como en un segundo estarás de buen humor.

    ¿Estaba de broma? ¿Pensaba subirme el ánimo con un maldito chiste? Para ser sincera, prefería los chistes que el beso. Como no tenia nada que perder, me quedé ahí esperando ese milagro que me haría subir de ánimo.

- ¿Qué hace un táper perdido en el bosque?

-...

- Taperdido - se rio el moreno.

- Vale - le dije sin reírme - Lo pillo pero no tiene gracia.

- Tengo otro - no perdió las esperanzas - ¿Sabes por qué no hacen pipí los camellos? Porque no tienen claxon.

    Se volvió a reír fuertemente. Le mire con cara de póker. Me fui a un lado para escapar de esa tortura psicológica a la cual estaba expuesta contra mi voluntad. Pero Dylan me enganchó del brazo. Eso era para largo.

- Vaaale - me dijo - Público difícil. Aquí va el chiste estrella. ¿Preparada?

    Le iba a decir que dejara de perder la poca dignidad que le quedaba pero abrió su bocaza antes de que pudiera replicar.

- ¿Sabes cuáles son los pantalones favoritos de Goku? Los Sayajeans.

    Se río mas fuerte que antes.

- No me gusta el anime - le dije.

    Dylan se llevó una mano al corazón y exclamó de sorpresa.

- ¿A qué monstruo de este mundo no le gusta el anime?

- Presente. ¿Me puedo ir ya?

- No, no, no. No te vas a ir hasta que te rías.

"Esta tortura no acabará nunca"

- Venga, tengo un chiste mega ultra divertido. Prepárate.

    Suspiré. Era lo único que podía hacer.

- ¿Qué le dice un mono de nieve a otro mono de nieve?

- ....

- Huele a zanahorias aquí fuera.

    Pensé que el ataque de risa que le había dado a Dylan, le iba a producir un paro cardiaco.
Después de tranquilizarse, exactamente le llevó cinco minutos, me miró de reojo.

- ¿Tampoco?

- No entiendo tus chistes. Son tontos. O sea, no tienen gracias.

- A mis amigos les encantan. No paran de reír.

- Te recomiendo que cambies de amigos. 

- ¿De qué vas?

- ¿Ya has acabado con este infierno? - le pregunté cansada - Tengo una sección de fotos.

- ¿Cómo es posible que no te hicieran gracia mis chistes? Te conté hasta los mejores.

- ¿Esos eran los mejores? - le puse una mano en el hombro - Dylan, los chistes no son lo tuyo.

Conociendo a Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora