Capítulo 18

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    Observé mi reflejo en el espejo. No estaba muy segura de lo que había elegido para llevar en la fiesta, pero después de mirar toda la ropa de mi armario, me decidí por un vestido verde. Era algo corto para mi gusto, pero era la única buena opción que tenía. Me había ondulado el pelo, dejando unas ondas muy marcadas que caían sobre mi espalda. El maquillaje era muy natural: rímel, sombras claras y brillo de labios con un poco de color.

    El timbre de mi casa sonó y me quedé como una gilipollas en el cuarto observando mi reflejo. Sin recordar apenas que Dylan me tenía que acompañar a la fiesta ya que él se había quedado sin coche. Los gritos del piso de abajo me despertaron del trance. Bajé descalza por las escaleras  temiendo por la vida de mi compañero de reparto. En la entrada estaban Dylan y mi padre. Dylan parecía enfadado mientras que mi padre era el mismísimo Hitler. Mi madre con mi hermano menor, observando el panorama desde una distancia razonable. El único que se divertía con todo eso era mi hermano mayor, Kevin, que grababa todo con el móvil.

- ¿Se puede saber qué pasa aquí? - pregunté alarmada.

- ¡Shelley! - gritó mi padre enfadado.

- ¡Shey! - gritó aliviado Dylan al verme.

- ¿Cómo la has llamado, saco de estiércol?

"Es hombre muerto"

- ¡Papa, papa! - le sujeté por detrás - Es mi compañero de reparto, si te lo dije ya muchas veces. Además, ya estuvo aquí.

- ¡No voy a dejar que mi única hija se vaya con el primer vagabundo que se pase por mi puerta! ¡Largo de aquí, saco de estiércol!

- ¡Papa! ¡No dramatices!

- ¿Ya estás lista para la fiesta? - preguntó mi madre - Mándale saludos a Holland.

     Mi madre adoraba a Holland, incluso sospechaba que la quería mas a ella. La miré asombrada. ¿Por qué hacia como si no hubiese ningún enfrentamiento de vida y muerte en casa?

- Si, ya tengo todas las cosas para pasar la noche en su casa. ¡Pero ese no es el momento mama! ¡Tranquiliza a papa!

- ¿Y este va ha estar ahí? - preguntó mi padre señalando a Dylan.

- En la fiesta si, pero luego me quedo en casa de Holland. Ya te lo conté ayer todos los detalles posibles.

    Pero mi padre seguía en lo suyo. Sufría una amnesia momentánea en esos casos cuando había un chico relacionado en mis planes.

- Me llamo Dylan - dijo molesto - Dylan O'Brien. Se lo he dicho trillones de veces ya.

- ¡Y a mí qué me importa que seas Diego! -  dijo mi padre rojo por la ira.

- Dylan - le corregimos a la vez Dylan y yo.

- ¡Y a mí eso qué me importa! ¿Acaso tiene un monumento en su honor? ¿Acaso eres el presidente? ¡Es otro vagabundo!

- Para su información... - le tapé la boca al moreno.

- Papa, llegamos tarde.

- No pensaras salir descalza - dijo mi madre señalando mis pies descalzos.

"Mierda, los zapatos"

    Sabía que dejando a Dylan con mi padre iba a ser la peor idea. Con lo bocaza que era el idiota, mi padre lo mataría sin dudarlo. Además, Dylan me observó con una cara que rogaba auxilio. Suspiré.

- Dylan, acompáñame arriba.

- !¿Espera qué...?!

    Sabía que mi padre no me iba a seguir a la habitación, a si que, cogí a Dylan de la chaqueta y le arrastré por las escaleras. La torpeza por parte de los dos mejoró la situación: yo me tropecé en las escaleras raspándome el codo con una columna y Dylan se dio de bruces con mi puerta.

- Mi nariz - se quejó el moreno.

    Cerré la puerta y suspiré de alivio. Primera etapa superada, Dylan seguía vivo. Aún. Pude observar de que salía sangre de su nariz.

- Vete al baño - le dije señalando mi baño.

    El chico se metió dentro mientras yo buscaba unos zapatos.

- No para de sangrar - se quejó Dylan.

- Echa la cabeza hacia atrás.

    No encontraba en ningún lugar mis zapatos de tacón negros. ¿Dónde los había metido?

- ¡Shey me voy a morir! ¡Y si me muero en tu habitación fijo que tu padre me va a rematar!

 
- ¿Cómo te va ha rematar si ya estarás muerto?

    Entré en el baño enfadada por ser interrumpida en mi búsqueda imposible. Encontré toneladas de papel llenas de sangre por todos lados. 

"Pero si sólo lleva cinco minutos aquí".

- Dylan ¿Qué has hecho con mi baño?

- ¿¡Tu baño!? ¡Mira mi nariz! ¿Por qué siempre tiene que sufrir mi nariz? ¡Le tienes manía a mi nariz! 

- ¡Oye! Que esta vez no he hecho nada.

- Me has tirado como un muñeco de trapo hacia tu puerta.

    Rodé los ojos.

- No tengo tiempo para tu nariz, vamos a llegar tarde a mi fiesta - salí del baño para seguir buscando los zapatos - Búscate la vida.

- ¡¿Tu fiesta es más importante que mi vida?! ¡Me estoy quedando sin sangre!

    Controlé mis ganas de tirarle algo a su preciada nariz. Después de cinco minutos encontré los zapatos. Los malditos estaban al fondo del armario. Entré al baño con miedo al no oír las quejas de mi compañero.

- ¿Se puede saber...?

    Me quedé muda al ver el panorama. Dylan O'Brien con un tampón femenino en la nariz.

- ¿Qué pasa? - preguntó el moreno como si nada.

- ¿Qué haces con eso?

- Parando la hemorragia. Me dijiste que me buscara la vida. ¡Esta cosa milagrosa me ha salvado la vida! ¡No tú!

- ¿Por qué me estas gritando?

- ¡Porque tu fiesta en mas importante que mi vida!

- ¡Es un simple golpe en la nariz!

-¿Simple? Gracias a tus golpes en el pasado a mi atractivo rostro, ahora sufro las consecuencias. Menos mal que el tapón me salvó de derramar la poca sangre que ya quedaba en mi sexual cuerpo.

- Primero, deja de alabarte cada dos segundos. Segundo, no te he pegado tantas veces en la cara de lo que te mereces. Y tercero, pero no con un tapón, subnormal. ¿Has estado revisando mis cosas en el baño?

- ¡He tenido que sobrevivir! - me gritó - Además, las compresas eran algo incómodas.

    Mire horrorizada el lavabo. Aparte de todo el papel manchado de sangre que había antes, había varias compresas abiertas y tampones. Justo cuando iba a proclamar la tercera guerra mundial, alguien entró en mi habitación.

- ¡Hija, ¿por qué estáis tardando tanto?!

    Miré horrorizada a mi padre. Dylan se quedó paralizado. Es más, los dos parecíamos en ese mismo momento, dos estatuas. Mi padre me miró, luego a Dylan. El lavabo. A mí otra vez. Y al subnormal de Dylan. La cara de mi padre se volvió roja de rabia.

- ¡¡¡KEVIN TRAE MI ESCOPETA!!!

Conociendo a Dylan O'BrienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora