Pov. Emily, Martes, 6:00am, Nueva York.
Extrañamente me encontraba algo relajada, mientras iba en el auto con Allek, el día de ayer estuve unas buenas horas hablando con Daryl sobre muchas cosas que pasamos juntos. Sinceramente estuvo bien, pero eso es algo que nunca le diría no a el, ni a nadie. Claro que al llegar todo volvió a la normalidad, me comporté con el como siempre, y es que Owen comenzó a hacer preguntas al vernos llegar, ahora estoy segura que estará más cerca de mi, Ojalá todos los días fueran como ayer.
- Eh... ¿Ayer saliste con Daryl?- Dijo Allek, quién iba manejando hacia JasonSchool (JS)
- Si.- Dije cortante mirando por la ventana.
- ¿Son algo?- Pregunto sin mirarme.
- ¿Que?
- si... ¿Son novios o tienen algo que ver?- reí sarcásticamente.
- ¿por qué preguntas? - Lo mire con una ceja alzada.
- Solo es curiosidad. - Respondió encogiéndose de hombros.
- conmigo no van las curiosidades.- Dije mirándolo fijamente, al instante sentí que se tensó.
- Si no quieres decirme está bien.- contesto.
- No somos más que compañeros.- Dije mirando hacia delante.- tal vez amigos...- fruncí el ceño al decir eso. La ruedas rechinaron de repente.
- lo siento.- Dijo mirando hacia delante. Me acomodé en el asiento. - así que tú amigo...
- Algo así.- Dije.- Pero eso no importa.- lo mire de nuevo.- Lo que me importa es si me darás esas clases que te pedí.- él sonrió de lado. Dios! En serio que Allek estaba como quería, me encantaba su cuerpo y su cara. Juro que era como un dios griego.
- ¿hablas en serio?
- Allek, todo lo que digo va en serio.- Dije sonriendo. El me miró por unos segundo. El auto ya se encontraba estacionado fuera del instituto, el chico se acercó lentamente hacia mi, en el instante que estaba a solo unos centímetros, abrí la puerta y baje, pude escuchar su silencioso suspiro frustrado, a lo que reí.
Camine hacia la entrada y voltee hacia el auto, Allek bajaba de el y me lanzo una mirada con una sonrisa demasiado coqueta, sonreí y entre a la escuela, eran las 6:50 en punto, hora a la que los chicos comenzaban a llegar, habían unos cuantos, quienes sacaban libros de sus respectivos casilleros. Camine hacia prefectura donde estaban los otros dos prefectos, sacando unos papeles que parecían amonestaciones, espero jamás tener que hacer de esas estupideces.
- Buenos días.- Dije al entrar. Uno de los prefectos me miró fascinado, tenía a lo mucho 28 años, y pues mal no estaba, el otro ya rozaba los 40 así que no le presté mucha atencion.
- Buenos días.- Dijeron al unísono.
- Buenos días.- Sonreí "amablemente" pero en realidad me daba asco ser tan educada, hace tanto no era así.- Mi nombre es Megan Dickson.
- oh, tú eres Megan.-Dijo el más grande.- Mi nombre es Robert y el es Steven.- Al escuchar ese segundo nombre mi estómago se revolvió por completo, ese puto nombre atormentaba en mi mente siempre, qué difícil sería hablarlo todos los malditos días.
- Mucho gusto.- Estreche mi mano con ellos.
- El gusto es nuestro.- Hablo por primera vez aquel hombre.
- Bien, Megan, en 10 minutos empezarán las clases, sabes cuál es tu área, por favor revisa que todos los alumnos estén en sus salones. Aquí están las listas.- Me dio una tableta con más o menos 30 hojas. Suspiré y los mire.
- Está bien, nos vemos luego.- Salí de aquel salón, y camine hacia él área que me había tocado, después de meter a unos 5 alumnos a sus salones, y ya que todos estaban en sus clases regrese a prefectura. Solo había uno de ellos, y era el viejo. Al verme sonrío amistosamente, tuve que devolverle el gesto.
- Megan, un profesor necesita ayuda con unos alumnos, iría pero es en la tercera planta, y estoy muy agotado. Aparte será tu primera tarea.- Alce una ceja, dispuesta a comenzar una discusión por eso, pero decidí respirar muchas veces, y asentí.
- Bien, es el salón 3H- Dijo mirando una hoja, suspiro pesadamente.- Megan, estos alumnos son los más desastrosos de toda la escuela, son los más problemáticos, en serio no quisiera mandarte, pero así me lo han pedido.- Asentí de nuevo y subí las escaleras hasta la tercera planta, busque aquel salón. Mire tras la parte de vidrio de la puerta y me encontré con un relajo increíble, chicos sobre las mesas y sillas, jugando con los ventiladores, el salón estaba hecho un desastre, había un ruido desagradable y ni hablemos del olor. La maestra se hallaba sentada en su escritorio, con sus manos tapando toda su cara y haciendo ruidos como si estuviera lloriqueando, no pude evitar que una risa saliera de mis labios, la pobre señora de algunos 30 años estaba tan angustiada, abrí la puerta y al hacerlo todos voltearon a verme, los chicos comenzaron a chiflar, la maestra me miró con insistencia a que yo hiciera algo. Su cara estaba llena de tinta negra y al rededor de los anteojos tenía manchas del mismo color. Ya la conocía, en una pequeña junta al terminar las clases del día de ayer, conocí a todos los maestros.
Se acercó hacia mi y sin decir una sola palabra, y con lágrimas en los ojos salió con todas sus cosas. Gire hacia ellos.
- Quiero que se sienten y me pongan atención.- Dije parándome justamente delante del escritorio, todos los chicos me miraron por unos segundos y comenzaron a carcajearse, ese fue el primer error que pudieron cometer.
- Hey, ¡hermosa! Así que tú eres la nueva perfecta. ¿Como te llamas cosita?- Dijo un chico mirándome desde encima de unas sillas amontonadas.
- A ver niño, bájate y acomoda esas sillas en su lugar.- Dije intentando contenerme. Ellos solo se rieron.
- No vengas a darnos ordenes, aquí no eres nadie.- Una chica pelirroja dijo aventándome agua de una botella. Volvieron a reírse y siguieron haciendo el desastre que hacían. Mis nervios cada vez se estaban alterando más y más, suspiré y salí del salón. Desgraciadamente no podía lastimarlos por qué me despedirían, y eso sería muerte segura para mí. Caminé hasta prefectura donde se encontraban la maestra Cristine y los dos perfectos. Me miraron apenados.
- Megan...
- Alguien más puede ir a ver ese salón?- Pregunte con la voz estrangulada. Los dos se miraron.
- El director te asigno ese salón a ti, no podemos.- Apreté los dientes lo más fuerte que pude. Y camine hasta la dirección. Entre y el director me miró por unos segundos.
- Creo que ya conociste a los alumnos de 3H.- Dijo poniendo sus brazos en el escritorio.
- No los quiero.
- Megan... no estás en derecho de exigir, todos los prefectos han pasado por ese salón, ninguno de los dos quiere tenerlos y los nuevos han renunciado, espero que tú no lo hagas y encuentres la manera de darles un poco de educación.- Dijo mirándome seriamente, alce una ceja.
- ¿Quiere que los eduque?- Pregunte mirándolo fijamente, vi que se incómodo así que deje de mirarlo.- está bien.- Dije suspirando.
- Te deseo mucha suerte, sé que la necesitaras.- Sonreí ligeramente y salí de la dirección, fui directo hacia los baños, mi blusa estaba completamente empapada, bien, ellos querían jugar así, yo podía jugar peor. Tome un poco de papel y lo pase por mi rostro. Saque mi blusa y la seque lo más que pude, volví a colocármela. Solté mi cabello de la coleta que tenía, salí del baño y camine de nuevo a aquel salón, entre y llegue hasta el escritorio que por cierto estaba del asco. Clave mis uñas en el pizarrón y las arrastre con todas mis fuerzas. Todos los chicos se me quedaron mirando con caras asustadas y confundidas.
- ¡A ver imbeciles! ¡A mí no me importa quiénes son ni que es lo que quieren aquí, si van a seguir comportándose de esa manera se las van a ver conmigo, y créanme que no va a ser nada bonito..- una risita se escucho al fondo del salón.- ¿Quieres decirme de que te ríes pequeña zorra?- Pregunte caminando hacia una chica castaña de ojos azules.
- No tienes derecho a llamarme así...- Reí sarcásticamente.
- No hablemos de derechos, por qué los que salen perdiendo aquí son ustedes, es mejor que no se metan conmigo, por qué no quiero meterme con ustedes, y tú.- Señale a la chica que me había tirado el agua.- Para mañana quiero que me traigas una blusa igualita a esta.- Señale mi blusa, la chica frunció el ceño.- Y ni creas que estoy jugando bonita.- la chica me miró indignada.
- No puedes llegar y hacer lo que quieras estupida.- Dijo levantándose de la silla. Sonreí y tome la botella de una chica que estaba justo a lado de esta. Destape la botella y la vacíe en la cabeza de la pelirroja, su boca se abrió en una perfecta "O" , todo el salón hablaba en voz baja y algunos se reían.
- ¡No puedes hacer eso!- Una chica rubia se levanto. Camine hacia ella.
- Cállate niñita.- Dije mirándola fijamente, quiso seguir mi mirada, pero al minuto giró su cabeza, alce una ceja. Ella se sentó de nuevo.
Camine hasta delante de todos, su mirada estaba en mi.
- Desde ahora, no quiero saber que tienen problemas con los maestros, y mucho menos conmigo. ¿Les quedó claro?- nadie decía nada.- ¡¿Les quedó claro?!
- Si.- Dijeron todos. Sonreí y camine hasta la puerta, la abrí.
- Escucho un solo sonido y les va peor.- Salí de el salón y fui a prefectura, le dije a la maestra que fuera a dar clases y así lo hizo.
Bien, Emily, ahora eres una buen prefecta, creo. Seguí supervisando los pasillos hasta el final de las clases. Cuando tocaron la campana de salida, fui lo más rápido hasta la salida, allí se encontraba Allek recargado en su auto, me miró y sonrió, no hice caso a su gesto y solo subí al auto. El hizo lo mismo, encendió el auto y comenzó a manejar, saque una cajetilla de cigarros y un encendedor, prendí uno y comencé a fumar, me sentía estresada, esos malditos escuincles habían logrado estrenarme muchísimo.
- ¿Mal día?- Pregunto bajando los cristales.
- No apagues el clima.
- Apesta a cigarro.
- Donde vivimos es lo mismo.- El rodo los ojos y volví a subir los cristales.
- ¿Te aguantas tú misma?- Pregunto acelerando un poco.
- ¿Tienes algún problema conmigo?- Dije soltando el humo mientras lo miraba fijamente.
- Si, si lo tengo, eres una maldita caprichosa que quiere que todos hagan las cosas a su manera, no sé qué pasó en tu vida y quizá nunca lo sepa pero eso no te da derecho a tratar...
- Yo hago lo que quiero, y si no te gusta pues te puedes ir muy a la mierda, por qué tú opinión sobre mí no me importa, y yo tengo el derecho de tratar a quien quiera como quiera, sabes perfecto la vida que llevamos y el único que puede mandarnos es Owen por qué "El" lo manda.- El apretó fuertemente el volante.- Allek, no hagas que te deteste.- me acomodé en el asiento y el se quedó completamente callado.
¡Demonios! El día de hoy había estado demasiado paciente con todo el mundo, no puedo ser así, no sé que me pasó, tal vez la plática de ayer me afectó. ¡Maldita sea! Emily tú no puedes ser como eras en tu puta adolescencia, sé cómo eres ahora, que así nadie te daña...
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Holaaaaaaaa. Espero y les haya gustado él capítulo.
Emily claro que tiene sentimientos o eso parece. Jaja
Bueno, pues no olviden votar, se los agradecería muchísimo.
Por ciertooo, este capítulo va dedicado a @DaphneFranco
Comenten si quieren que les dedique algún capítulo. Los adoroooo. 💜
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La Gran Mafia (editando)
Ficción GeneralForzada por la necesidad de medicina para su abuela, y la pobreza en la que ella y su pequeña hermana vivían, Emily se va de su pequeño pueblo para buscar trabajo en el gran San Francisco. Ella nunca imagino que el único trabajo que podría obtener s...