Mi cautiverio

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Alex todos los días venía a verme, mi vida dentro de la mansión era agobiante, la soledad me estresaba y me deprimía con facilidad, el recuerdo de mi hija y de Kaled estaban presentes en mi memoria a todo momento. Al tener privilegios por la gran suma de dinero que Alex pagaba por mí, me excluía de pasar por las penurias que pasaban las otras mujeres de aquí, que no podían negarse a ser sexo servidoras sin obtener ningún beneficio, me tenían aislada, mi habitación era mi celda en esta prisión, solo veía Alex y ocasionalmente a la chica asiática que me atendió por primera vez aquí en la mansión, ella venía hacer la limpieza, tres veces por semana y poco a poco le enseñaba a hablar inglés.

Alex se volvió un amigo necesario, creo que de no ser por él; me hubiese vuelto loca, siempre fue atento y me escuchaba cuando estaba triste, a veces trababa de mostrarse muy fuerte y dominante de cualquier situación, pero siempre flaqueaba dejándome descubrir su fascinante personalidad, era un hombre físicamente hermoso sus rasgos tan parecidos a los de Kaled me hacían alucinar con él, mucha veces me vi tentada a besarlo, cuando estaba tan cerca que me perdía de sus penetrantes ojos azules. No perdía oportunidad de ser galante y excesivamente meloso, hacia cosas que me hacían recordar a kaled, como cuando me traía flores o chocolates. Culto y de amplios conocimientos podía platicar con él sobre cualquier tema, A veces estaba tan agobiada que no quería ver a nadie, pero a él siempre tenía que recibirlo así me sintiera indispuesta para no levantar sospechas.

Trataba de evitar situaciones en las que podría terminar en sus brazos, cosa que con un hombre tan dulce y compresivo podía resultar tan fácil. Muchas veces me platicaba de la envidia que sentía hacia Kaled y por el amor que le profesaba, sentía que a pesar de hablarle constantemente de él, para desanimarlo en cuanto a su atracción hacia mí, él se estaba enamorando cada vez más, y yo no podía evitar sentirme bien con él, no podía evitar sentirme atraída.

Comprendí de sus miedos de su soledad, de cuanto había amado una mujer que lo abandono para casarse con otro. Eso explicaba por qué frecuentaba estos lugares y se negaba a establecer una relación estable con cualquier mujer. Hasta que me conoció. Aunque él comprendía que yo no estaba emocionalmente disponible, insistía cada vez que podía hablarme del tema. Constantemente le pedía que me ayudará a escapar, pero siempre eludía el tema diciendo que era muy peligroso, que era una organización tan grande que nos hallarían en menos de una hora y no viviríamos para contarlo.

Ya habían pasado once meses en mi cautiverio, había perdido varias libras de peso, mi apetito iba desapareciendo junto con mis deseos de vivir, en una descompensación que tuve, me desmaye y fui a para en un hospital, Alex estaba conmigo en la habitación, estaba de espalda hablando por teléfono me hice la dormida aguardaba una oportunidad para escapar, en un descuido dejo su teléfono celular en una mesita al lado de mi cama y siguió al baño, sin pensarlo dos veces lo tome e hice la única llamada que pude hacerle a Kaled. Casi susurrando le dije.

–¡¡¡Kaled, mi amor... Ayúdame!!!- y escuche la perilla de la puerta del baño girar y velozmente corte la llamada y volvía a colocar el teléfono en la mesita y cerré los ojos. Al escucharlo dar unos pasos me queje para desviar su atención del teléfono y poder idear un plan por si veía la llamada que acababa de hacer. Y abrí los ojos pestañee varias veces.

– ¿Te sientes bien Sofía?– me pregunto

–¿Dónde estoy? – Fingí no saberlo

–Estamos en un hospital de Hong Kong, te desmayes ¿lo recuerdas? –

–Oh, si... Ya recuerdo–

–Te hicieron unos estudios, no te estas alimentando bien– dijo preocupado

–¿Cuándo me dan de alta? –

–Ahora mismo, tienes que cumplir con un tratamiento a bases de vitaminas para que puedas restablecerte– A esas alturas lo único que deseaba era escapar y rogaba a Dios por otra oportunidad, no estaba segura si Kaled me había escuchado, y lo único en lo que pensaba era en huir de ese infierno.

                                                                                   ****

En Nueva York Kala continuaba perdida, se intensifico la búsqueda luego de enterarse que había estado en aquella pastelería, pero a nadie se le ocurrió volver a aquel parque que había visitado previamente Nahila.

–No quiero volver allá bajo– Dijo Kala al niño, refiriéndose a la alcantarilla.

–Podemos ir a la estación del tren y dormir en una banca, no podemos quedarnos en la calle es muy peligroso–

–Sí, cualquier lugar menos la alcantarilla– dijo tajante la niña.

Ya casi oscurecía debían apresurarse a llegar a la estación del tren y tomaron el subterráneo.

–Pediré algo de dinero para comprar pan– Dijo el niño, la piel blanca de Kala ya estaba sucia igual que su ropa, sus ojos azules resaltaban en su hermoso rostro lleno de mugre. Estaban hambrientos por lo que Kala asintió con la cabeza.

–Una limosna para poder comer, por favor, tenemos hambre–

El niño se abría paso entre las personas que estaban de pie dentro de los vagones, sujetando en todo momento a Kala de la mano y extendía la otra para pedir y repetía la frase, obtuvieron mucho dinero.

Salieron del metro y muy cerca allí, entraron a un establecimiento. Les alcanzó para darse gusto con un festín en un restaurant de comida rápida, ya era de noche y bajaron nuevamente al metro para dirigirse a la estación del tren, allí aguardarían hasta el día siguiente.

 Les alcanzó para darse gusto con un festín en un restaurant de comida rápida, ya era de noche y bajaron nuevamente al metro para dirigirse a la estación del tren, allí aguardarían hasta el día siguiente

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FELIZ NAVIDAD PARA TOD@S...  MI PC SE PUSO LENTA Y LA ENVIÉ DE MANTENIMIENTO POR ESO MI PEQUEÑO RETRASO PARA PUBLICAR, PERO YA ESTA LISTA....GRACIAS POR EL APOYO A MI HISTORIA... SE LES QUIERE UN MONTÓN




































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