-Quiero que le digas a Kala que tuve que salir de viaje, eso me dará tiempo de pensar la mejor forma de decirle de nuestra separación- un puñal atravesó mi corazón y de un brinco me levanté de la silla. Con las lágrimas y los sentimientos a flor de piel le pedía:
-No te alejes, amor, no me dejes. ¿Quién pudo tomar esas fotos? esto puede ser una trampa, ¿no lo ves?
- Es evidente, todo te acusa ¿desde cuándo me engañas Alejandra? Te entregue mi corazón mi vida entera. Si dejaste de amarme, hubiera preferido que hubieses sido sincera- Kaled luchaba por contener sus lágrimas, pero salían sin proponérselo.
Kaled salió del comedor hacia el vestier desde la puerta observe sin saber que hacer; como bajaba la maleta y guardaba su ropa en ella, en su mirada había más tristeza que odio.
-Qué puedo hacer para que me creas, fue una trampa- Le decía desconsoladamente limpiando mi rostro de las lagrimas que me recorrían copiosamente por las mejillas.
-¿DE QUIEN?- gritó con rabia, era la primera vez que me levantaba la voz y lo vi salirse de control y sin esperar mi respuesta.
Se dirigió hacia la habitación con la maleta para terminar de llenarla y cuando la colocó abierta sobre la cama para meter sus bóxeres de las gavetas del mueble, lo detuve abrazándole el torso, haciendo un último intento por retenerlo.
Él se desplomo al sentir mi contacto rodeándome por los hombros y enterrando su cabeza en mi hombro, en señal de desesperación lloró como un niño y yo con él. Así pasaron unos minutos, cuando levante mi rostro y hablaba a su oído casi susurrando, casi suplicando.
-¡Créeme por favor! déjame demostrarte que fue una trampa, las cosas no pasaron así, te lo juró, mi amor- levanto su cabeza y mirándome fijamente soltó un gran suspiro y dijo separándome de su abrazo.
-Ahora estoy dolido, me mentiste en muchas cosas que te acusan, no puedo quedarme cerca con esto que estoy sintiendo, no sabría cómo manejarlo frente a mi hija-... respiro profundo -tiempo, eso es lo que necesito para pensar, aclarar mi mente; ahora no tengo cabeza. Lo mejor es que me valla-
Aflojé mis manos tras su espalda, prensadas a su suéter, sus manos sobre mis brazos, halándome para soltarlo, me obligaban hacerlo, sentí mi corazón resquebrajarse en mil pedazos.
-TE AMO, TE AMO- Grité mientras sin mirarme cerraba su maleta y salía de la habitación. Me desplomé detrás de la puerta de la entrada tras salir corriendo hacia él, en el piso sin aliento por las lágrimas que me ahogaban, dejaba ir a lo que más amaba en la vida, después de mi hija.
Aquella noche fue la más terrible que recuerdo, un segundo abandonó como superaría eso. Me quede llorando allí toda la noche, sin saber cómo le iba a decir a mi hija, que su papi se había ido de viaje sin que notará mi desesperación.
Los días siguientes de nuestra separación fueron los más terribles, caí en un estado de depresión que mi madre tuvo que internarme por casi un mes, pasaba noches sin poder dormir, había perdido mi trabajo, a mi familia, finalmente la Sra. Amira había logrado lo que quería, Kala vivía con ella, luego de muchos ruegos a mi madre para que la dejase cuidarla ella, Kaled, fue varias veces a visitarme a la clínica pero no entraba a verme, mi madre nunca me ocultó sus visitas aunque él le rogaba que no me dijera.
Estando en la clínica conocí a un joven médico, William Adams, se interesó en mi caso, poco a poco fue ganando mi confianza, y mi amistad con sus chistes y su manera dulce y comprensiva de tratarme, se hizo mi amigo, aunque en el fondo yo sentía más que amistad de su parte, pero prefería ignorar. Después de salir de la clínica me fui a vivir con mi hija al apartamento frente al rió Hudson, él fue a visitarme varias veces.
Kaled seguía ausente de mi vida, sin embargo no dejaba de preguntar a mi madre por mí, preocupado que no nos faltará nada, depositaba mensualmente una fuerte suma de dinero y además enviaba mercados con comida. Salía con Kala todos los fines de semana, la recogía en casa de mi madre allí nos íbamos todos los viernes y yo me quedaba todos los fines de semana con mis padres.
Los días, las semanas y los meses pasaban, cada uno retomaba su vida, pronto conseguí otro empleo en que me iba muy bien, el trabajo y mi hija mantenían ocupada mi mente, con mis ahorros compre un coche pequeño en el que me movía a todos lados, Kala crecía hermosa, dejó la guardería y empezaba el colegio, contraté una chica que me la cuidaba en casa en las tardes cuando regresaba del colegio, debo decir que a ambas nos costó superar la ausencia de Kaled, al principio le costó asimilar a Kala que su papi príncipe ya no estaba cerca de ella, creo que lo que más le costó lidiar a ambos (Kala y Kaled) fue la costumbre de Kaled de llevarla a la cama y leerle un cuento hasta que se durmiera. Pero mi madre siempre estuvo cerca para leerle mientras se dormía mientras estuve internada en la clínica, fue muy duro. Hasta que la niña se quedó en casa de la Sra. Amira y todo eso a lo que estaba acostumbrada cambio. Recuperar a mi hija fue una tortura, finalmente frente a los ojos de Kaled quedé como una mujer despiadada por no haberle permitido a la niña quedarse con ella, pero ya me sentía capaz de afrontar mis propias responsabilidades. Mientras ella continuaba manipulando las situaciones.
Ingeniosamente la Sra. Amira uso sus mentiras para hacerle creer a Kaled que Samira había perdido al bebe que esperaba, cuando se dió cuenta que no era importante para sus planes sostener esa mentira. Ella movía cielo y tierra para que Kaled y yo, nos mantuviéramos separados, y con una comunicación nula. Obviamente necesitaba alguien que le sirviera de barrera entre nosotros. Necesitaba que Kaled se enamorara de nuevo a toda costa y de alguien que fuera totalmente aprobada por ella. Ante la lejanía de kaled, trataba de reconstruir mi vida.
Poco a poco mi amistad con Wiliams se solidificaba sus atenciones, su caballerosidad hacían sentirme cómoda con él, aceptaba sus invitaciones a comer y a pasear.
Mientras, las mentiras de la Sra. Amira envenenaban a Kaled en mi contra. Ella consiguió que una candidata nueva para él, apareciera en el horizonte, Nabiha, era una mujer hermosa de cabellos castaños que caía sobre su cintura, y ojos verdes muy intensos, era nacida en Pakistán pero vivía desde niña en New York, la Sra. Amira la conoció cuando era una adolecente pero la perdió de vista cuando se fue a Europa a estudiar y casualmente la encontró en la mezquita que visitaba todas las semanas, la impresionó por su belleza y por el dinero de su padre, un magnate dueño de bancos en la ciudad. No dudó ni por un instante en presentársela a Kaled que durante todo este tiempo que vivimos separados estuvo solo.
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Eternamente tuya
RomanceCuando el tiempo ni la distancia pueden contra un sentimiento tan fuerte, que hasta la maldad termina inclinándose en una reverencia ante el... SE PROHÍBE TODA ADAPTACIÓN O COPIA DE ESTA OBRA. REGISTRADA EN SAFE CREATIVE. asegurada bajo At...