Quédate conmigo...

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Afuera se quedaron todos consternados por el mal sabor de boca por verlos golpearse tan salvajemente y Kenia con sus reproches no dejaba de atacar a Alejandra, que no hacia otra cosa que ignorarla.

Al cabo de un rato Alejandra vuelve a la habitación quiere cerciorarse que todo está bien, que hablan sin golpearse, al llegar toma la perilla de la puerta cuando siente que es halada desde adentro, Kaled venía saliendo cuando por la expresión de su cara lo nota disgustado, la toma por la cintura guiándola hacia afuera, antes de salir de la casa y desde atrás escucha Alex llamándola.

— ¡Alejandra!— Kaled se estremece de celos con solo escucharlo mencionar su nombre.

Él la sujeta por la mano cuando ella se voltea para verlo.

— ¿Podemos hablar un momento? — Kaled apretó su mano para llamar su atención hace un ademan de negación con la cabeza y ella en un tono suave le pide — por favor mi amor, déjame platicar un momento con él— dice casi suplicándole.

— ¿Esto es necesario Alejandra?— lo dice visiblemente irritado.

—Si cielo, Alex fue el hombre que estuvo conmigo por más de un año, me cuidó, me protegió, le debo tanto— Suspiró profundamente, trataba de controlar su inseguridad, bajo la mirada y me soltó, miró fijamente a Alex con desconfianza y odio, mientras me escoltaba tomándome por la cintura mientras pasaba frente a él. Alex me extiende la mano y cuando voy a tomarla, Kaled se adelanta rápidamente y se la baja de un golpe con el puño cerrado — ¡No te pases de listo!— le dice visiblemente celoso. Alejandra lo mira sorprendida de su actitud.

Alex sonríe sarcásticamente, Kaled se le va encima, esta vez quedo en medio de los dos. Y me impongo como puedo entre los dos gigantes.

¡Si van a seguir en este plan no volveré hablarle a ninguno de los dos. Ustedes deciden!— Dije con firmeza y pase delante de Kaled y de Alex siguiendo hacia a la habitación que hacía poco ellos habían abandonado.

Ellos aún se miraban intensamente, creo que los dos esperaban que alguno de los dos tomara la iniciativa para empezar a golpearse nuevamente. No paso, agradecí al cielo por ello, y desde la puerta llame a Alex, no dejaron de mirarse aun cuando se alejaba uno del otro. Después de Alex pasar a la habitación; con las manos hice un ademan de calma, pidiéndole paciencia a Kaled. A lo que se me acerca preguntándome— ¿Porque no puedo estar presente?— parecía un niño haciendo berrinches —El solo quiere despedirse amor, no tardaré y nos iremos, tranquilo— Y lo beso dulcemente, se queda en la puerta diciéndome —Te espero aquí— estaba inquieto e inseguro, nunca lo había visto así.

Apenas cerré la puerta Alex me pide.

—No te vayas Alejandra... ¿qué puedo hacer para que te quedes conmigo? — siento un tono de angustia en su voz. Intento tranquilizarlo.

—Eres el hombre que con su hermosa sonrisa me tranquilizaba diciéndome que todo iba a estar bien, ¿recuerdas? Ahora te lo digo yo... Todo va estar bien. Pronto conocerás a alguien más, que te entregará su amor y te amara como lo mereces, eres un ser humano maravilloso—.

—No quiero otro amor, ni otros besos, ni otros abrazos, No quiero a otra mujer, te quiero solo a ti y a nadie más— me toma por la cintura acercándome a sus labios, trato de esquivarlo y su rostro se hunde en mi mejilla. Y con suavidad besa mi mejilla deslizando su cara contra la mía hasta posicionarse en mi oído mientras me susurra.

—Tengo ganas de ti, de sentir tus labios con los míos, tengo necesidad de ti, de conocer el fuego de tu pasión, sentirte temblar de nuevo... Tengo hambre de ti... Te amo. Por favor no me dejes, sin ti me muero, Alejandra— sus brazos me rodearon y me abrazaban fuertemente ya no pongo resistencia y lo abrazo también, así le hablo al oído.

Eternamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora