En brazos de otra...

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Terminaba mi trabajo en la oficina tomé mi abrigo y mis guantes colocando mi bufanda alrededor de mi cuello, el frio intenso ante la inclemente nevada de la noche anterior, me hicieron salir preparada en la mañana, al salir de la oficina todavía nevando pero levemente, me dirigí al coche abrazándome a mí misma rodee mi cintura para darme calor, subí al coche y no había avanzado mucho cuando el coche empieza a fallar, sin saber nada de mecánica y bajo la inclemente temperatura exterior, me quede pensando cómo solucionar y se vino a mi mente Kaled sentí deseos de llamarlo para que me auxiliase. Que rayos... Para que engañarlos, quería verlo, intento marcarle pero su contestadora responde quitándome el último suspiro de valentía que cruzo por mi sentido común, y en el fondo agradecí al cielo no haberme comunicado, no resistiría otro rechazo, salí del coche levantando el capote y saque mi celular del bolsillo del abrigo y no se me ocurre otra cosa que llamar a Williams, que responde al momento y dice que va en mi auxilio en menos de lo que yo imagine.

Subo al coche a esperar dentro para guarecerme del inclemente clima y con el capote levantado, cuando un coche pasa lentamente a mi lado y veo a Kaled mirándome desde el interior, mi corazón se descabrila mis ojos crecen asombrados pero con un halo de alegría, mi boca se entreabre, observaba después de tanto tiempo esos hermosos ojos azules por los que moría, lo vi retroceder para estacionarse tras mi coche; para esas alturas no podía controlar mi corazón, mis manos temblaban, lo mire acercarse por el espejo retrovisor del coche, intentaba arreglar mi cabello cepillandolo con mis dedos totalmente nerviosa y fuera de control, en un último intento por recobrar mi compostura respire profundo y bajé el vidrio de la ventanilla, inmediatamente mis ojos se clavaron en los suyos.

-Hola Alejandra, ¿Qué tiene tu coche? Su voz cortada, signo que también estaba nervioso lo delataba.

-No sé, empezó a fallar hasta que se detuvo.

Bajé del coche y fuimos juntos hacia la parte delantera del coche y ahí estábamos juntos pero tan distantes, sentí deseos de llorar al notar su lejanía que se profundizaba a medida que pasaban los minutos.

Hizo varios ajustes con sus manos, me dijo -enciende el motor- subí al coche y gire la llave, encendiendo enseguida, salí nuevamente del coche para agradecerle, cuando me percaté que delante de mi coche estacionaba Williams y llegaba hasta donde estábamos, dándome un beso en la mejilla, y rodeándome con su brazo por la cintura, sentí deseos que la tierra me tragará. Lo vi agachar su cabeza y tomar una bocanada de aire que saco con fuerza de sus pulmones junto con un gesto de desagrado, me sentí morir.

-Gracias amigo- Le extendía Williams la mano a Kaled, y en un gestó por zafarse de su saludo levanto las manos para que apreciara que no podía estrecharlo porque estaban sucias de grasa, y seguidamente dijo en tono molesto.

-Fue un placer haber ayudado a tu... Novia- y se alejó de nosotros subiendo al coche, Williams bajaba el capote del coche mientras yo lo observaba en silencio alejarse para subir nuevamente a su coche, sus ojos irradiaban rabia, impotencia, dolor eran los mismos sentimientos de aquella noche que partió de mi lado.

En mi corazón una inmensa tristeza, una vez más lo dejaba marcharse sin luchar, y como podía hacerlo si no tenía ni una sola prueba de mi inocencia ante la cruel acusación de las fotos que había visto y que hasta la fecha siempre había pensado que todo era obra de aquel impostor que jamás volví a ver en mi vida, como si la tierra se lo hubiese tragado.

Después de aquel encuentro todo había cambiado; su amistad con Nabiha se volvió más y más cercana.

Ella una mujer hermosa utilizaba todos sus encantos para seducirlo, se había enamorado de él, y no lo dejaría escapar de su lado.

Ella lo consentía con detalles que poco a poco lo fueron empujando hacia ella, él seguía recordándome y extrañándome igual que yo a él, pero ambos tratábamos de enterrar ese sentimiento para poder seguir con nuestras vidas.

Kala la había tratado y en algunas oportunidades salieron juntos, saber eso me dolió tremendamente, pero sacaba fuerzas de donde no tenía para seguir con mi vida.

Meses después paseando con mi hija por un centro comercial, encontramos a la Sra. Amira en una tienda de vestidos de novia, tras las enormes vidrieras, Kala la visualizó y salió corriendo gritándole –Abuela, abuela- por supuesto la seguí y al entrar a la tienda veo a la chica de la que había oído hablar antes a Kala, Nabiha, era realmente hermosa, sentí mi corazón detenerse tras observar la escena, ella se probaba vestidos para su boda, al ver a la Sra. Amira con ella, era indiscutible saber que el novio era Kaled.

Sin darle tiempo a que me lastimara nuevamente con su sarcasmo; entré a la tienda enterrando mis sentimientos en lo más profundo de mi corazón, con una sonrisa natural en mis labios y extendiendo mi mano hacia la chica, me le adelantaba.

-Hola mucho gusto soy Alejandra la madre de Kala, tú debes ser Nabiha, ¿cierto? Ya kaled y Kala me habían hablado de ti (mentí), eres más hermosas de lo que me contó- (volví a mentir, nunca había hablado con Kaled de ella ni de nada) Observe como dejaba con la boca abierta a la Sra. Amira, quien me miraba atónita, sonreí victoriosa, esta vez no le daría el gusto de verme destruida...

Me volví hacia ella -Como esta Sra. Amira, le dije mirandola fijamente y con una sonrisa le dedicaba mi mejor actuación. Y con la mayor naturalidad dije:

-Se nos hace tarde cariño, despídete- Dirigiendo mi mirada hacia Kala que jugaba entre los maniquíes.

Al salir se allí tomé a la niña en brazos y prácticamente corrí hasta llegar al coche, y dentro me desboroné, llorando desconsoladamente como una chiquilla, frente a mi hija que asustada de mi reacción me preguntaba.

-¿Qué te pasa mami?

-A mami le duele la cabeza, en un momento se me pasará cariño, no te preocupes- Me aferraba al volante del coche hacia un intento fallido por detener mis lágrimas, era un dolor profundo muy profundo en el corazón experimente un vacío arrebatador, un desgarre en el alma, algo indescriptible. Saberlo en brazos de otra me mataba y no sabía cómo manejar esa situación. 

 

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Eternamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora