Capítulo ocho.

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—Necesito descansar—froto mis ojos, totalmente resignada y abatida. En realidad no me esperaba para nada aquello—.No puedo creer absolutamente nada. NADA. Esto es, simplemente, totalmente nuevo para mí—me acomodo sobre mis sábanas nuevamente y me aferro de una almohada, mirando unos segundos la pared para luego cerrar los ojos y tratar de dormir.

Recuerdo sus ojos, su mirada al perderse en mis ojos, su alto apetito sexual y la excitación que emanaba de todo su cuerpo. Sus manos, sus dedos al recorrer cada curva de mi cuerpo, cada roce que me hacía estremecer y sentirme apresada. Sus labios, el sabor de estos y la suavidad con la cual se marcaba así mismo en mi piel.

—Alba, te buscan—me informa Kaire, parada en mi puerta mientras juega con su cabello.

— ¿A mí?—frunzo el ceño, dudando un poco que sea una visita para mí. No había dado dirección alguna a nadie.

—Sí.

Me espero unos segundos pero luego entro nuevamente a mi habitación y me pongo unos tenis, acomodando un poco mi cabello en el espejo y verificando si mi aliento no está mal. Bajo las gradas y abro la puerta sin mirar por la mirilla.
Mis ojos se quedan clavados en lo que tenía frente a mí y siento como una oleada de nervios comienza a recorrer todo mi cuerpo, dejando mis manos heladas y mi escaza habilidad de hablar a flote.

—Jamieeeeeeee....qué, ¿Qué haces aquí?—canturreo, mirando dentro de la casa por si nadie me está escuchando.

—Hola—sonríe—. No estaba seguro que vivías aquí.

— ¿Quién te dio mi dirección?—pregunto, acercándome a él para darme un beso en la mejilla. Era lo menos que podía hacer. ¡Lo estaba dejando afuera y no lo estaba dejando pasar!

—Carrie—frunce el ceño mientras trata de recordar mejor el nombre.

—Carly—le corrijo.

—Sí, ella—vacila y, luego de ambos quedarnos mirando por unos segundos en silencio, mueve su mochila y corre el cierre de uno de sus compartimientos—.Te traje algunos apuntes de la clase—me tiende unas hojas y yo las recibo con una sonrisa—. Perdón si están un poco arrugadas, es que tuve que guardar todo a la volada—hace una mueca y yo niego con la cabeza.

—No, gracias. No debiste molestarte—veo atentamente lo que está escrito y sonrío al darme cuenta que tiene una bonita letra.

—No fue una molestaría—sonríe y acomoda nuevamente la mochila en su hombro—.También quería disculparme contigo. Creo que tu novio se molestó.

— ¿Novio?

—Sí, ahmm...quise hablar con...—vuelve a perder la mirada en la nada.

— ¿Harry?

— ¡Sí, él!—chasca los dedos mientras me mira—. No tomo muy bien mi disculpa—frota su cabello y la desliza hasta dejarla en la parte de atrás de su cuello.

— ¿Qué te dijo? —le sigo el juego, queriendo saber más de lo que había pasado.

—No dijo nada—ríe mirando el suelo.

—Oh—suelto con una gran cantidad de decepción—. Es que... no es mi novio.

Eleva la mirada y me sonríe. Sus ojos azueles tenían ese no sé qué que te hipnotizaban al instante.

—Bueno, no lo sabía. Supongo que...por ello no tomó a bien mis disculpas.

—No te preocupes—sonrío.

— ¿Quieres salir un rato?—me señala el auto a sus espaldas.

—Yo...—tiro una mirada general a lo que estaba adentro y luego la desvío hacia la habitación de Harry, la cual aún sigue cerrada—. Supongo que sí—asiento y me pongo de puntillas nerviosamente.

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