Colofón.

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11/09/09.

Han pasado casi cinco meses desde que desperté de aquel sueño. Cinco meses desde que Alba se presentó en casa y, con una sonrisa, anunció que sería mi tutora en la Universidad y en casa. La idea me era magnífica, porque quería construir una historia junto a ella.
Pero no pensé en que ella tal vez no quisiera ser parte de esta.
¿Que por qué? Simple. No me quiere.
Debí saber que esto era la vida real, que no todo era como una persona se lo plasme en sus sueños ni en todos los ideales. Aquí nadie podía tener un final deseado.

Camino por casa tratando de buscar algo con lo cual pasar la tarde. Ya no soy parte de la membresía, y tenía muchas cosas que arreglar frente a Eddie, la cabeza de toda esa organización.
La Universidad sí que podía resultar ser agobiante, porque me estresaba el sólo saber que ahora la gente habla conmigo. Era extraño. Nunca antes había pasado. Era como si al despertar del sueño todo, irónicamente, haya cambiado.
Y yo que pensaba que el único que cambió fui yo.
Muchas chicas me invitaban a fiestas o a que les ayude con la tarea de Química, pero a mí lo único que me importaba era ella. Cada vez que salía en pijama por casa o me regalaba una sonrisa, me tensaba el cuerpo y la sangre no llegaba a mi cerebro.
Comprobé que aún se puede vivir sin sangre en el cerebro.

—Hola—me acerco a Alba, la cual está sentada en la vereda frente a casa—. ¿Cuántas cuantos autos pasan por casa?—bromeo.

—Estoy pesando—me sonríe y agacha su cabeza—. A veces es bueno tener un poco de ruido sin importancia mientras piensas. ¿Y tú?

—Pues trato de buscar algo útil que hacer—agacho la cabeza también y la elevo al cielo para ver las nubes.

— ¿Crees que hoy llueva?—me pregunta y me doy cuenta que está también mirando el cielo.

—No lo sé, soy médico no meteorólogo—la veo y ella rueda los ojos mientras ríe—, pero, por mi experiencia en esta ciudad, puedo decir que...tal vez.

—Vaya, qué respuesta—ríe apoya su cabeza contra mi hombro.

Me quito el abrigo y rodeo su cuerpo con este, tratando de que así no tenga frio. Paso un brazo sobre su hombro y vuelvo a atraerla a mí, ya que se había apartado cuando me quité el abrigo.

—Sabes, creo que regresaré a España.

— ¿Por qué?—pregunto con rapidez. No puede apartarse de mí. No debe hacerlo. Siento cómo mi corazón se detiene pero luego vuelve a bombear sangre.

—Pidieron mis servicios como psicóloga, pero yo te veo perfectamente bien, Harry.—eleva su vista para mirarme y tengo su rostro tan cerca al mío que puedo sentir su respiración chocar contra mi nariz—. A las finales tus padres van a darse cuenta que has mejorado sin mi ayuda.

¿Bromeas, verdad?

— ¿Y que pasara con Jamie?

Me duele el tan solo decir su nombre. Él era el que le causaba sonrisas y felicidad en la Universidad.

— ¿Qué con él?—frunce el ceño ante lo que le he preguntado—, es solo mi amigo. Sé que me extrañara pero...no lo sé—suspira y se queda unos segundos más en silencio—. ¿Tú me extrañaras?—susurra y vuelve a elevar la vista a mí.

Mi corazón vuelve a detenerse y tengo que toser para que reanude su trabajo. ¡Otro descubrimiento! Se puede vivir después de constantes 'paros cardiacos'
Elevo la vista al ciello para tratar de hallar las respuestas en las nubes, pero sólo encontraba respuestas que sí quería dar, cómo: 'Te amo, ¿cómo no extrañarte?'
Siempre pensé que dejar ir a la persona que amas era una estupidez. O sea, ¿quién deja ir a la persona que le hace feliz?
¿Lo ves, ahora te das cuenta cuan estúpido es?

— ¿A qué viene esa pregunta?—sonrío y la veo con detalle. Estaba en silencio, con los labios cerrados por el frio y las pestañas aleteando con lentitud.

—Es que...creo que eres la única persona a la cual extrañaría al volver a España.

Miro en dirección a sus labios y los tiene un poco más presionados. Trae en sus mejillas un color rosa y no sé si es por el frio o si está avergonzada. Tenía un color rosa también en sus labios, y no puedo evitar el recordar cuan suaves y cálidos eran. Encajaban en todo, y por todo me refiero en todo.

— ¿Fui el único?—susurro. Estaba pensando en voz alta. Sus ojos me miran confundidos y sus labios se apartan ligeramente para hablar.

LovesickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora