Capítulo diez.

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— ¿No sabes que espiar a los demás es de mala educación?

— ¿Y tú no recuerdas que esta es mi casa y que tampoco puedes opinar nada? —sujeta mi quijada y la aprieta fuertemente.

Lo miro a los ojos y me reservo el hecho de querer abofetearlo o hacer una rabieta.

—No me interesa si tienes novio, tú seguirás trabajando para mí—suelta mi quijada y la tomo para moverla un poco.

—No es mi novio—mascullo en voz baja, pero me doy cuenta que no fue tan bajo.

—Oh cierto, había olvidado que te besas con el primero que se te presente. Te espero en mi habitación en diez minutos.

—Mi horario de trabajo ya acabó—musito, esperando que lo que haya soltado no lo escuche. Pero lo hizo.

— ¿Tienes el descaro de decir que tu horario de trabajo ya acabó, cuando lo único que hiciste fue ¡largarte con un tipo!? ¡No me quieras joder la paciencia, Alba!

—Es solo que yo...

— ¡Para de decir cosas sin que yo te dé la orden para hacerlo!—golpea con el puño de su mano el barandal de las gradas—. A mi habitación, ahora.

¡Lo odio, lo detesto! Y lo peor es que yo sola me metí en esto. Pero, por Jesucristo, ¿qué tenía en la cabeza?
Subo a mi habitación y golpeo las almohadas con la mayor fuerza que tenga, las tiro a las paredes y doy una rabieta sobre mis sabanas. No quería llorar, pero mi madre siempre me dijo que si tenía algo malo en mí tenía que tirarlo así.
Mi móvil suena y puedo suponer que es Jamie. Y lo es.

▬Buenas tardes.

▬Hola—respondo, sintiéndome completa y absolutamente decaída. Simplemente no quería hablar con nadie.

▬ ¿Pasa algo? —pregunta con una cierta duda en sus palabras.

▬No, nada, es solo que...ando un poco mal—vacilo, fingiendo que, tal vez, sea por mi ciclo menstrual.

▬No te gritaron, ¿verdad?

▬No, no—lo siseo—. Ya se me pasará. ¿Cómo estás tú? ¿Estás con tu padre?

▬Estoy bien y sí, estoy con papá ahora.

▬Me alegro. Oye, hablamos más tarde, ¿sí? —miro el reloj y me percato que mi rabieta duró más de lo esperado.

▬ ¿Segura que todo va bien? —pregunta de nuevo.

▬Sí, no te preocupes Jamie. Cuídate.

▬Igual tú.

Al cortar la llamada lanzo una última mirada al reloj de la pared. No puedo estar preocupada y curiosa por lo que pasará en tan solo unos minutos. ¿Cómo es todo esto? ¿Solo sexo y ya?
Camino de un lado para el otro en mi habitación y miro las paredes, tratando de encontrar, inútilmente, una respuesta a todo lo que acontecerá. Todo esto me aterra.
Me limpio el rostro con paños húmedos y decido salir de mi habitación. Divago un poco pero al final decido llamar a la puerta.
Adoré y a la vez odié los segundos que Harry demoró al abrir la puerta.
Me mira, sorprendido, rueda los ojos y camina nuevamente dentro de su habitación.

—Pensé que te cambiarias de ropa—deja caer su cuerpo sobre su cama y coge el control de la TV para subir o bajar el volumen.

—No creo sentirme cómoda de otra manera—juego con las puntas de mis zapatillas y me quedo parada ahí mismo sin moverme.

—Ah.

— ¿Qué se supone que haga?—pregunto luego de unos laaargos segundos sin decir nada. Ya había recorrido y memorizado las cosas que estaban en su habitación.

—Oh, lo olvide—da un salto y se levanta. Camina hasta su escritorio y luego se gira hacia mí—.Ten—me da una pila de libros junto a unos anotadores.

—Qué, ¿qué se supone que haga con esto?—bajo un poco mi cuerpo por la fuerte carga en mis brazos y lo miro confundida. Sé que no sé mucho sobre el tema del sexo, pero no es como para que tenga que instruirme de cómo se logra un buen orgasmo o esas cosas.

—Hoy harás mis deberes, ya que no tengo ganas de hacerlas—sonríe y hace que la imagen ruda que tenía de él, hace unos minutos, abajo, se esfume.

Bueno, creo que es mejor estar gritando por el ejercicio que no te sale a gritar por eso que no sale y solo entra.

— ¿Tareas?—gimoteo.

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