Capítulo catorce.

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Narra la autora.

Mientras Harry dormía a un costado de Alba, esta lo observaba cuando no podía conciliar el sueño. Miraba como sus pestañas parpadeaban lentamente estando cerradas, como es que su pecho se inflaba a un ritmo constante y, aún más fijamente, el sonido del aire salir por sus fosas nasales.
Lo miraba mucho, porque sabía que no podía negar lo que ella sentía: estaba enamorada del chico que no podrá corresponderle lo mismo. Y ella lo sabía perfectamente.

Pasa su mano por su pecho y se va percatando constantemente que este no se despierte con su tacto. Sonríe y luego de unos largos segundos siente como que es que Harry comienza a moverse en su sitio. Alba en un principio piensa que es porque se ha dado cuenta que ella lo está tocando, pero cuando nota que sus ojos aún están cerrados es cuando se da cuenta que está teniendo un mal sueño.

—Va...Va...—susurra y mueve su rostro mientras suelta pequeños quejidos. Alba toma su cabeza y la pega a su pecho, sobando su cabello mientras trata de sisearle.

—Tranquilo, no pasa nada—susurra, dejando pequeños besos sobre su nuca—. Yo estoy aquí, nadie te hará daño. Yo te voy a proteger—susurra y siente como es que Harry se acurruca a su cuello y la abraza.

— ¿No me harás daño?—solloza. Y es en ese momento cuando a Alba se le quiebra en corazón.

—Nunca te haré daño—responde y baja la mirada para darle un beso en los labios.


Narra Harry.

''Se le condena a 10 años de prisión''

Mi cuerpo se tensa y mi asma regresa luego de dos años. Mis manos sudan y lágrimas caen de mis ojos sin control alguno. Tiro la mirada a mi madre y esta agacha la cabeza mientras se entierra en los hombros de mi padre.
Trato de hallar respuesta alguna ante esto y lo único que logro es dejar caer mi cuerpo y comenzar a llorar.

¿Por qué, porqué me haces esto?


Abro mis ojos y puedo ver que estoy en el dormitorio de Alba, la cual está sentada en el buro del ventanal. Trato de levantarme pero, al momento de inclinarme, siento como se cae la venda que tengo en la frente. Palpo un poco mi rostro y me doy cuenta que la venda está caliente.

—Al fin despiertas—me susurra y Alba ya está a mi lado.

—¿Qué pasó?—pregunto, mirándola mientras froto mis ojos y trato de mirarla con claridad.

—Estuviste con fiebre alta y...no pude hacer nada más que tratar de controlar la situación. Pensé que tal vez no querrías que tus padres se enteren de esto.

—¿Qué hora es?—carraspeo mi garganta para tratar de aclarar mi voz ronca.

—Casi las dos y media de la tarde.

—Mierda—gruño y lanzo las sábanas al pie de la cama, caminando hasta la puerta para dirigirme a mi habitación.

Siento que ella me sigue y puedo darme cuenta que está nerviosa. No hago caso a lo que hace y me meto al tocador para enjuagar mi rostro y hacer gárgaras con el enjuague bucal, ya que no tenía suficiente tiempo como para darme una ducha.
Al entrar, me percato que Perla, obviamente, ya no está; y me pongo a pensar en la excusa que Alba le habrá tenido que dar a Perla sobre porqué estaba durmiendo yo en su cama.

— ¿Saldrás?—me pregunta, levantándose de mi cama al verme salir.

—Sí—respondo cortante, mientras busco algo que ponerme en el cesto de ropa limpia. No quería entrar al armario y demorarme en buscar algo que ponerme.

—Pero aún estás con fi...

—Eso no importa, ¡deja de preocuparte por mí!—vocifero con molestia ante sus comentarios tan constantes.

Sé que no debía gritarle, pero me doy cuenta tarde cuando veo que presiona los labios y se limita a asentir.

—Bien—susurra y se gira para salir de la habitación.

—Alba...—mascullo en silencio pero es tarde, así que me quedo callado.

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