Capítulo doce.

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Narra Harry.

Otra vez mis pestañas amanecen húmedas, mi cuerpo tenso y mi mirada perdida. Eran las 3:46 a.m. La luz de la luna podía pasar por la pequeña abertura entre mis persianas y me corroboraban que, otra noche más, no pude conciliar un sueño tranquilo. Me levanto para estirar el cuerpo y limpiar las lágrimas secas que están en mis mejillas.

'Lo lamento tanto Harry'.

Camino hasta el tocador y tiro un poco de agua fría a mi rostro, tratando de así quitarme las manchas que aún han quedad en mi cara. Las ojeras que tenía bajo mis ojos carcomían mi mirada y mis ojos tenían un ligero color carmín entre las pupilas.
Enrollo una toalla en mi cuello y suspiro.

— ¿Otra vez temprano?—me pregunta Jhon mientras este corta el césped del jardín.

—No he podido conciliar el sueño—respondo y siento la frialdad de la madrugada. ¿Cómo es que Jhon podía soportar todo este frio si tan solo tenía su abrigo como cobijo? Froto mis brazos y luego mis manos, tiritando un poco mientras me acerco a él para cerciorarme que esté haciendo un buen trabajo.

—Esta es la tercera vez en esta semana. Debería recibir atención.

—Hablé con mi padre sobre esto, y él ya habló con mi madre.

—Me alegra mucho escuchar eso, joven Harry.

Expando una pequeña sonrisa en mi rostro y golpeo levemente su espalda, conduciendo mi cuerpo nuevamente dentro de casa, ya que no puedo soportar más el frio. Cierro la puerta tratando de no causar ruido alguno y paso mis dedos por el ventanal del salón.

La noche compartía su frio con la madrugada y el día su calor con el atardecer. ¿Cómo es posible que alguien no pueda compartir su felicidad con otro?

Regreso a mi habitación y me tumbo a la cama, esperando que pueda conciliar el sueño y que por fin pueda tener un descanso placentero. Y me quedo dormido en menos de lo pensado.

Abro mis ojos y tiro un largo bostezo mientras estiro mis brazos y luego los bajo para frotar sobre mis ojos.Miro el reloj y, poco a poco, voy descifrando lo borroso que se ven los números. Son las 10:10 a.m. ¡Mierda, la Universidad!
Entro a la ducha y dejo correr el agua fría en mi cuerpo. Ciertamente Lina no había hecho un buen trabajo ayer. Me había jodido mucho.
Cojo ropa limpia y me lo coloco, saliendo por la puerta para poder bajar las gradas.
Y recuerdo que la llave que busco está en la habitación de mis padres.
Camino por el pasillo y, con la prisa, choco con una chica, la cual deja caer la toalla que estaba enrollada en su cuerpo y deja a luz su cuerpo al desnudo. No.

—Lo—lo siento—escucho que susurra y recoge la toalla para volver a enrollar su cuerpo.

Valga madre, ¿qué afán de quitarse la ropa tienen?

Lo que sea.
Doy un vistazo rápido a su cuerpo antes de que se cubra y camino con indiferencia, esquivando así aquella escena tan bochornosa. Me giro para ver si aún está pero no la encuentro.
Entro a la habitación de mis padres y busco de volada en todos los cajones de su cómoda.

— ¿Dónde mierda está?—mascullo, tirando las cosas con fastidio, ya que esperaba poder encontrarla hoy mismo—. Juro que encontraré esa jodida llave—trato de ordenar todo lo que tiré y salgo de la habitación.

Bajo las gradas para dirigirme a la cocina y coger un vaso con agua. El médico me había advertido que tener poco agua en mi organismo, junto a mis escasas horas de dormir, era muy malo, ya que mi organismo no reaccionaría bien a tan cambio.
Escucho una voz femenina desconocida, así que inclino mi oreja y le pego contra la pared. Era la primera vez que hacía esto, pero que alguien me mencione sin conocer era algo de lo cual quería saber antes de afrontarlo.

Un momento, acaso la chica que estaba arriba y que, por lo que parece, es la misma de ahora, ¿Era ella?

— ¿Cuidarme?—irrumpo entre su conversación, empujando la puerta con fuerza para aproximarme a ella.

—Con permiso—susurra la mucama y sale con la cabeza gacha.

—Lamento lo de hace un rato—susurra agudamente y trata de acercarse a mí.

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