Capítulo veintinueve.

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—Alba, dime que pasó, por favor—me toma de los hombros y los frota suavemente—. Sé que eres pésima para las mentiras.

Cierro la puerta de casa y me acerco al sofá para recostar mi cuerpo. Me costaba demasiado poder hablar algo, en especial si es de esa magnitud.

—Me asaltaron ayer—susurro y agacho la cabeza cuando sé que lo voy a seguir diciendo—, y me tocaron un poco.

— ¿Cómo que te tocaron?—sé que me está mirando con los ojos como platos quebrados—. Hijos de perra. ¿Te hicieron daño?—se arrodilla y levanta mi rostro para verme.

—Solo me tocaron un poco y me robaron. Eso es todo.

— ¿Qué hacías sola?—me regaña—. Alba, sabes que no conoces la ciudad en su totalidad, ¿y sales sin ninguna compañía?—bufa unos segundos pero vuelve a regresar su vista en mí—. Pero estás bien, ¿verdad?

—Sí, de no ser por Harry yo no estaría aquí—le digo.

En ese momento Harry estaba bajando los escalones mientras tiraba un bostezo tras su mano. Le miré y pude ver que estaba frunciendo un poco los ojos para poder ver con quien estaba. Mi hermano, por su parte, se levanta y, con ganas de llorar, abraza a Harry. Este solo se queda quieto y da unas pequeñas palmadas en su espalda.

—Gracias—le susurra—, gracias por cuidar a mi hermana.

Harry me observa con nada que decir. No sabía si sus palabras estaban bañadas de sarcasmo y que, apenas acepte la recompensa del abrazo, me lanzaría un puño en la boca del estómago, o si realmente era en serio el agradecimiento.
Asiento con la cabeza y me cruzo de brazos. Harry forma una pequeña sonrisa y mira a mi hermano.

—No hay ninguna necesidad de agradecer—responde con su exquisita voz ronca de recién levantado.

—Tal vez podrías salir con nosotros más tarde y despejar así lo que le pasó a Alba. Nuestra madre no tarda en llegar—le ofrece Zac mientras me voy acercando a ellos. Este me rodea el hombro y me apega a él.

Harry agacha la cabeza y presiona los labios.

—Lo lamento pero, en un rato debo ir a la Universidad.

—Oh, bueno. Será para otra—sonríe y me mira—. Y tú, ¿también irás a la Universidad?—asiento y este hace lo mismo—. Bueno, los dejo. Nos vemos luego.

Me despido de mi hermano con un beso en la mejilla y un abrazo.
Al cerrar la puerta, me giro para ver a Harry y negar con la cabeza. Este se acerca y me da un pequeño beso.

—Qué malo fuiste—le digo.

—Estaba confundiendo las cosas—sonríe.

— ¿En qué sentido?—frunzo el ceño—, solo quería mostrarte su agradecimiento.

—Diferencio ambas cosas. Nosotros no somos nada, pequeñaja. Más que amigos, podría ser. Eres mía—me susurra lentamente y siento el olor a menta de su boca.

Sonrío avergonzada y subo junto a él las escaleras.

— ¿Te ducharás?—le pregunto.

—Por supuesto, ¿nos bañamos juntos?

—Sería un placer pero...no me sentiría del todo cómoda.

Camino por el pasillo de camino a mi habitación y puedo escuchar la protesta de Harry a mis espaldas. Este entra a su habitación y yo hago lo mismo. Camino hasta el tocador y cojo jaboncillo, el champú y el jabón intimo para poder meterme a la ducha. Me quito toda la ropa y la dejo sobre el lavabo de cerámica. Entro a la ducha y siento el agua tibia correr por mi cuerpo y refrescarme. Suelto un jadeo y cierro los ojos mientras muevo mi cuello para que el agua caiga en todos lados.
Siento que alguien rodea mi cintura y besa mi cuello con delicadeza. Sabía que era Harry.
Me giro para verle y este coloca su miembro debajo de mi feminidad, haciendo que mis piernas se abran para que este pueda caber. Observo sus ojos y veo todo tu torso mojado. Mi respiración estaba muy agitada y podía hasta pensar que me ahogaría con las diminutas gotas de agua.
Harry toma el pote de jabón íntimo y coloca unas gotas en la yema de sus dedos. Baja hasta mi feminidad y, con delicadeza, lo introduce en mí y hace pequeños movimientos con estos. Gimo contra su pecho y presiono mis manos en su espalda.
Acomoda su miembro en la entrada y embiste en mí con total delicadeza. Puedo ver como pequeñas manchas se forman bajo la venda de su ceja por la rapidez y los movimientos.

—Qué...velocidad—me sujeto de su espalda y sonrío.

—Que firmeza, señorita Bale—responde con agitación—. Es usted muy aplicada.

—Aprendí del mejor—muevo mis manos hasta su herida y al froto suavemente. Me susurra un: Estoy bien; y sé que está mintiendo. Veo la sangre bajar por su venda y deslizarse por su mejilla. Acerco mis labios y doy un pequeño beso sobre su herida, pasando mi dedo sobre su mejilla para borrar la sangre. Harry, al ver tal acto, se acerca para besarme y tinturar ambos nuestros labios con su sangre.

—Haces que siempre quiera más—respira—, pero luego me doy cuenta que me dejas exhausto.

No existía mejor manera que limpiar mi cuerpo con él.

Luego de secar mi cuerpo y volver a hacer el amor en mi habitación, decidimos vestirnos para salir a la Universidad. Harry va a su habitación y me pide que no demore mucho.
Me visto lo más rápido que puedo y bajo las gradas hasta la cocina, sosteniendo la secadora manual y un cepillo para el cabello.

— ¿Ahora sí podremos hablar?—me pregunta Kaire desde la alacena. Coge una butaca y se sienta—. ¿Qué te traes con el joven Holt?

Apago la secadora y suspiro para poder hablar.

—Buenos días, Kaire—escucho la voz de Harry a mis espaldas—. Guapa—me susurra en el oído y besa mi cuello.

Kaire se queda en silencio, tratando que su boca no caiga hasta el suelo. Asiente y sale de la cocina, dejándonos solos.

— ¿Por qué está tan sorprendida?—ríe y coge un vaso de jugo.

—Por la noche anterior.

—Pero no es algo de otro mundo, ¿no?—levanta las cejas e inclina el vaso para tomar del.

—Oye, yo quería—canturreo en protesta.

Se acerca a mis labios y, con el jugo aún en la boca, me besa. No era un simple beso, porque con su lengua impulsó el jugo para que pase hasta mi boca. Asquerosamente exquisito.

—Qué...original y...atento—seco mis labios con mi lengua y paso el jugo de naranja.

—Lo sé—toma mi mejilla y la soba suavemente.

—Buenos días—escucho lavoz del padre de Harry y me giro para poder verle—. ¿Interrumpo?

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