Capítulo treinta y seis.

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Son las once con treinta y seis de la mañana. Leyn sabe que estoy con Alba; Perla no ha parado de molestarme cada vez que puede y mis cosas están por llegar a mi departamento. Alba ya tiene sus cosas en la habitación que incluí junto a la mía y, por si fuera poco, vivirá conmigo lo que nos falte por culminar la Universidad.

— ¿Aún no llegan?—me pregunta al verme entrar en su habitación. Está acomodando su ropa en los cajones.

—Me dijeron que están en camino—sonrío—. ¿Necesitas ayuda?

—Creo que podrías servirme como bebida energética—ríe—. Tengo algunas cajas en la sala.

—Estoy en ello—me giro y camino hasta el salón.

Bajo y veo que tiene solo un par de cosas. Veo el diario de Alba, el cual leí hace unos días y escribí algo que no sé si esté seguro ahí. Quise borrarlo pero el miedo de que pueda verme hizo que lo oculte detrás de mí, entre mis pantalones. Acomodo mi playera para cubrirlo y subo las dos cajas que faltan.

—Creo que son todas—la dejo sobre el suelo—, ¿algo más señorita Bale?

—Creo que eso es todo, joven Holt. Muchas gracias.

—Es más que un privilegio.

Escucho el timbre y presiono los botones sobre la pared par que la puerta se abra. Federick entra junto a los otros chicos, los cuales están dejando las cosas en mi habitación. Le doy un billete de diez dólares a cada uno y se marchan. Federick me cuenta que mi padre ya ha firmado los papeles de divorcio y que, como es de mutuo acuerdo, no tardará mucho. También me comenta que la casa ha quedado a mi nombre y que Leyn se ha mudado a Italia junto a su nueva pareja.

—Puedes quedarte. Estamos a punto de pedir algo para comer.

—No se preocupe, no me gustaría incomodarlos—sonríe y yo río.

Me despido de él y camino hasta mi habitación, desviando mi rumbo hacia la deAlba.

— ¿Pasa algo?—pregunto.

—No encuentro...algo—acomoda cabello tras su oreja. Se nota muy angustiada.

—Tal vez lo olvidaste.

—No. Recuerdo muy bien haberlo puesto en una de estas cajas—todo está en el suelo ahora y puedo ver que está buscando entre las últimas cajas que traje—. Es muy importante.

—Ya lo encontrarás—la aliento.

No, no lo encontrará.

Me sonríe y regreso a mi habitación para ordenar mis cosas. Comienzo con lo básico: la ropa.
Sé que tengo mucha ropa, y también sé que no he podido traer toda. He mandado gran parte de mi armario a un hogar de donación, así que tengo mucha ropa que comprar en estos días.
Siento el peso deAlba caer sobre mi espalda cuando ordenaba los cajones inferiores. Me sonríe y le cargo para recostarla en la cama y besarla unos segundos.

—¿Necesitas ayuda?—susurra—, tú me ayudaste, tengo que devolverte el favor.

—Tal vez podrías devolvérmelo diferente.

—Tú dirás—se muerde el labio y me besa.

—Siempre interrumpo momentos mágicos—escucho la voz de mi prima en la puerta y me levanto lo más rápido que puedo para apartarme de Alba.

— ¿Cómo entraste?—le pregunto con una sonrisa.

—La puerta estaba abierta—ríe.

Mierda, olvidé activar la seguridad.

—Pasé un rato a verte, pero no pensé interrumpirlos—ríe mientras ve comoAlba se cubre el rostro.

—Fue un buen momento—río y camino junto a Perla hasta el living.

—Retiraron la denuncia, Harry. No tienes un juicio más.

—No sabes cuánto me alegra escuchar eso—sonrío—. Enterarme que el bebé no es mío también me ha alegrado demasiado. No estoy en la edad como para tener un hijo aún.

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