Capítulo treinta y siete.

5.2K 202 24
                                    

Narra Alba.

Esta es la segunda prueba que sale negativa. Pero hay algo malo aquí, que no son cuatro como las positivas. Basta que solo salga una positiva para alarmarse.
¿Qué haré con un bebé?

La idea me aterra. Ni Harry ni yo queremos tener un bebé. Harry. ¿Cómo se lo diré? Estará furioso. Molesto conmigo. ¿Qué se me pasó? Me cuidé, me cuidé perfectamente. Asistía con normalidad donde mi ginecóloga.
Esto me aterra demasiado.

Intento comunicarme con Harry pero su móvil está apagado.
Aprovecho que no está, y que dijo que vendría temprano, para preparar la cena y una atmósfera perfecta para decírselo.
Camino hasta la cocina y reviso que puede servirme en la nevera. Tal vez si cocino algo de España me vendría fácil, ¿no?

Termino de colocar el queso rallado sobre lo que he preparado y lo meto al horno. Tengo exactamente nos veinte minutos para ducharme antes que se me queme lo que tengo en el horno.
Corro a la habitación y me doy una ducha, tratando de sumergirme totalmente en el agua para que mi mente esté relajada.

¿Cuánto tiempo llevaré de embarazo?
¿Cuánto tiempo esa pequeña parte de él está dentro de mí?
¿Cuánto tiempo me costará el decírselo?
¿Cuánto tiempo tardaré para asustarme de la idea de ser madre?
¿Cuánto tiempo podré aguantar?

Preguntas y preguntas, pero no hay respuestas.

Las horas han pasado y Harry no ha aparecido. Apago las velas y camino en dirección a mi habitación, mirando que son las dos de la mañana y Harry no se ha aparecido.

— ¿Qué pasó?—pregunto cuando veo que está entrando por la puerta a la mañana siguiente—. Dijiste que vendrías a pasar la noche y no has venido.

—No veo el problema—me mira—. Está bien, lo lamento—se acerca a darme un abrazo y veo que arruga la nariz—. Eso es...

—Lo que está en el tacho—respondo y ruedo los ojos, caminando de nuevo a mi habitación.

—Alba, lo lamento—toma mi brazo y tira de el—. Perdóname por favor—me da un beso rápido y le sonrío.

Lo abrazo y decido perdonarlo, porque tengo algo mucho más grave que contarle.
Olfateo el perfume de una mujer y sé que no es mío. Bajo su playera y veo que tiene una marca roja en el cuello.

—¿Qué es esto?

—Perdóname, estaba...

—¿Estabas qué?, ¿inconsciente?—me burlo—. Tal vez puso algo en tu bebida—ruedo los ojos—, o te secuestró.

—El alcohol me viene un poco mal y Perla demoró bastante—se defiende y aún luce tranquilo.

— ¿Le echas la culpa a tu prima por tus actos? —grito. Esto era inaceptable—. Sólo dime una cosa, ¿tuviste sexo con ella?

—Te digo que estaba inconsciente—masculla.

Eso es un sí.

Entro a mi habitación y cojo el maletín de debajo de mi cama, lo saco y abro el armario, arrasando con todo para que entre lo más rápido posible a mi valija. Harry entra y abre los ojos mientras me ve guardar mi ropa.

—¿Qué—qué haces?—pregunta—, ¿vas a dejarme?

—Un día dijiste que querías que te deje. Pues ahora lo haré—trato de contener las lágrimas y no puedo evitar llorar. Me levanto y le veo a la cara, llenándome así de lágrimas en los ojos—. Y una vez más lo repito, te di todo.

—No me dejes—susurra—, por favor—masculla con cólera y molestia.

Salgo de la habitación y bajo la valija al haber puesto lo necesario. Y lo único que tuve tiempo de alistar.
Me giro para ver por última vez a Harry y veo que está llorando.

—Ayer quería compartir algo contigo. Algo que era muy importante y que pensé que también lo sería para ti. Pero veo que aún no has cambiado nada—respiro hondamente y siento su mirada en la mía—. Estoy embarazada y...es lo más maravilloso que siento.

Abre su boca y puedo ver como sus ojos comienzan a palpitar. Su mirada cae al suelo a medida que los segundos pasan y puedo ver lo sorprendido que está por lo que dije. Me quedo unos segundos en espera que pueda decir algo pero no, se queda en silencio y no se mueve para nada.

—¿No dirás nada?—pregunta, rompiendo el tenso silencio entre nosotros—. Sé que nunca te he importado lo suficiente, pero no pensé que esto también sería de tu poco interés.

—Abórtalo—dice, levantando la vista a mí—, ahora—veo que tiene una mirada preocupada y temblorosa.

—Qu—Har...

— ¡Que lo abortes! —grita y golpea con fuerza la mesa, haciendo que se rompa y miles de cristales caigan sobre el suelo.

Dejo caer la valija y salgo corriendo. Marco el número uno en la pantalla y el ascensor comienza a descender.

'Sé mía'.

'Te quiero'.

'No es fácil para mí'.

'Gracias'.

Veo mis lágrimas en los espejos del ascensor y me las limpio, atemorizada por lo que estaba pasando. Ruego porque Harry no decida bajar por las escaleras y, cuando veo que la puerta se abre, agradezco de no verlo. Salgo del edificio y estiro la mano para coger un taxi.

—Zac, ¿estás en casa?—sollozo.

—Sí. ¿Alba, pasa algo?—pregunta—. Alba.

—En un rato llego—corto, mirando como Harry estaba saliendo del edificio.

Lo veo y puedo sentir miedo. Las ganas de correr y gritar me atrapan, mucho más cuando este grita mi nombre para que me quede quieta. Lo ignoro y subo al taxi que se ha parado frente a mí.
Una vez dentro del coche me echo a llorar.

El hombre que amaba, el que me había enseñado el amar, a no confiar en todas las personas, a vivir cada minuto de la vida con fervor, me había traicionado.
Me ha mentido vilmente.
El hombre con el que esperaba vivir mi vida entera ha abusado de mi inocencia y me ha roto internamente por completo.
Me ha usado como otra más.

Le digo al taxista que pare al ver la casa donde estaba mi hermano y me limpio las lágrimas para que mi hermano no me vea en esta situación.

—Alba, ¿qué pasó?

—Qui—quiero irme aEspaña.

LovesickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora