Capítulo treinta y tres.

5.7K 178 8
                                    


Me mira y me sonríe, cerrando los ojos al ver cómo me deslizo sobre su cuerpo y me arrodillo para poder bajar sus vaqueros y sus bragas. Paso mi lengua sobre su feminidad y succiono un poco para luego lamer y escuchar los gemidos de Alba. Toca mi cabello y me presiona para que siga haciéndolo. Está húmeda y, cuando alzo la vista para mirarla, me enorgullece lo que estoy causando en ella. Meto lentamente un dedo en ella y veo como su cuerpo se impulsa y me observa. Tiene la boca entre abierta y forma una sonrisa, para volver a tirarse nuevamente, cuando hago mis movimientos más rápidos y añado un dedo más.

—Oh... ¡oh! Dios santo—gime y continúo jugando con mi boca en aquella zona—. Te quiero dentro de mí, por favor—se apoya en sus codos y le ayudo a quitarse la playera. Está desnuda debajo de mí.

Busco el preservativo en mis bolsillos y ruego porque tenga uno. Lo saco y veo como me tiemblan las manos. Me sentía el hombre más estúpido del mundo al no poder romper con los dedos el sobre plateado; así que lo rompo con los dientes.
Joder, menuda suerte tengo.

— ¿Tienes uno?—le pregunto avergonzado. Había roto el preservativo y sentía el líquido en mis labios.

—No—me sonríe—, ¿importa?

Era como si sus palabras, y la manera en como lo dijo, me resultaran completamente conocidas.

—Valentina, quiero enseñarte algo.

— ¿Es urgente? —pregunta al levantar la vista y mirarme. Coloca el boli entre sus labios y agito mi cabeza para borrar los pensamientos lujuriosos de mi mente.

—Para mí sí. Anda, solo serán unos pisos arriba.

— ¿Cómo cuantos? —me pregunta al arrastrar la silla y quitarse las gafas. Le niego con la cabeza cuando lo hace y vuelve a cogerlos.

—Resta cuatro años a tu edad actual—le sonrío.

—Muy bien—sonríe y apaga las velas por seguridad. No había electricidad por la lluvia de la noche—. ¿Y dónde es?

— ¿Restaste? —me asiente—, pues ya sabes.

— ¿Es una broma? —me pregunta con incredulidad—. No me fastidies, Harry—sonríe al ver como tiro de ella para subir las escaleras.

—No sentirás los pisos, confía en mí—tiro la vista a ella y me asiente—. Juro que vale la pena.

—Tú vales la pena.

Me giro para sonreírle y esta me manda un beso.

—Ya casi llegamos—le informo y empujo para puerta metálica de lo más alto en el edificio.

—Harry, ¡está lloviendo a montones!—trata de cubrirse el rostro pero tiro de su brazo para que deje de hacerlo—. ¿Quieres que muera?—ríe, pegándose a mi cuerpo para recurrir al calor.

—No digas esas cosas—río y hago que siga caminando—. Ya estamos llegando.

— ¡¿Aún falta?!—camina y le ordeno que cierre los ojos—. Joder, Harry, ¿la gallinita?

Río.

—No. Confía en mí.

Espero unos segundos y escucho el estruendo de un rayo. Valentina abre los ojos luego de estremecerse y me sonríe.

— ¡Eso estuvo genial!—se tapa la boca y ríe—. Pero creo que deberíamos entrar ya. No estamos en condiciones como para enfermarnos—toma mi mejilla y me sonríe.

— ¿Importa?—pregunto en una sonrisa.

—Claro que sí. Si nos enfermamos tendremos que ir a alguna farmacia o clínica, y eso puede costarnos la libertad. Nos podrían encontrar. ¿Eso no te importa?

—Me importa. Muchísimo.

—Muchísimo—era como si volviera a recordar lo mismo que había dicho. Me tomo de la cabeza y me siento en la cama.

— ¿Estás bien?—pregunta colgándose detrás de mí.

Siento sus pechos chocar contra mi espalda y sonrío para que esté tranquila.
Tomo su mano y ambos caminamos hasta el jacuzzi. Alba me sonríe y estira su mano para que yo también lo haga. La rodeo con mis brazos y nos quedamos así unos minutos. Ella se levanta y se sienta en mis piernas, besándome mientras yo froto suavemente su espalda. Acomoda mi miembro en ella y entro con gran facilidad por el agua. Se encorva y eleva su cuerpo, teniendo ella el control en este momento.

Al finalizar, beso sus labios y la levanto, cubriéndola con un albornoz para recostarla en la cama. Me mira. Me sonríe. Me besa. Se acomoda entre mis brazos y ambos dormimos.

LovesickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora