Capítulo diecinueve.

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Narra Alba.


Levanto mis pestañas y me doy cuenta que Harry no está a mi lado. Había sido un sueño, o tal vez aún esté en él. Tiro las sabanas al sentir calor y camino al tocador que está en mi habitación. Rara vez lo uso, ya que el del pasillo es mucho más cómodo. Este es demasiado grande y me siento...observada por tatos espejos.
Enjuago mi boca y froto mis ojos para fijarme en la hora. Eran las tres de la mañana con veinte cinco minutos. Estaba despierta en el intervalo de la hora muerta. Uy, que miedo.
Regreso a mi cama y, antes de abrir mis sábanas para volver a acostarme, escucho pasos fuera de mi habitación. Me quedo callada, pensando que el propio ruido lo he hecho yo con mis pies, pero no. Escucho también el picaporte al girarse, pero se detiene y la puerta no se abre. Camino hacia ella antes que la persona se marche y la abro, encontrándome con la mirada sorprendida de Harry.

—Perdón yo...no quería despertarte—susurra, haciendo que sus palabras provoquen que sus ojos se llenen de lágrimas.

No digo nada, solo me lanzo a su cuerpo y le abrazo.

Quería ser como una esponja para poder absorber todo lo que le está haciendo daño por dentro. Quisiera verle feliz, contento, con la misma luz que sus recuerdos se han llevado.
Me aparto para mirarle a los ojos y callar sus lágrimas con una sonrisa, así que tomo su quijada y lo ayudo a que me bese.
Nos besamos unos segundos sin importarme el que el sonido de nuestros labios se escuche en el pasillo. Me satisfacía demasiado el sentir el cosquilleo recorrer mi cuerpo, haciendo que pierda el control y quiera más.
Harry, entre besos, me carga y quedo encima de él mientras besa mi cuello. Me recuesta en mi cama y no puedo evitar jugar con la cinta elástica de su pijama. Meto mi mano y doy con la cuenta que no trae el bóxer puesto, lo cual hace que, el simple roce de mi mano con su miembro, me erice la piel y me excite aún más.
Sigue con la mirada cada movimiento que hago ahí dentro y, cuando devuelve la mirada a mí, sonríe con satisfacción.
Estaba demasiado activa con el sueño, y no sabía si esto también era parte de él, pero quería continuar hasta sentirlo nuevamente en mí.
Frota mi mejilla y hace que mis manos estén alrededor de su cuello. Se acomoda en mí y embiste con firmeza, haciendo que suelte un grito contra sus labios. Mi respiración estaba cargada y podía sentir como es que estaba quemando aquella zona con la fricción. Me encantaba.

—Quiero ser el único que pueda saborear tu piel—me susurra—. Porque me volvería loco si alguien más intenta hacerlo.

El dolor con el que lo dijo me hizo recordar al momento en que me contaba lo que pasó hace un año. No quería volver a ser dañado. ¿Cuándo entenderá que yo no soy como las demás personas?

Mis caderas se estremecen y él hace el intento de salir antes de que eyacule. Me sonríe y me estrecha entre sus brazos, acomodándose detrás de mí para cubrirnos ambos sobre la cama.

— ¿Cómo lo haces?

— ¿Hacer qué?—pregunto ante lo antes dicho.

—Hacerme amarte—susurra y deposita un beso en mis labios para luego levantarse de la cama y salir de la habitación.

Quería quedarme con esas palabras hasta el día siguiente.
Y lo hice.
Abro mis ojos al sentir como es que los rayos del Sol chocan contra mi rostro. Ponto una mano como visera y trato de ver qué hora marca el reloj. Nueve con cuarenta y tres minutos de la mañana. Me levanto y el dolor en mi tobillo me hace recordar lo pasado ayer.

—Vamos Alba, tienes que ir a clases—me digo a mí misma. Busco mis pantuflas bajo mi cama y me las coloco, notando que mi tobillo está un poco hinchado—. Mejor debería quedarme. Esto está fatal—mascullo mientras reniego y pienso en las mil posibilidades que pasarán por la cabeza de los que me vean—. Bueno, creo que no podré darme ese lujo.

No quiero ducharme, me da miedo el tan solo entrar a una bañera.
Me visto y, mientras me quito el pijama, recuerdo lo que pasó en la madrugada. ¿Harry estuvo en mi habitación? Paso mi mano sobre mis bragas pero no siento dolor alguno, así que caigo en la cuenta que era parte del sueño.
Diablos, se sentía tan real.

Al estar lista, decido salir de la habitación y ayudarme de las paredes. Dolía un poco, pero lo suficiente como para caminar. No quería tropezar de nuevo.

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