13. El misterio Del Teléfono Celular

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Niall

Ángela tenía razón.

Londres ahora es una ciudad muy peligrosa.

Y lo que me pasó a mí no fue coincidencia.

En mi caso, solo iba a sumar una más de las listas de muertes que se suman año a año. Gracias a Dios sobreviví, aunque haya sido por extrañas situaciones que yo aún mismo no comprenda cómo sucedió.

A decir verdad, me preocupaba que Ángela se fuera sola hasta su casa, así como mis amigos, pero en efectiva me daba más miedo por ella.

Si a mí, me golpearon y me dispararon, ¿Qué le harían con una chica indefensa?

No quería pensar en las posibles atrocidades que podrían llegar a hacerle. De solo hacerlo se me revolvía el estómago.

Les dije adiós a los chicos cuando noté que mi autobús ya estaba por llegar a la estación de buses.

—Mañana estás listo desde temprano, duende—imperó Liam que aún tenía que quedarse esperando unos minutos más para el bus que lo llevaría a su vecindario—No queremos atrasarnos.

—Está bien—dije asintiendo mientras subía al autobús.

Mientras viajaba pensaba en el terror que cruzaba por mi mente por volver a caminar por esa calle, a pesar de no hubiera oscurecido aún del todo.

Partes del recuerdo pasaban a través de mi mente como escenas en cámara lenta. Como si me hubiesen pasado a mí pero que me aterraban de sobremanera. Como cuando el tipo encapuchado escupió sus palabras con asco hacia mí, haciéndome sentir peor que basura, como algo despreciable y me disparó sin piedad a pesar de que estaba indefenso, para dejarme como a un trapo sucio y roto en el callejón, desangrándome y viendo cómo mi vida se marchaba de este mundo con cada milisegundo que pasaba.

Estar muriendo es una sensación horrible. Es como si tus párpados cayeran sin desear hacerlo. Sientes que si cierras los ojos, te caerás a un hoyo profundo y negro y no habrá vuelta atrás, sin embargo, nunca caes, solo cierras los ojos y dejas de oír, de sentir, de respirar, de ver y de todo lo que te hace sentir vivo.

Un halo de luz iluminó mi mirada violentamente haciendo que parpadeara y volviera a la realidad. Advertí que estaba a punto de llegar a casa. Miré a la ventana notando el cielo totalmente oscuro. Sentí un balde de agua fría cayó encima de mí y literalmente fue así, ya que estaba cayendo una lluvia muy fuerte. Fue un poco difícil saberlo, porque los vidrios del autobús estaban empañados, sin embargo podía sentirse la humedad en todos los rincones.

Limpié la ventana con la manga de mi abrigo.

Rayos de luz se proyectaban en el espeso cielo cargado con nubes kilométricas.

No podía ser tan tarde. ¿O sí?

Me fijé en el reloj de mi celular y él marcaba las 8:23:30 p.m.

No me había dado cuenta de la fuerte tormenta gracias a viajar escuchando música a través de los audífonos y había perdido completamente la noción del tiempo.

Me puse en pie una cuadra antes de mi parada final y toqué el timbre del autobús para pedir que frenara.

Al bajarme del autobús, la lluvia golpeaba mi rostro fuertemente y me mojaba rápidamente. Me coloqué el gorro de mi abrigo tapando mi cabeza, aunque la verdad no hacía gran trabajo ya que igual, mi cabello estaba pegado a la frente.

Como una forma rápida de esquivar el agua que me estaba mojando por completo, empecé a correr hacia mi casa, que quedaba a unas tres cuadras. El autobús no me dejaba a la entrada de mi casa exactamente. Así cambiaba la ruta después de las seis de la tarde.

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora