30. Llamas

1.4K 130 21
                                    

 

Venía en el auto de Helmer. Él de nuevo me llevaba, solo que esta vez a casa.

Entre los dos había un silencio cómodo. Sólo se escuchaba el leve sonido del motor y las llantas rodando por el asfalto.

Mientras veía por la ventana, recordé el nombre la chica por la cual respiro. Ángela.

¡Dios! Nunca podía pasar más de dos horas libre de pensar en ella.

Saqué mi móvil de mi bolsillo y mientras lo desbloqueba me percaté de la hora. 9:38 p.m. Decidí que no sería mala idea enviarle un mensaje de texto para desearle buenas noches, aunque tenía mis dudas si hacerlo o no. Quizás ya estaba dormida y sería despertada y no quería ocasionarle ninguna molestia.

— ¿Podría poner algo de música?—preguntó Helmer mientras yo me debatía si sí o si no en enviarle el mensaje.

—Claro, adelante—accedí. Un poco de música para mí nunca es malo.

—Gracias—dijo y yo sonreí levemente.

Helmer volvió su mano a la radio y la prendió.

Volví a enfocar mi mirada en mi celular, lo tenía en mi mano izquierda. Me decidí y apreté el botón de la mensajería en la pantalla. Encontré la conversación de Ángela en la primera casilla, ya que las únicas conversaciones que nunca borraba eran las de ella. Apreté ahora la casilla con su nombre y me apareció el famoso cuadro que al tocarlo se mostró el teclado. Tecleé:

«Buenas noches, Ángela»

Guardé el celular en mi bolsillo izquierdo y noté que la velocidad del auto de Helmer iba disminuyendo mientras cruzábamos por la ciudad.

— ¿Qué sucede?—pregunté mientras levantaba la cabeza delante para ver por el parabrisas.

—Un atascamiento—dijo Helmer con voz molesta.

Delante de nosotros podía ver una fila de autos bastante larga.

— ¿Lo escuchas?—pregunté a Helmer. Muchos conductores sonaban la bocina de sus autos, pero yo lo que escuchaba era el sonido de una sirena.

— ¿Qué cosa?

—Una sirena—dije mirando hacia atrás de nosotros.

—No, no la oigo.

En ese momento escuché un grito de una mujer, pero muy lejano.

—Algo está pasando—dije quedamente mientras agudizaba mi oído para escuchar más en el ambiente.

Helmer me miraba atento.

Un vidrio rompiéndose.

Gritos pidiendo ayuda.

Por un momento todos los sonidos se mezclaron provocándome un ruido ensordecedor.

Gemí por el bullicio que me golpeaba en los oídos pero recordé que yo soy músico y cómo músico puedo hacer algo que tal vez otras personas no puedan. Aislar sonidos.

Traté de concentrarme en los gritos pidiendo ayuda. Bastó de unos segundos para solamente escucharlos.

—« ¡Todo se quema!»

—«Llamen a los bomberos»

—«Dios por favor sálvalos»

—«Un milagro…»

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora