41. Tarea de Investigación

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Miércoles.

Un día común y corriente como siempre suelen ser.

Iba caminando despreocupado por la acera, con mi mochila en los hombros. Faltaba poco para llegar a la universidad, así que por eso iba a paso lento, aunque faltaran quizás dos minutos para que la campana sonara.

La música que escuchaba en mis audífonos iba a un volumen muy bajo.

Desde que soy como soy no he podido escuchar la música como antes, ya que si me concentro mucho en ella, me comienza a taladrar molestamente en la cabeza.

Aún no sé si podré llegar a controlar tal nuevo don.

— ¡Annie!

Escuché un grito ensordecedor de pronto que me aturdió bastante, seguidamente escuché un frenado de un automóvil y un grito de una niña y por lo mismo comencé a mirar a todos lados, encontrándome a una distancia de alrededor de una cuadra vi a una niña apunto de ser atropellada por un auto.

Corrí a gran velocidad, por que la vida de la niña dependía de ello.

La aparté del auto cuando este estuvo a punto de tocarla a la niña.

No supe a cuánta velocidad me moví, pero debió de haber sido mucha para poder haber logrado lo que hice.

— ¡Annie!—volví a escuchar el grito de la mujer que seguramente era la madre de la niña, que aún sostenía en mis brazos. La coloqué en el suelo rápidamente y salí del lugar corriendo, antes de que alguien me pudiera haber reconocido.

Instintivamente me escondí en un callejón sin salida y quise oír lo que las personas hablaban del suceso, ya que muchas se habían comenzado a amontonar para curiosear.

Yo igualmente estaba curioso, por saber.

« ¿Fue el Héroe de Londres, otra vez?»

« ¿Alguien lo logró ver?»

« ¿Lo identificaron?»

«Yo sólo vi que la niña corrió a la calle y oí su grito junto con el auto tratando de frenar…»

«No vuelvas a hacer eso, Annie.»

«… La niña estaba en la acera, sana y salva.»

«Él, ha vuelto»

 

Ángela POV

Eran las diez de la mañana y estábamos en clase de Literatura Europea, una materia bastante aburrida, por cierto.

Niall estaba al otro lado del salón, ya que fue el único puesto vacío que encontró porque había llegado quince minutos tarde a la clase. Por lo mismo no podía hablar con él y me sentía bastante incómoda con esta ansiedad que me estaba empezando a dar, ya que aún faltaba una hora y media para salir al receso de almuerzo.

—Saquen sus cuadernos—anunció la profesora Liderman—. Les dictaré los ítems.

Rodé los ojos. Mi acción pasó por inadvertido para la profesora.

Tenía demasiada flojera de realizar las mismas actividades todos los días, que se basaban en: escuchar al profesor por horas, y luego de eso, escucharlo dictar preguntas que luego teníamos que resolver y casi siempre no se podían terminar en clase y se dejaban como tarea para la clase siguiente.

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora