49. Psicosis

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Niall


Tiré la nota que pendía de mis dedos y esta cayó al piso. Mi menta aún seguía en blanco y un extraño pitido en mi oído comenzó a sonar hasta llegar a aturdirme.

No tengo ni idea si eso fue provocado por el escalofrío que pasó a través de mi cuerpo segundos después.

Miré a la ventana dándome cuenta de que el aire frío se filtraba por ella. Me acerqué hasta ella. Las cortinas estaban cerradas. Se podía decir que no era posible que alguien estuviera espiándome a lo lejos por ella. Pero al comprobar más a fondo, me di cuenta de que el seguro de la ventana estaba abierto. ¿Pero cómo? Solamente se puede abrir por dentro.

Miré a mí alrededor en busca de alguna huella. Afuera ya se extendía el rocío de la noche y el que haya entrado a mi habitación tuvo que haber dejado huellas húmedas en la alfombra. Pero nada.

No hay ninguna señal de fuerza. Ni huellas, ni polvo. Nada (excepto el seguro abierto de la ventana) que demuestre que alguien estuvo aquí utilizando la fuerza para entrar cuando yo me fui a dejar a Ángela a su casa.

Me puse a pensar seriamente en que quizás en algunas de mis misiones salí y dejé la ventana abierta y alguien lo aprovechó. Pero no recuerdo haber utilizado la ventana sin ser visto en estos días.

No sabía qué hacer.

Por un momento, llegué a sentirme desesperado.

Estaba prácticamente comenzando con todo esto de ser un vigilante de la ciudad. Y ya tenía a alguien que seguía mis pasos y sabía de más. Sabía demasiado. Mis intenciones de pasar anónimamente por un largo tiempo se han ido a la basura.

Debía de encontrar quién es...

Reaccioné de mi ensimismamiento y me decidí por salir de mi habitación, no antes de asegurarme que realmente dejaba la ventana cerrada. Me puse mi abrigo nuevamente y revisé las demás ventanas, puertas y cada rincón de mi departamento en busca de algún indicio.

Nada.

Ni con mi vista, que ahora es bastante buena pude lograr encontrar algo. Además que se notaba que no había pasado una escoba en una semana. Eso hacía todo más difícil el encontrar una pista.

Rendido y sin saber qué más hacer llegué hasta pensar en dejar lo que estaba haciendo. ¿Pero por qué? ¡Jamás! Si justamente esa persona que sabía de mi representaba un peligro para la ciudad, para Ángela, para mis amigos o para mí, debía de en vez de seguir lamentándome aquí, activar mis fuerzas y salir más a menudo. Seguir la pista de este acosador o acosadora y ponerle fin a sus actos.

La primera nota la ignoré. Esta segunda no pasará por lo mismo.

Salí de mi departamento asegurándome de que la puerta principal quedara debidamente cerrada. Y caminé hasta llegar a un callejón sin salida. Sentía una mirada en mí que me ponía nervioso, pero no tenía ni idea de si era que ya me estaba volviendo paranoico con todo este tema.

Partiendo del callejón, salí corriendo hasta llegar a las afueras de la ciudad. Hasta la vieja mansión del Profesor Harries.

Sabía que era muy tarde como para llegar a estas horas, pero no tenía opción. Debía usar el traje con más frecuencia aunque el profesor Harries se negara a ello.

Jane, la sirvienta del profesor Harries es la que me ha abierto el gran portón de varillas de acero. Con el ceño fruncido me ha reprendido de que era demasiado tarde como visitar a mi tío (el profesor Harries le ha hecho creer que soy su sobrino).

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora