54. Zozobra

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Niall



Salí corriendo de nuevo.

Un zumbido comenzó a resonar dentro de mi cabeza, el volumen era tan fuerte que no oía a nadie ni a nada a mi alrededor.

Miré manchones de colores pasar a mi alrededor. El aire y los aromas de los diferentes ambientes en los que atravesé pasaron inadvertidos para mí.

La adrenalina hizo estragos en mí e hizo que apareciera en frente del hogar de Ángela. E iba a entrar envistiendo la puerta, pero paré de golpe al reaccionar y darme cuenta de que era una idea descabellada.

Vestía aún el traje y mi fuerza desbarataría la puerta de la entrada. Crearía un irremediable alboroto y asustaría a sus padres y a sus vecinos.

Conté hasta diez y traté con ayuda de un ejercicio de respiración a que el pulso de mi corazón redujera sus latidos. El zumbido en mi cabeza descendió.

Saqué de un bolsillo secreto del traje, mi celular y marqué su número. Me posicioné en un ángulo oculto entre los arbustos de una casa al frente, en donde pudiese ver directamente la ventana de la habitación de Ángela. Si su celular encendía la pantalla y ella contestaba, lo notaría desde allí. Lo que menos me importaba en esos momentos era despertarla a las 3:30 de la mañana. Sólo quería saber que se encontraba bien.

El número marcó.

Mi corazón martillaba fuertemente contra mi pecho y la respiración, era un resoplo continuo.

El primer timbre sonó. Y mi cabeza se gira completamente a la ventana de Ángela. El lugar en penumbras se iluminó con una tenue luz blanca a través de la cortina blanca, proyectando a su vez, algunas sombras. Volvió a apagarse.

Agudicé mi oído para poder oír algún movimiento de parte de Ángela. El celular estaba silenciado, con el fin de que este no la molestara mientras duerme.

Sin embargo, mi mente comenzó a formular todo un plan conspirativo.

Me llevé la mano a la frente y me quité la capucha y el antifaz. Hacía mucho calor de pronto y tenía la frente y el cuero cabelludo bañados en sudor. Y con la mano enguantada comencé a mover y a jalarme el cabello. Estaba desesperado.

Pero no, me dije a mismo. Debe estar durmiendo profundamente. Relájate.

No obstante, la idea no me abandonaba y no me iba a rendir hasta que supiera que ella estaba allí profundamente dormida en su cama, bien. Sana y salva.

Agudicé aún más mi oído, repelando sonidos del tránsito en las autopistas, de las risas de los vagabundos y concentrándome únicamente en la habitación de Ángela.

Aún se me hacía difícil hacerlo. Al tratar de escuchar con atención un sólo sonido, aún se me cruzaban otros cien más interfiriendo con lo que realmente deseaba escuchar.

Debes entrenar más... Aún no estás preparado.

Las voces del profesor Harries y Helmer retumbaron en mi cabeza como un trueno en la tormenta.

Respiré hondo y volví a concentrarme.

No oía nada.

Estoy realmente mal...

Suspiré fuertemente y me llevé la mano al cabello otra vez para jalarme las hebras y así liberar un poco de frustración.

Miré fijamente hacia la ventana de Ángela a la vez que comenzaba a marcar de nuevo a su móvil.

Y ahí fue cuando lo vi.

Era una noche sin viento y silenciosa. Pero el casi imperceptible ondear de la cortina de la habitación de Ángela fue lo que me alertó.

Sin pensármelo una vez más, me acerqué a su casa sigilosamente y di un salto. De pie, parado en el alféizar de la ventana me percaté de que estaba abierta de par en par, solo que las cortinas la cubrían.

La habitación dentro estaba en penumbras y poca era la luz que entraba de las farolas de la calle, pero esa fue la iluminación que me bastó para saber que Ángela no estaba en su cama.

Su celular emitió su tenía luz al recibir la llamada en proceso.

Quizás esté en el baño. Quizás está en la biblioteca privada de su hogar, quizá se levantó a comer en medio de la noche ...

Mi mente seguía formulando aún más teorías del porqué ella no se encontraba en su habitación. No obstante, mi mente dejó de excusarse cuando que vi el pequeño trozo de papel, encima de su almohada.

Lo tomé y este, con el mismo estilo de caligrafía que las anteriores notas, rezaba:

"La tengo. Edificio Vanguard. No tardes o quizás no la volverás a ver."

La tenue luz del móvil de Ángela finalizó la llamada y se apagó dejando nuevamente la habitación en penumbra y a mí con la zozobra. 

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Hola, chicas! 

(no sé si hay chicos leyendo) 

Estamos a punto de terminar. Este corresponde al último capítulo, ahora publicaré la otra parte porque lo estoy escribiendo. 

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¡Hagan sus apuestas! 

¿Quién creen que raptó a Ángela? 

Ya me dijeron varias teorías que tienen ustedes, pero... vamos a ver ;) 


El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora