—¡Oh, vaya! —escuché decir una voz falsa que utiliza el mismo mecanismo para enronquecer la voz—. Le aposté a tu novia que llegarías por el ascensor. Y al parecer he acertado.
No podía ver quién era porque se ocultaba en la oscuridad, pero sí a Ángela que estaba amordazada y atada a una silla, debido a la tenue luz de una bombilla. Tenía un gesto contrariado en el rostro y la escuché entonar un bullicioso resoplido. Sabía que le molestaba que la llamaran con la expresión de "tu novia".
—¿Cuánto creen que me deben?
—¡Déjala libre!—exclamé a grandes volúmenes firmemente.
—¿Sin antes divertirnos un poco?—preguntó—. Eres tan aburrido—resopló. Se acercó a la única fuente de luz y pude apreciarlo mejor. Vestía completamente de negro. Su traje era ajustado y sorprendentemente del mismo material que el mío. Poseía una capucha y antifaz. Podría jurar que el traje había sido confeccionado por la misma persona. Pero eso era imposible.
—¡Te dije que la dejaras libre!
—¿O, qué?—extendió las palmas hacia arriba en señal de reproche—. ¿Vas a matarme? —se rió—. Tú y yo sabemos que no matas ni a una mosca, Héroe de Londres—su voz sonó con sorna al decir lo último.
—No, pero intentaré otros medios—le dije.
Oí a Ángela resoplar y gruñir esta vez.
El desconocido bufó riendo.
—No tienes las agarras para hacer nada—dijo endureciendo la voz y alzando un puño a la altura de su pecho. Del puño brotó una luz azul marina que me dejó perplejo. Y el desconocido, aprovechándose de ello, blandió su puño y lo extendió al frente. Abrió la mano y de ella, se proyectó la misma luz. Reaccioné cuando esta estuvo a punto de impactarme.
Una gran parte de la pared en dónde ese extraño halo de luz impactó desapareció, como si la hubiese evaporado.
—Yo sí tengo las agarras—habló el desconocido—. Sólo que me daría mucho aburrimiento tener que matarte tan rápido. Así que muévete, dame un motivo para sorprenderme.
Se abalanzó en contra de mí. Y yo solo reaccioné por defenderme. Esquivé varios de sus golpes, que en su mayoría iban a mi rostro. Tenía una forma de moverse bastante corriente para las personas que practican boxeo, pero de vez en cuando hacía movimientos impredecibles como los del krav manga.
En mi caso, los entrenamientos que me daba Helmer, eran más referidos a karate, taekondo.
Logró darme un golpe en la barbilla y caí de bruces hacia atrás. El piso tembló bajo mi espalda. El desconocido era extremadamente fuerte.
Jadeé y traté de ponerme en pie, sin embargo, el desconocido, puso su pie en mi pecho imposibilitándome levantarme.
—¿Seguro que no te rindes?
—¡Jamás!—tomé su pie, lo levanté y lo tiré con todas mis fuerzas. El desconocido voló por los aires y cayó contra una parte cercana.
Rápidamente se puso en pie, riendo.
Ahora fui yo el que se abalanzó contra él y comenzó a remeterlo a golpes. Golpeé su labio, su nariz, su mejilla, su ojo y él se dejaba sin más. Reía. Me le quedé viendo perplejo viendo que la poca sangre que había sacado con mis golpes, se desvanecía cuando un destello azulino sellaba sus heridas.
—Y ahora, ¿quieres rendirte?
Saqué fuerzas dentro de mí y lo embestí con un gran golpe con mi puño en la nariz. Y él sin inmutarse, respondió con una patada en mi estómago. Me quejé. Dolía tanto, un dolor que hace mucho no había experimentado y luego vi de reojo que su puño volvió a resplandecer, dándome un golpe en la boca.
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El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎
ActionNadie sabe lo que él ha vivido. Nadie sabe lo que él siente por su mejor amiga. Nadie sabe lo que a él le pasará que cambiará su vida. Nadie sabe que él es el famoso "Héroe de Londres", ya que mantiene oculta esa parte de él. Esta es la vida de un...