A las nueve en punto de la noche, Helmer ya se encontraba a las afueras de mi apartamento. Me sorprendí bastante porque había escuchado el sonido de un motor de un auto aparcarse al frente y mi paranoia me hizo asomarme a la ventana.
Lo peor de todo es que aún no estaba listo. Apenas me había bañado y puesto un pantalón de pijama para buscarme la ropa más decente para este tipo de ocasiones.
Una corbata de color azul plomo, una camisa de vestir azul y un pantalón de tela oscura, fue lo que a duras penas encontré entre mi guardarropa. Me los coloqué sin medir nada y busqué los tenis que menos tenis parecen, unas converse completamente negras.
Salí del departamento sin cerciorarme de muchas cosas y arribé al auto negro y alargado que esperaba aparcado en la acera.
Al abrir la puerta, me encontré con una sonriente Ángela a la que sus bellas facciones se le acentuaban. Estaba maquillada, pero más de lo normal. Sin embargo, se veía igual de hermosa.
Me senté a su lado mientras la saludaba a ella y a Helmer. Este asintió de manera educada y pude percibir un estiramiento en su comisura. Estaba sonriendo también, pero seguramente debía fingir que no nos conocíamos de nada.
Ángela proyectó otra de sus hermosas y grandes sonrisas y se acercó a mi oído para decirme algo en secreto.
—¿Acaso es real que me he subido a una limusina?— estaba emocionada y sonreía en su hablar.
No sabía que algo así le sorprendiera y animara tanto.
—¿Cómo estuvo la cena con tus padres?—le pregunté sonriendo.
—Estuvo bien—comentó ella—. Sólo que no probé el pavo. Necesitaba hacerle campo a la otra cena.
Meneé la cabeza desaprobando su decisión. Yo sí hubiera probado al menos una pequeña ración.
—Pero le dije a mamá que me dejara guardado—ella aludió—. Siempre nos sobra hasta para una semana más. A menos...—dijo parando de pronto y mirándome—, que quieras llevarte a casa un poco.
Fruncí el ceño.
—De todos modos, te íbamos a invitar hoy, pero hubo cambio de planes—me informó—. Sí, así que ese pavo es en parte tuyo a pesar.
Reí meneando la cabeza a la vez.
—Bueno—dije—, no lo voy a rechazar si me lo ofreces.
Ella me dio un golpecito en el brazo, riendo a la vez, para luego sorprendiéndome, dándome un beso en la mejilla.
Aún no podía evitar de que mi rostro se calentara a temperatura máxima y traté de omitirlo, entrelazando los dedos de su mano con los míos por encima del asiento de cuero del auto de lujo.
Permanecimos en un silencio cómodo durante todo el trayecto hasta casa del profesor Harries. Muy de vez en cuando, se filtraba el rumor de los demás autos que circulaban por la autopista. Mientras tanto, Ángela no me soltaba de su agarre a mi mano y eso, me reconfortaba.
Por fin, había un segundo de paz y tranquilidad, en donde no hubiese el temor de que en cualquier momento pasaría algo que me hiciera salir corriendo. Bueno, eso era lo que quería para todo el transcurso de la noche. Una noche para agradecer realmente.
Pero jamás hubiera pensado que en esa noche se desataría la verdadera pesadilla.
Al llegar a la mansión del profesor Harries y una vez que el auto hubo aparcado en las afueras de este, le dimos las gracias a Helmer. Me bajé del auto y di la vuelta para abrir la puerta de Ángela, sin embargo, ella ya la había abierto. No obstante tendí mi mano para ayudarle a bajar.
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El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎
ActionNadie sabe lo que él ha vivido. Nadie sabe lo que él siente por su mejor amiga. Nadie sabe lo que a él le pasará que cambiará su vida. Nadie sabe que él es el famoso "Héroe de Londres", ya que mantiene oculta esa parte de él. Esta es la vida de un...