31. Propuesta

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Cuando llegué a la puerta principal de mi casa, comencé a empujarla para según yo se abriera, pero esta nunca se iba a abrir porque estaba bajo llave.

Escuché una bocina sonar y volteé el rostro.

Era el auto de Helmer, que por cierto el vidrio del acompañante comenzaba a bajar mecánicamente.

—Las llaves de su casa—escuché su voz y el tintineo de unas llaves, mientras estas se hacían mostrar al aire dentro aún del auto de Helmer.

En eso escuché pasos y autos que se acercaban así que me eché a correr apresuradamente por detrás de la casa gritando un «lo siento» que dudo que fuera escuchado por Helmer. Recorrí la casa para ver si había una ventana abierta o algo  donde me pudiera meter. No aceptaría que muchas personas en una noche me vieran prácticamente desnudo.

Encontré la ventana de mi habitación cerrada, pero sin seguro, así que la levanté y entré.

Escuché otro tintineo de las llaves, ahora seguramente, Helmer estaba abriendo la puerta de mi casa, así que busqué rápidamente ropa: una camiseta y un pantalón y me vestí. Ya listo, salí de mi habitación y en efectiva, ahí estaba Helmer de pie en la sala.

—Lo siento por hacer eso—le dije inmediatamente.

—No, no se preocupe—dijo él —. No me había dado cuenta de su falta de ropa.

Me ruboricé un poco.

—Se me quemó todo—expliqué apenado.

—Pero por lo que vi, usted no sufrió nada—él observó y yo asentí—. Sólo tiene ceniza por todos lados—él rió.  

Pasé una mirada por mis brazos y sí estaban llenos de un polvo negro.

—Necesito un baño.

—Cuando fui marín—lo miré con atención—, hubo una explosión en una cabaña que estaba llena de mujeres y niños, porque eran refugiados—noté que la expresión de Helmer había cambiado a una nostálgica y sombría—. Ellos la incendiaron y cuando quise ir por ellos, la cabaña explotó, yo volé por los aires varios metros por la onda expansiva y aún así a pesar de haber quedado sordo por días podía escuchar los gritos de ellos pidiendo ayuda.

Lo miré con pena, jamás me hubiera imaginado que Helmer fue marín y que tuvo un pasado como ese.

—Pero, no importa—dijo él sonriendo apenas —. Son cosas del pasado que debería dejar ir.

Asentí.

—Lo importante es que tuviste la intención de salvarlos.

—Niall, no se preocupe—dijo él tomando mi hombro—. Duré mucho tiempo atormentándome por ello…

—Y aún lo está—afirmé.

Helmer me miró con dolor.

Aunque él fingiera que ya eso no le afectaba, tenía la seguridad que él aún tenía ese pasado aún muy presente en su vida.

— ¿Qué tal si me ayuda a remediarlo? —le pregunté.

Él me miró ceñudo, no entendiendo a lo que me refería.  

—Podría entrenarme.

— ¿Entrenarte?

Él solamente me miró detenidamente hasta que su gestó se suavizó comprendiendo a lo que me refería.

Ángela POV

 

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora