50. Túnel Secreto

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— ¿Qué es lo que no me imagino?—pregunté despistadamente. El profesor Harries sonrió de manera desenfada y me invitó a abrir la puerta.

Por extraño que suene, mis vellos se pusieron de punta y sentí muchos nervios de que lo hubiese detrás de esa misteriosa puerta. Aunque no debería, era el profesor Harries, persona de la que yo debería de confiar, con más razón de que sabe mi secreto, además de que él ha sido la persona que me ha salvado la vida.

—No hay un perro de tres cabezas del otro lado, ¿No? —pregunté nuevamente, pero esta vez para aligerar mis nervios. Debe ser la nota, la nota que he encontrado en la habitación, me repetí varias veces. De solo pensarlo, me volvió a dar escalofríos.

Estaba siendo muy obsesionado y psicótico en ese momento.

El profesor Harries rió nuevamente por mi broma. Quizás él no entienda la referencia de lo que le hablé, pero de todos modos, le dio gracia.

Di un respingo, y presioné mi dedo índice en el botón rojo y la puerta se abrió de un solo tirón. Me encontré inmediatamente con un largo túnel al cual no le logré ver el final. Sin embargo, estaba bien iluminado por lámparas de luz de día. También es bastante alto y ancho, dando la sensación de que fuera un simple pasillo de un gran edificio.

— ¿Quieres que te acompañe para que descubras hasta dónde llega el túnel?—me preguntó el profesor Harries.

Asentí un poco vacilante.

— ¡Genial!—dijo sonriendo y adentrándose al túnel a la vez. Yo le comencé a seguir—. Este túnel contaba con apenas doscientos metros de longitud hasta la ciudad de Londres—empezó a relatar el profesor Harries—.Que para mí, puede llegar a ser una gran distancia, pero para ti y con la velocidad que puedes llegar a alcanzar, no llegarías a durar ni cinco segundos en recorrerlo.

Medité un momento sus palabras y asiento sin decir ni una sola palabra. El profesor Harries me miró y se dio cuenta de que he comprendido.

—Está adecuado para que puedas correr a una velocidad de trescientos a cuatrocientos cincuenta kilómetros por hora —volvió a hablar el profesor.

— ¿Cómo lo hicieron en tan poco tiempo?—inquirí curioso. Miré al profesor Harries esperando por una respuesta, que no duró nada en ser contestada.

—Ya estaba hecho—resolvió y yo lo miré impresionado—. Era antiguamente una salida de emergencia que tenía la mansión que se conecta con el sistema del metro y las alcantarillas. Sólo la hemos remodelado y ampliado—tomó una pausa—. Aquí, aunque no lo creas, llegó a habitar muchas personas—me miró sonriente—. Todos mis ancestros—volvió a reír—. Y rumoran que aquí habitan fantasmas. Lo que lo aseguran son los vecinos que tenemos a dos kilómetros. Dicen que de esta mansión proliferan sonidos extraños—comencé a reír de ver cómo él se lo tomaba también con gracia—. Si supieran. Pero es mejor que sigan pensando eso.

Volví a asentir, esta vez con una sonrisa en mi rostro.

Luego de varios minutos de caminata, debido a que tenía que seguirle el paso al profesor Harries, que por cierto, ya estaba bastante cansado a pesar de su buena salud. Y de estar escuchando gotas de agua caer, así como el extraño aleteo de lo que podría llegar a creer que eran murciélagos; llegamos a una extraña intersección.

—Es por aquí—me señaló el profesor Harries, un camino hacia la izquierda.

Caminamos de igual manera por otros diez o quince minutos, hasta encontrarnos con otra extraña puerta de metal. La cual, apenas nos acercamos a ella, se abrió, tal cual como las puertas de un centro comercial. En el fondo, se podía observar un fondo negro, el cuál si me logró asustar bastante.

—Poseen un sensor de reconocimiento facial—me explicó otra vez el profesor Harries. Una vez dentro de la extraña instancia, la luz de una lamparilla se encendió, iluminándola por completo. Ya no parecía tan aterradora.

— ¿Qué es ahí?—pregunté un poco asustado. Carraspeé tratando de disimular mis nervios. Sin embargo, siempre me resigné a seguir al profesor Harries.

— ¿Ves esa trampilla y esa escalerilla?—me señaló lo que parecía ser un acceso a otra habitación desde un sótano.

—Sí.

—Pues, subamos—me invitó nuevamente y yo accedí a subir por las escalerillas y abrir la trampilla. Al hacerlo, me encontré con una imagen muy familiar para mí.

— ¿Es en serio?—pregunté absorto e incrédulo a la vez.

Volví a revisar todo al mí alrededor y en efectiva, me encontraba en la cocina de mi departamento.

— ¿Cómo es que nunca supe que mi departamento tenía un sótano secreto?

—Lo único que hicimos fue conectar el sótano de tu departamento con el túnel—el profesor Harries se encogió de hombros—. Ya mucho de lo viste, ya estaba hecho con muchísima anterioridad y sin ni siquiera sabemos Helmer y yo sus razones. Aunque creemos que existen muchos más túneles que se comunican entre sí.

De pronto, una serie de preguntas me asaltaron en la cabeza y me encontré deseoso de decirle al profesor acerca de las notas que había encontrado recientemente.

¿Y si quien haya sido que haya entrado en mi departamento sabía desde antes de estos túneles? ¿Y si ya sabía que el profesor Harries había hecho esta conexión del túnel antiguo al sótano de mi departamento?

¿Y si en realidad me estoy volviendo paranoico?

— ¿Qué tan riesgoso es que alguien sepa de estos túneles y quiera inspeccionarlos y se encuentre con esto...?—solté de pronto.

—Podría saber de los túneles—afirmó—. Pero dudo que pueda entrar a tu departamento o seguir el rumbo hasta la mansión, gracias a los sensores de reconcomiendo facial y huellas dactilares—meneó la cabeza como asumiendo lo que le preguntaba como un hecho imposible—. Además, si intentase recorrer los túneles, se encontraría con simples paredes.

Eso me hizo pensar, en que el que haya entrado a mi departamento utilizó la ventana como vía de entrada y salida.

Cuestionándome lo anterior, varios nombres surgieron de mi cabeza. Jason, Rose...

Jason ha sido una espina bastante incómoda desde que me nombró el profesor y entrenador Mac Kleen como capitán del equipo de fútbol. Y Rose, ella me incomoda bastante y creo que a Ángela también.

Así que me planteé comenzar a vigilar a esos dos y esclarecer quién es de una vez por todas el que me sigue y toma fotos de mí y de Ángel.

—Niall—me llamó severamente—. Helmer y yo, hemos realizado todo este trabajo para que justamente nadie llegue a enterarse de tus salidas y entradas de tu departamento. Para que, resguardes tu identidad—me puso su mano encima de mi hombro como medio de tranquilizarme—. Así cualquiera creerá que te mantienes en casa. Y por otro lado, no perderás tiempo en hacerte con tu traje.

—Gracias, profesor Harries—le sonreí agradecido de verdad. Han hecho un gran trabajo, solo para contribuir con la causa y eso, me llena plenamente.

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora