9: Noche

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Me miro al espejo, mi cabello castaño oscuro está recogido hacia arriba tan solo un poco, dejando relucir el largo de este. Lo muevo al lado izquierdo de mi hombro, para que los bucles caigan sobre el hermoso vertido negro. Tiene un cierre plateado que va desde la parte de arriba del atuendo hasta llegar hacía bajo de este. En pocas palabras, es obvio que Jayce lo eligió exclusivamente, para deshacerse de él de una manera rápida. Incluso la ropa interior es tan pequeña y fácil de quitar que hasta me da pavor de solo pensarlo. No puedo creer que haya acertado mis tallas, incluso en los zapatos que combinan con el color del cierre. Ya es de noche y desde esta mañana no he parado de estar nerviosa. No sé ni cómo llegué a este extremo, pero me gustaría que sea mañana y olvidar todo esto de una vez por todas.

El timbre suena, así que me sobresalto. Camino despacio a la puerta, cuando la abro, lo veo. Su traje formal le queda tan perfecto y esa sonrisa que tiene impregnada en el rostro lo delata.

Me está desnudando con la mirada.

―Ellie, te ves tan hermosa esta noche. ―Me mira de arriba abajo―. He elegido bien tus prendas. ―Se muerde el labio inferior―. No puedo esperar a ver cómo te quedaron las demás ―refiriéndose a la ropa interior.

Bajo la vista y suspiro.

―Terminemos de una vez.

Me ofrece su brazo y lo acepto.

―Claro, princesa, es hora de llevarla al castillo ―juega.

Subimos a su coche y comienza a conducir. En el camino, me mantengo callada, de todas formas no sé qué decir. Estoy demasiado tensa para pensar en hablar de algo. Cuando llegamos veo un enorme y lujoso edificio. Él sale del coche y me abre la puerta como todo un caballero, ofreciéndome su mano para bajar también. Entramos a un salón, así que veo un montón de personas, no me aparto de Jayce ni un segundo.

Todos son mafiosos que podrían atacarme en cualquier momento. Obtener la fortuna de mi padre es tener el premio mayor. Hay muchos líderes de redes de trata, pero mi padre era uno de los más poderosos. No hay forma de que no quieran apropiarse de todo su patrimonio.

Visualizo a algunos conocidos o que he visto hace poco, pero la mayoría son extraños para mí. Siempre he intentado no cruzarme con ninguna de estas personas corruptas y, ya que mi padre no me obligaba a unirme a este mundo, yo estaba tranquila.

Pero ahora es diferente.

Debí haberme preparado más para este terrible futuro. Saber manejar un arma, no es lo mismo que controlar una organización mafiosa y estoy envuelta en una en este mismo momento.

―No tienes de que preocuparte. ―Sonríe Jayce con confianza y puedo notar la malicia en su rostro―. Le demostraremos a todos quien manda.

Trago saliva, estando aún nerviosa.

―Sí.

―Veo a Nok por allí ―me avisa, observándolo―. A Rockefelle en la otra punta ―me lo marca también―. Y si quieres hasta te señalo algún Markov que está dando vueltas por aquí ―aclara―. ¿Sabes por qué te digo esto? ―Niego con la cabeza ante su pregunta―. Porque todas esas personas hoy se van a quejar.

―¿Hasta tu familia? ―Me sorprendo.

―Digamos que... mi familia y yo, hemos tenido algunos desencuentros. No muy generales, pero a fin de no ir más lejos, preferimos no cruzarnos, en especial por mi parte ―me explica y lo escucho atentamente, siento como una extraña curiosidad―. Suponen que puedo arreglarles la vida y no estoy de acuerdo en formar algún tipo de alianza.

―Oh, ya veo ―expreso estando serena, olvidándome de todo lo demás, admito que he estado muy concentrada escuchándolo. Creo que cuando se pone serio, se ve como una persona muy interesante.

¿En qué estoy pensando? Siento mis mejillas arder.

―Bueno, ¿lista para el show? ―Sonríe y asiento, ignorando mi timidez.

Camino al lado de él, sosteniéndome de su brazo y agarra una copa que está en una de las mesas para hacer un pequeño ruido. Todos se giran a ver y ya tiene la atención de su querido público. Apoya el vaso nuevamente en la mesa y comienza a dar su discurso.

―Sé qué está reunión, es para que muchos negocios se realicen para futuro, crear alianzas y esas cosas. ―Se ríe―. Sin embargo, quiero anunciar uno que en particular me importa. ―Mira a un lado y a otro―. Me conocen, ¿cierto? ―Varios asientes y otros observan, confundidos, al parecer no están seguros―. Para los que no, o no me han reconocido, soy Jayce Markov, y aunque no me guste admitirlo, mi sobrenombre me precede. ―Traga saliva y noto su molestia por lo que va a decir―. Soy el Señor Oscuridad ―apenas lo exclama, los presentes se sobresaltan y él bufa. ¿Qué significa eso?―. Pero no vengo hablar del pasado que todos ustedes conocen y por el cual me tienen miedo, vengo hablar del presente. ―Me estremezco cuando agarra mi cintura―. Como varios se han enterado, el señor Divine ya no está con nosotros, mi más sentido pésame, Ellie ―expresa con sobreactuación aquel melodrama y yo simplemente lo ignoro―. Por esa razón, quiero advertir algo. ―Pasa su mano por su cabello―. En estos momentos ella y yo estamos en una sociedad en conjunto, por lo tanto, quien intente meterse con la señorita Divine, se las tendrá que ver conmigo. ―Siento mis mejillas arder―. Espero que les agrade mi noticia y buenas noches ―pronuncia con superioridad y termina su gran discurso, regresando a observarme con lujuria.

Ignoro su mirada penetrante y directamente pregunto.

―¿Qué es eso de Señor Oscuridad?

Su sonrisa se borra.

―No es importante. ―Gira la vista.

―Pues con esa reacción me parece con bastante importancia ―exclamo seriamente.

Sonríe de manera pícara.

―Ya hablaremos de reacciones cuando te lleve a la habitación ―se burla y lo que me había olvidado regresa.

La habitación, ay no.

Respiro agitada.

―Eh, yo...

―Calma. ―Me ofrece la mano―. Vamos a bailar primero. ―Se acerca hasta mi oído―. Tenemos toda la noche para hacer eso que tanto deseas ―me susurra y me alejo―. Recién llegamos, no hay razón para apresurar las cosas, prefiero ir despacio para disfrutar cada instante. ―Se muerde el labio inferior.

Caminamos hasta el centro de la sala, en donde nos unimos a varios que están reunidos, bailando una tonada lenta y melodiosa. Me agarra de la cintura, acercándome más a su cuerpo y no se separa de mí ni un instante. Siento el calor recorrer por todos mis poros, mis nervios no me dejan tranquila, pero hay que admitir que Jayce es todo un galán bailando. Cada paso es el correcto y de una manera seductora la danza atrae al deseo. Hasta bailando puede notarse lo pasional que es, como para no decir que es pervertido. Sin embargo, me cautiva y me olvido por qué estoy aquí.

Pero claro, estoy cayendo en la boca del lobo.

―Quiero mostrarte algo ―susurra en mi oído y no me doy cuenta de lo que ocurre hasta que pasa lo que se veía previendo.

Agarra mi mano y salimos del salón, aunque seguimos en el mismo edificio. Caminamos por los pasillos que tienen un montón de puertas, me recuerdan a un hotel, entonces empiezo a reaccionar. Saca una llave de su bolsillo y abre una en específico.

Mis ojos se expanden en grande al ver la enorme cama en el cuarto, mis mejillas arden en desmedida, me estremezco cuando Jayce me abraza por detrás y la piel se me eriza cuando susurra en mi oído.

―Es hora de que pagues tu deuda.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora