19: Clases

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No tengo idea cómo he terminado en esta situación y la verdad, me siento muy sucia, porque me gusta. Sus labios se posan en la parte trasera de mi muslo y yo gimo sin parar, cómo me excita. No debí haber entrado aquí en primer lugar, quería hacerlo enojar y parece que provoqué lo contrario, ¿o no?

Ciertamente, entre a este cuarto, no solo por curiosidad, sino pensando una forma para que deje de desearme. Llegué hasta aquí y ahora terminé en la cama de alguien más.

¿De quién?

Solo una pista, la chica de la fotografía que rompí sin querer.

¿Y qué con profanar? ¿Qué es lo que no he tratado con respeto? Admito que no se entra sin permiso a una habitación, pero creo que esas palabras fueron más profundas.

Será que... ¿La chica de la foto está muerta?

―Ah ―vuelvo a gemir y mis manos intentan moverse, para cubrir tal vergonzoso acto, pero el cinturón bloquea el movimiento en mis muñecas.

En este momento, debo estar llena de marcas en mi pierna.

―No reprimas nada, Ellie. ―Sonríe, sintiéndose ganador, notando las sensaciones que me provoca.

―Detente... ―Respiro agitada y noto el calor que sube por todo mi cuerpo―. Esto no es correcto.

Se relame los labios.

―Puede que no lo sea, pero... ―Se muerde el labio inferior―. Es obvio que no quieres que me detenga.

Tan cierto como indebido, no lo voy a aceptar.

Aunque me mantengo callada ante su acotación, su mano pasa bajo el vestido y pellizca el pezón, luego de desenganchar mi sostén, lo cual provoca otro gemido de mi parte. Me remuevo debajo de él, totalmente excitada. Jayce sabe dónde tocar, pero mi lado pulcro lucha por prevalecer.

Ahora entiendo por qué me ha atado las manos.

―Tramposo ―le digo acalorada.

Se ríe.

―Ya te has dado cuenta, admitamos que tu boca no se queja mucho, pero tus manos se mueven demasiado y ayudan a esos labios. ―Se acerca y me besa, metiendo su lengua, provocándome más calor y deseo.

Creo que lo dije antes, pero... ¡Qué buen besador!

Vuelvo a gemir cuando se separa de mí y susurro.

―Qué astuto.

¿Así quién se puede negar?

Obviamente, si gritara Jayce se alejaría, pero mi boca quiere más de esos labios y me lleva a lugares sucios que no quiero comprender. Vuelve a presionar mi pecho, luego lo mordisquea sobre la leve tela del vestido y se siente tan bien que no lo puedo describir. Estoy atrapada en esta extraña situación y me gusta. Acaricia mi piel, bajando hasta mis caderas y su tacto me enciende más de lo que debería.

―¡Oh! ―vuelvo a emitir sonido y cierro los ojos, deleitándome con el placer. ¿Esas manos son mágicas acaso?―. ¡Uf!

Me encanta.

―Al fin decides dejarte llevar. ―Oigo su risa, siento como comienza a bajar mi ropa interior, sobre mis piernas, escucho como cae y abro mis ojos―. A partir de ahora ―exclama tranquilamente y con una hermosa sonrisa de lado―. Tú estás castigada. ―Posa su dedo en mi feminidad y la siento palpitar.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora