21: Azulejo

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Continúo visualizando a la hermosa chica sobre Jayce, así que cuando él me ve, se la saca de encima. Camina hasta mí y le pego un cachetazo. No tenemos nada que ver el uno con el otro, pero estoy muy irritada.

―¡Púdrete, Jayce Markov! ―le grito, yéndome por el pasillo.

Me detiene por el brazo y mi espalda se choca con su torso. Me abraza por detrás, entonces mi corazón se acelera.

―Viniste a buscarme, qué linda.

―¡¡Suéltame!! ―Forcejeo―. ¡¿Qué estabas haciendo con ella?!

―Nada ―susurra en mi oído―. Creí que no vendrías.

―¿Qué quieres decir? ―Mis mejillas se ruborizan.

―Obviamente, te estaba esperando.

―¿Qué quieres hacer un trío? ―digo molesta.

―Nada que ver. ―Se ríe―. La señorita Shreya solo estaba intentando convencerme de una cosa.

―¿De qué...? ―Logro girarme y luego lo empujo―. ¡¿Crees que soy estúpida?!

―Ciertamente, en este crucero, nada más me he acostado contigo, aunque no veo por qué tanto enojo, tú y yo solo tenemos una relación física ―dice bastante calmado, así que mi pecho duele, pero no muevo la vista. Se me acerca y toma mi barbilla, sonriendo―. ¿O tú querías algo más?

No, se supone que no debo querer nada, me lo juré a mí misma.

Niego con la cabeza, por lo tanto, él me ofrece su mano. Trago saliva y la agarro. Caminamos hasta su camarote, allí comienzo a desvestirme, con mis pensamientos en otro lugar. Me besa y le correspondo, volviendo en mí. La última prenda de ropa cae, quedo desnuda frente al él, nuevamente. Acaricia mi cuerpo mientras estoy parada, entonces, una vez que estoy muy excitada, me ordena que me ponga en cuatro en la cama, no muy convencida, lo hago y suspiro, estando nerviosa.

Esta es una relación física y la tengo que aceptar.

―No te preocupes, esto no es sexo anal ―explica para tranquilizarme―. Solo voy a hacerlo por detrás. ―Veo como se desnuda, llevando un preservativo en su mano, y oigo rechinar la cama cuando sube―. Agárrate de las sábanas con fuerza y abre las piernas un poco más ―indica y luego pasa su dedo por debajo, haciéndome gemir―. Aquí está tu clítoris. ―Lo escucho reír y luego vuelve a mover su dedo―. Y aquí está lo que busco. ―Toma mis piernas y noto como se posiciona para penetrarme. ―Prepárate mi Lady Salvaje ―susurra en mi oído y cierro los ojos, excitada.

De una sola embestida grito de placer y comienza darme duro, mientras la cama rechina por el movimiento.

―¡Ah! ―Abro los ojos y veo mi reflejo en el azulejo de la cama.

Puedo ver a una mujer excitada, mi cuerpo se mueve una y otra vez hasta esa imagen. Soy yo, pero no soy yo. Eso no es una dama, ni siquiera salvaje. Solo es una mujer teniendo sexo. Siendo usada, como las mujeres que vendí firmando ese papel. Con la diferencia que esto es consentido, yo lo dejo usarme.

―Ah... no... ―La excitación me consume.

Él sabe lo que hace, yo no lo sé. Claramente, me veo en ese azulejo y no puedo entender en lo que me he convertido. Me embiste una y otra vez, pero no lo detengo. Es una mala persona, debo dejar de ser idiota. No me conviene esta situación, no solo por mi promesa de no estar con ningún hombre más, sino porque obviamente va a lastimarme.

―¡Jayce! ―grito por más placer.

Debo acabar con esto, es una contradicción, hace un momento estaba furiosa y ahora estoy deseosa porque me penetre. Debo acabar, debo acabar con esto. Siento mis ojos humedecerse.

―¡Oh! ―vuelvo a gemir y cierro los ojos, dejando mis lágrimas caer.

No quiero verme más en ese azulejo.

Jayce

¿Quién diría que el líder de la Logia de la Serpiente es una mujer? La conocí esta mañana cuando salí del cuarto y me dirigí al restaurante del crucero. Me ha tomado por sorpresa y no he podido quitármela de encima. Es una mujer hermosa, pero estando en este crucero con Lady, no me importa nadie más. Charlamos un montón, sin embargo, no me ha convencido. Me llevó al bar, tampoco pudo entablar nada conmigo, luego logré escaparme de esa loca y me quedé en mi cuarto, esperando que Ellie llegara, no obstante, la morocha volvió a aparecer. Miré la hora y admitiendo que mi castaña no vendría, acepté la invitación de la Serpiente en el cuarto de masajes.

Ahí es cuando Lady aparece y me hace una escena de celos.

Le aclaro la situación y me la llevo al camarote, a lo que debíamos estar haciendo hace rato. Le ordeno que se ponga en cuatro para que vea su linda figura en el azulejo y cuando me pongo el preservativo, comienzo a penetrarla con deseo.

Ellie grita excitada, me llama una y otra vez. La hago moverse a mi antojo y disfruto de la situación hasta que oigo unos sollozos.

Mala señal.

―Lady, ¿te he lastimado? ―pregunto, deteniéndome, aunque mi pene pide a gritos otra cosa.

―No... tú sigue.

¿Eh? ¿Es el apocalipsis? ¿Desde cuándo me pide que siga?

Separo mi miembro de su cavidad y la giro, encontrándome con ese hermoso rostro lleno de lágrimas. Ciertamente, esto no tiene nada que ver con un dolor corporal.

Sonrío con falsedad.

―Te rompí el corazón, ¿cierto?

―Sí ―responde angustiada.

―Te enamoraste de mí, ¿cierto? ―Borro mi sonrisa.

―Sí.

Qué mala suerte.

Me levanto de la cama y comienzo a vestirme. Ella permanece callada, observándome. La miro un segundo, luego le regalo una sonrisa.

―Puedes quedarte en esta habitación, yo me iré a la tuya.

Cierro la puerta, lentamente, y me voy.

No más sexo con universitarias.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora