33: Elección

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Jayce

Mierda. Me han golpeado la cabeza, no lo vi venir. Me duele todo el maldito cráneo, estoy cabreado. Abro los ojos y miro de un lado a otro. Me inclino. ¿Dónde rayos estoy? Es evidente que no es la sala, pero sigo estando en la mansión Markov.

Me río cuando noto mis muñecas atadas y veo que estoy sentado contra la pared, en una habitación vacía, pero es más que reconocible.

―Muy gracioso. ―Presiono los dientes.

La puerta se abre y visualizo a mi padre.

―¿Ya te despertaste? ―Sonríe amigable.

―¿Qué pregunta estúpida es esa? ¡Suéltame ya! ―exijo―. O cuando me desate, te pondré una bala en la cabeza ―amenazo.

―Qué agresión. ―Se ríe―. Eres igual a tu madre. Tomate las cosas con calma. ―Un empleado le trae una silla y se sienta―. Antes de que explotes, necesito saber qué harás.

―Matarte a ti, a Cross y ser un tremendo hijo de puta ―exclamo sonriente―. ¿Qué te parece? ―Otro sirviente viene y le da un té―. Te ves cómodo ―expreso molesto―. ¿También quieres un masaje?

Se ríe.

―No, pero gracias por la sugerencia. ―Toma un sorbo de su taza―. Vamos a lo que nos compete, quiero asegurarme que no lo arruines. Aquí hay una elección enorme. ―Devuelve el té a su siervo―. Gracias. ―Regresa a observarme―. Tu secreto o Ellie Divine. Tic tac, un reloj corre, suspenso. ¡Qué miedo! ―Vuelve a reír.

―¿Qué estás diciendo? ―Frunzo el ceño.

―Cross llamará en un rato y tú cerrarás el trato o... ¿Lady? ―Se lo piensa―. ¿Así es su apodo? Bueno, Lady pasará a mejor vida. Ya sabes, la golpearán, la violarán y la matarán. ―Chaquea los dedos―. Así de fácil, ¿estás entendiendo? No te veo muy convencido.

Entrecierro los ojos.

―No digas bobadas.

―Tan difícil no es cerrar un acuerdo. ―Se levanta de su asiento y camina hasta mí―. Deja de ser tan obstinado ―expresa en un tono serio e intimidante, aunque no me asusta.

―Me importa una mierda el poder que puedan llegar a ganar obteniendo aquella incógnita, que puedan tener en contra de la policía, y me importa un cuerno que organicen su mafia, metiéndome en el medio. ¡Pueden irse al infierno! ―aclaro, irradiando furia.

―No estás entendiendo nada.

―Suéltame y veamos lo que no entiendo. ―Sonrío―. Apuesto de que puedo llegar, antes de que pase lo que tú dijiste.

―No sabes dónde la tienen.

―Soy el Señor Oscuridad, sé perfectamente dónde están las estúpidas luces. ―Me levanto con dificultad, aún con las manos atadas―. No soy imbécil. ¿Crees que no he investigado a Cross? Pagarán caro haberme desafiado.

―La Logia te está siguiendo ―agrega más mala suerte, pero no le hago caso―. Sigues eligiendo tus secretos antes que ella, ¿lo sabes?

―Puedo elegir ambas cosas.

―No siempre se puede. ―Continúa serio y mierda que tiene razón.

Eso me recuerda a Claire.

Al no convencerme, termina por desatarme, salgo rápidamente de la mansión y cargo todas las armas en mi coche. Es hora de hacer una nueva masacre, con más sangre en mis manos.

Ellie

Se suponía que este iba a ser el día más feliz de mi vida, mi corazón saltaba de la emoción, Jayce se me había declarado y ahora... termino secuestrada por este mafioso poderoso, que quién sabe qué va a hacer conmigo.

Otra vez en las manos de un corrupto.

Forcejeo cuando bajamos del automóvil plateado y chillo, pero veo que no hay nadie que quiera ayudarme. Es como que la gente se abstiene de meterse en la situación.

Nunca pensé que tuviera tanta influencia.

―¡Suéltame! ―Sigo tironeando hacia atrás―. Por favor.

―Mi paciencia se está agotando contigo y no soy muy generoso que digamos. ¡Más vale que te calles! ―Suelta mi brazo y me agarra con fuerza del cabello, provocándome dolor cada vez que tira de este―. ¡A ver si ahora te callas! ―se queja, aumentando la voz.

―¡Me lastimas! ―grito.

―Como si me importara.

―¡¡Ayuda!! ―pido auxilio, aunque sé que nadie se mete.

―¡¡¡Ya cállate!!! ―Me empuja cuando entramos a...

Me estremezco, por fuera parecía simplemente una casa, esto es un burdel. Ni siquiera sabía que este hombre también trabajaba en el negocio de la red de trata. Oí que se encargaba de varios tipos de corrupción, pero parece que estaba equivocada.

―Ya te calmaste, damisela en apuros. ―Sonríe de lado y se burla.

Me levanto del suelo y lo miro, directo a los ojos, exigiendo seriamente.

―Déjame ir.

―No, primero tengo que convencer a Jayce Markov de que me firme un papel y después recién ahí, hablaremos de tu libertad.

―¿Hablaremos? ―No me gusta, es como si dijera que no lo va a hacer―. ¿Qué quieres de mí? ―Reprimo mis nervios.

―Según el historial de tu príncipe azul, algo me dice que no aceptará mi trato, por lo tanto, pueden pasar dos cosas. ―Levanta un dedo―. O terminas violada y muerta por mis hombres ―expresa con burla y me atemoriza más―. O él llega y terminas juzgándolo. ―Se ríe.

―¿Juzgándolo? ―No lo comprendo.

―Si él no hace el trato conmigo, es obvio que eligió su secreto antes que a ti, pobrecita.

―¡No me metas cosas extrañas en la cabeza! ―me quejo.

―Es la verdad. ¿Quieres presenciar mi llamada? ―Levanta su celular y lo apoya en su oreja―. ¿Apostamos?

Trago saliva. No puede ser. Esto tiene que ser una broma. 

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora