20: Celos

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Bajo del auto de Jayce cuando llegamos al puerto y visualizo un hermoso crucero llamado Deseo. Abandonamos el muelle, ya que abordamos el precioso barco de color blanco. Es de noche, nos encontramos en un salón, el lugar se ve como una fiesta de la alta sociedad, aunque en realidad todo sea una fachada para los negocios turbios y de prostitución.

No me gusta en lo absoluto estar aquí.

Estar conforme, vestir elegante y burlarse de la desgracia ajena, no es algo con lo que me interese relacionarme. Sonrío falsamente y camino agarrada del brazo de Jayce.

―Tres días, no voy a soportarlo ―susurro molesta.

―Habrá que firmar algunos contratos y todo lo demás es fiesta, no te preocupes ―me explica mi "socio" y eso realmente no me tranquiliza.

¿Contratos? No quiero firmar nada que tenga que ver con vender personas.

―No se supone que tú tienes el poder para hacer eso, yo ya firmé ―seguimos hablando bajo, mientras vamos hacia una mesa.

―No me da el poder completo y se supone que somos socios, hay que hacerlo muy creíble. ―Me sonríe y me mueve la silla como todo un caballero, para que me siente―. Te presento al señor Dian. ―Señala al hombre sentado en frente mientras él se acomoda en su asiento también―. Será nuestro intermediario en estos tres días ―me comenta.

―Un placer ―le digo, seriamente, sin ninguna expresión notable en mi rostro. Esto es tan frustrante que ya me quiero ir.

La conversación es tan asquerosa como molesta, intercambiar personas, venderlas, enviarlas a otro país, decidir por sus vidas sin su consentimiento. Hay una lista con mujeres para prostitución y hombres que son obligados a trabajar en condiciones inhumanas.

Mi padre era un ser despreciable, al igual que todas estas personas.

―No voy a firmar esto ―exclamo enojada, levantándome de repente de mi asiento―. Me dan vergüenza, asco. ―Salgo fuera del salón a toda velocidad, sintiéndome muy frustrada.

Me quedo mirando al océano un buen rato, agarrándome fuerte de la barra del barco y suspiro.

Esto no es para mí, no puedo con esta presión.

Mis ojos se abren en grande cuando veo las manos que reconozco enseguida, una a cada lado de las mías. Okey, estoy rodeada.

―Jayce, no me molestes ―le aclaro.

Siento su respiración en mi oreja cuando me susurra.

―Eso no estuvo bien.

―No me importa ―digo cortante.

―Sabes que este mundo es así.

―¿Y quién dijo que yo quiero participar de él? ―Respiro profundo cuando siento que me abraza y mi espalda choca con su torso, generando un cosquilleo en mí.

―Hay veces... que no hay opción ―susurra mucho más cerca de mi oído, siento sus labios en mi oreja y la piel se me eriza.

―Lo sé. ―Cierro los ojos, perdiéndome en la sensación del tacto.

Entiendo perfectamente a lo que se refiere, todas las elecciones que yo tengo han sido limitadas y ninguna es buena. Pude haber ido a la cárcel no solo por asesinar a mi padre, sino por cómplice de todo lo que ha hecho, o estar aquí ahora, formar parte de este negocio ilegal y aceptarlo sin quejas.

Ninguna de las dos opciones es agradable y la verdad no tengo elección.

Soy simplemente un trofeo.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora