1: Jayce Markov

5K 394 18
                                    

Ellie

Toco mi cabello castaño oscuro, mientras espero a mi amiga a que salga de la universidad. ¿Por qué tarda tanto? Soy una persona muy correcta, la impuntualidad no me gusta en lo más mínimo. Suspiro cuando al fin sale.

―Estefanía ―me quejo―. ¿Se puede saber qué hacías? La clase terminó hace rato. ―Y me tengo que ir.

Ella se ríe y levanta un papel, sonríe contenta.

―¡¡Ellie, conseguí el número de un muchacho!! ―grita muy alegre, demasiado para mi tranquilidad, somos dos polos apuestos. Luego me mira picara―. Y te voy a presentar a su amigo. ―Mueve las cejas.

―¿Qué? ―Me sorprendo, mirando a la rubia, poniéndome desconcertada―. Te he dicho mil veces, que no quiero saber más nada con chicos.

―¡Por favor, Ellie! ―Me agarra las manos―. Si no tienes una cita con él, su amigo no me va a dar ni la hora.

―En pocas palabras, me usaste de excusa ―exclamo al darme cuenta.

―Bueno, sí, pero...

―Olvídalo, además estoy atrasada. ―Me giro para irme.

Me detiene, agarrando mi mano.

―¡¡Por favor, somos mejores amigas!!

―Sí, pero eso no significa que me tengas que entregar en bandeja a cualquier chico que se te cruce. ―Forcejeo.

En serio, estoy llegando tarde, mi padre se enojará...

Y eso no es bueno.

―Pe... pero...

―No ―digo directo―. Se suponía que íbamos a ir de compras y tengo que regresar temprano, mi padre se enfadará.

Rueda los ojos.

―Tan poco es tan malo tu padre.

Si supieras...

―¡Basta! Me tengo que ir ―le aclaro, me suelto y comienzo a caminar.

Se pone a gritar mientras me alejo.

―¡Amargada! ¡Señorita correcta! ¡Ser educada es aburrido! ¡¿Cuántos años crees que tienes?! ¡¡Te los recuerdo, son solo veinte!! ¡¡Disfruta de la vida!!

Ojalá pudiera.

Comienzo a correr antes de que el reloj me traiga problemas. Una vez que entro a mi casa, tiro todo el aire que tenía guardado dentro. ¡Uf! Llegué. Miro a un lado y otro, hay silencio. Camino despacio por mi enorme hogar y me detengo en la sala de reuniones de mi padre, al oír personas hablando. Ignoro la situación, seguro hablan de cosas corruptas, así que me dirijo a la habitación de mi madre, para ver si está bien.

En resumen, mi padre es no solo un mafioso, sino también un golpeador, en especial, el de mi madre. A mí me ha pegado una que otra vez, pero lo que le hace a mi mamá es... inhumano. Pienso que algún día la va a matar. Ni idea por qué le pega, sin embargo, no hay justificación para tal aberración constante. A veces pienso que disfruta lastimarla y por esa razón, lo odio tanto.

Abro la puerta de su cuarto, está tirada en la cama, como en muchas ocasiones. Duerme mucho por los constantes golpes. Me siento a su lado y le acaricio el cabello. ¿Qué puedo hacer para protegerla? Me molesta tanto esta impotencia. Yo también le tengo pavor a ese monstruo, no obstante, más miedo tengo de que me saque a la mujer que me dio la vida.

Refriego mis ojos antes de ponerme a llorar y me levanto furiosa directo a enfrentarlo. ¿Qué le hizo esta vez? ¿Por qué la golpeó de nuevo? Lo odio.

Abro de forma abrupta la puerta donde se encuentra y todo el valor se me va, cuando veo a muchos hombres que se ven peligrosos, sentados en reunión.

―¡Ellie! ―Se enoja mi padre―. ¿Qué te he dicho de no interrumpir? ―me regaña―. Yo no te eduqué así, se golpea la puerta antes de entrar ―me explica, su estricta educación para conmigo. Él no la aplica mucho, pero yo tengo que ser correcta.

Bajo la vista, ya que todos están mirándome.

―Lo siento.

―¿Esta es tu hija? ―dice un hombre rubio de unos cuarenta años, más o menos, y creo que me está observando de manera lasciva.

―La heredera ―exclama un morocho, un poco más joven. Cambia su vista al que se encuentra fumando en la esquina―. ¿Y tú, Jayce? ¿No vas a decir nada? ―Luego mira a mi padre―. Ten cuidado, es un depredador de mujeres ―se burla.

Qué maleducado.

―Markov sabe que le cortaré el pene, si se atreve a tocar a mi niña ―mi papá le responde y mira al castaño.

Este sonríe.

―¿Yo? ―Hace la expresión de asombro más falsa que he visto y luego se pone serio―. Solo vengo a hacer negocios. ―Luego me observa con esos ojos color miel, los cuales me miran de arriba abajo, lo que me hace poner nerviosa―. Aunque... se ve exquisita.

―Markov. ―Mi padre entrecierra los ojos.

―Tranquilo, solo estoy jugando. ―Se ríe―. ¿Y bien? ¿Cerramos trato? ―exclama alegre, demasiado para mi gusto.

¿De dónde sale tanto carisma? Todos le prestan atención.

―Me encantaría. ―Sonríe mi padre y luego me mira―. Retírate.

―Que se quede, ¿no tiene que aprender del negocio familiar? ―pregunta el rubio.

―A Ellie no le interesan esas cosas. ―Mueve la mano, echándome.

―Tenemos que hablar ―le digo a mi padre.

―Después.

―Pues si no va a ocuparse del negocio, deberías casarla y hacer alianzas, fortalecerías tu posición ―explica otra vez el rubio que empieza a irritarme, aunque lo que me pone inquieta, es que el castaño se me ha quedado mirando y sonríe mientras sigue fumando.

"Depredador de mujeres", da miedo ese apodo. Suena peligroso. Y entonces, ¿por qué también me quedo observándolo? Si es así, soy su presa.

―La están incomodando a la Lady ―de repente vuelve a hablar ese Jayce, el cual me sigue viendo―. De esas cosas, no se hablan con tantas personas.

―Ya retírate, Ellie, luego hablamos ―ordena mi padre y antes de salir de allí, noto como el de ojos miel, me guiña.

¡¿Qué rayos con estos nervios?!

Espero fuera a que mi padre termine esa reunión de mafiosos y van saliendo uno por uno. Se despiden de mi padre en la puerta de salida y me sobresalto al verlo salir de la sala, último.

―Ellie Divine. ―Toma mi mano y la besa―. Un placer.

Cuando voy a responder mi padre se nos acerca.

―Markov, basta de coquetear con mi hija.

El castaño se ríe y me suelta la mano.

―Pero si no he hecho nada. Es más... ―Mete la mano en su bolsillo―. Aún no cerramos trato. ―Saca una tarjeta y se la entrega―. Venga a mi casino, con su esposa y su hija, será divertido. ―Aumenta su sonrisa―. Quizás me convenza.

Mi padre sonríe.

―Eres bueno negociando.

―El mejor ―exclama con un alto ego y luego me mira―. Espero que puedan venir, estaré encantado.

No sé por qué, pero tengo un mal presentimiento sobre esto. Suena a peligro, Jayce Markov. 

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora