10: Corrompida

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Jayce cierra la puerta detrás de mí, hasta incluso oigo la llave. Me giro para encontrarme con sus ojos llenos de deseo. Lo noté antes, pero sin quitarme la ropa, ya me está desnudando con la mirada. Da unos pasos, acercándose a mí, y yo retrocedo.

―No... ¡¿No hay otra forma de pagarte la deuda?!

Veo cómo se desata su corbata y me estremezco.

―Acciones se pagan con acciones ―explica―. Entraste a mi auto con el peligro que conllevaba esa situación, pudiste haber perdido la vida y yo un enorme contrato. Yo creo... ―Acerca su mano a mi cabello y desata el gancho, tirándolo al suelo―. Que este es un buen pago. ―Acaricia el largo de mi pelo y lleva sus labios hasta la punta, besándola―. Te adentraste en mi vehículo y ahora me parece bastante correcto, que yo me adentre en tu cuerpo.

¿Más directo no podía ser? Esto es tan sucio y pervertido.

―Es que... yo... ―Respiro agitada.

―No tienes por qué temer, Ellie. ―Se aproxima a mis labios―. Convertiré todo ese miedo en placer. ―Me besa y sin separarse de mí, me hace retroceder hacia la cama.

Su lengua experimentada busca la mía inexperta y pareciera que me fuera a comer por completo, como si fuera un verdadero postre. Siento sus manos recorrer mi cintura y en un pequeño movimiento, me termina recostando en el enorme colchón.

Maldición, esta situación es inevitable, no me va a quedar otra que aceptarla. Veo como se quita su calzado y sonríe, para luego quitarme el mío también.

―Estos no sirven de mucho, aunque... ―Toca levemente mi pie―. Qué pequeñito ―expresa con satisfacción, para luego sus manos recorrer mis piernas, mientras comienza a subirse sobre la cama, y me encuentro con su rostro en frente del mío―. Ahora voy a descubrir cuál es mi parte favorita de ti. ―Se relame los labios y su mano agarra cierre del vestido.

―No... ―Mis dedos se posan sobre los suyos, deteniéndolos, y noto mi respiración acelerada por mi acción.

―Tranquila. ―Pone su pulgar en mis labios―. Todo esto es un proceso, más sientas, más vas a querer. ―Se acerca a mi boca, nuevamente, y comienza a besarme.

No se separa y me distrae, porque lo noto, ha comenzado a bajar el cierre. El tacto de su mano abriendo el vestido me eriza la piel, pero estoy tan embobada, dejando que su lengua juegue con la mía, que me he olvidado por completo de mi negación.

Qué buen besador.

Muevo la cara cuando presiona mi pecho, en eso es imposible distraerme, ni aunque bese tan bonito.

―Déjate llevar, Ellie. ―Su mano continúa sobre mi sostén, mientras siento como empieza a mordisquear mi cuello―. Deliciosa.

―Jayce... pervertido ―gimo cuando se deshace de mi corpiño y presiona uno de mis pezones―. Eres un desvergonzado ―me quejo.

―En la cama... ―Se relame los labios―. No existe la vergüenza. ―Su boca pasa a mi otro pezón, lo chuponea, lo mueve con su lengua y este termina por endurecerse―. Hasta tu cuerpo lo sabe, no hay por qué avergonzarse de sentir placer. ―Lo pellizca.

―¡Ah, no! ―vuelvo a gemir.

Esto es tan sucio.

Me levanta un poco para deshacerse del vestido por completo y luego me vuelve a recostar mientras veo como se saca la chaqueta y la camisa. Mis mejillas arden cuando veo su torso desnudo.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora