22: Voluble

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La mañana comienza confusa, levantándome en el camarote de Ellie, ignoro mis pensamientos de cómo llegué hasta esta situación, mientras la dejé en mi cuarto, intercambiando habitación para no pensar. Ciertamente, estaba enojado, pero conmigo mismo. ¿Cómo pude ser tan ciego de crear esperanzas en una jovencita? ¿Acaso me insinué de manera romántica? Que yo sepa tener sexo no es nada romántico. Bueno, le compré ropa, ¿eso será cursi? No, era lencería, he sido lascivo en todo momento.

A menos que la enamore lo pervertido.

Termino de vestirme, busco un cigarro en mi bolsillo y lo pongo en mi boca. Esta no es mi habitación, no tengo para encenderlo. Salgo por el pasillo con el cigarrillo apagado y camino buscando a alguien que me lo pueda encender.

Quizás el bar.

Me detengo, llegando al salón, miro cadáveres en el suelo y a la mujer con otro vestido blanco, sentada sobre una de las mesas. Claramente, su atuendo está manchado de rojo y le sonrío, cuando veo que tiene un cigarro en la boca.

―Serpiente.

La morocha gira sus ojos verdes hacia mí, justo le combinan.

―Oscuridad.

―¿Qué pasó aquí? ―Me acerco y muevo mi cigarro.

Con el suyo propio lo enciende, luego se ríe, para contestarme.

―Soy una incógnita, mejor asesinar la evidencia.

―Ya te lo dije, por más que insistas, no voy a hacer ningún trato.

―Supongo que vas a tener que morir.

Siento un arma en mi cuello y sonrío.

―Peladito, tanto tiempo.

―Lo que S dice, lo de S se cumple ―exclama el pelado y me doy cuenta que se refiere a la mujer.

―¿Es tu reina acaso?

―Soy la Reina de toda la Logia de la Serpiente, mi palabra vale más que la de cualquier otro, me hiciste venir aquí, ¿y así me tratas? ―Chasquea los dedos―. Yo creo que no.

Escucho el disparo.

―¡Agh! ―Oigo al pelado gritar y me giro, visualizándolo con el brazo herido, levanto la vista, viendo a Lady con su arma.

Me doy vuelta y noto que Shreya ha desaparecido, dejándonos con un montón de seguidores, apuntándonos, todos tienen alguna insignia de serpiente. Qué perra, huye y deja a sus siervos.

Saco mi revólver y yo también comienzo a disparar.

―Lady, me haces muy feliz. ―Nos ponemos espalda con espalda―. ¿Qué con toda esa energía?

Su rostro dice quiero matar.

―¡Cállate, Jayce Markov, hay que salir de este crucero! ―me reprende y comenzamos a disparar a diestra y siniestra.

Un montón de tiros se escuchan en todo el salón, visualizo una salida antes de que podamos morir y cuando es el momento adecuado, le hago una señal a la Lady para poder escapar por ahí, sin dejar de disparar, ni escondernos mientras intentamos huir.

Miro los botes al costado y parece que algunos mafiosos se han ido por ahí, otros se han tomado un helicóptero. Serpiente les ha pagado para que se retiraran y así destruir el barco, para no dejar pista suya.

Es astuta.

―¿Y ahora qué? Hay un detonador ―expresa nerviosa.

―Necesito pensar. ―Toco mis bolsillos y me sorprendo al encontrar una nota en estos.

¿Cuándo llego eso ahí?

"Hay una embarcación cerca, envíale una trasmisión para que los busque. Atte. Shreya".

¿Acaso esta mujer es voluble?

No hay tiempo para eso.

―Vamos a la cabina, hay que comunicarse con otro barco. ―Corro hasta ahí y Ellie me sigue.

Me comunico y llegamos a tiempo. El otro barco pasa, entonces subimos rápido, alejándonos de allí. Vemos desde lejos como Deseo termina destruido.

―Dame eso ―dice Ellie, luego me quita el papel, furiosa. Lejos de ser una dama―. Lo sabía. ―Rompe la hoja y se va frustrada, adentrándose a los pasillos de este otro barco.

Hablo con el capitán, arreglo para que nos acerquen al muelle más cercano y luego busco a la Salvaje Lady. ¿Dónde quedó aquella dama? No tengo idea. Camino hasta llegar al bar, es más pequeño que el otro crucero, así que ha sido más fácil encontrarla, está sentada en la barra con una bebida alcohólica y la mirada perdida.

―Lady. ―Me siento a su lado―. ¿No sabía que tomabas?

Frunce el ceño.

―Cállate, ¿tú qué sabes de mí?

―Qué agresión. ―Me río―. Así no sé comporta una dama.

Suspira.

―No, la verdad que no. ―Queda pensativa y agrega―: Solo estoy luchando contra mis demonios.

―¿Y cuáles son esos? ―digo, quitándole el vaso, y tomándomelo yo, ya que ella no le ha dado ni un sorbo al parecer.

―Sebastián.

¿Y quién es ese? Al menos no soy yo, aunque yo también tengo un demonio que me persigue, no obstante, no la considero así, es más un ángel caído por mi culpa y nada más que la mía.

Claire.

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora