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Estaciono en la puerta y la angustia con la que últimamente estoy tan familiarizada se trasforma en lágrimas. Su casa está igual. ¿Él también lo estará? Siento frío en mis pies, me saqué las botas para poder manejar y me estoy congelando. Pero me quedare aquí un rato más. Como una acosadora, esperando a ver si hay algún movimiento, si viene alguien o no.

Veo mi móvil, ha pasado más de una hora y ya no aguanto más estar aquí. No se ha encendido una sola luz, y nadie ha aparecido. Sé que esto está de muuuchas maneras MAL, pero siempre he actuado como idiota, esta vez no será distinto. Me pongo las botas y me bajo despacio, mis rodillas tiemblan como si en alguna buena versión de la historia pudiera tocar la puerta y que él me abra con esa sonrisa que siempre me regaló. Cuando llego a la puerta suspiro un par de veces y meto la llave cerrando mis ojos, esperando que suene una alarma o algo, pero nada. ¡GRACIAS A DIOS! Hago dos giros con la llave, no ha cambiado la cerradura.

La puerta se abre y me quedo mirándola... ¿Qué demonios estoy haciendo? Me responderé dentro sel lugar, está oscureciendo y el maldito frío me está congelando las rodillas. Entro en punta de pie, en hurtadillas como una ladrona, ¿Eso es lo que soy? ¡Esto es allanamiento de morada! Y es un CRIMEN... Quisiera saber qué pensaría de mi Maximus si se enterara que fui a la cárcel por meterme en una casa sin consentimiento. Seguro dejaría de ser tan "perfecta" como el me describe.

Cierro la puerta detrás de mí y un escalofrío corre por mi espalda. Aquí está congelado, muy frío, silencioso y cero acogedor, esto no era así cuando estaba Austin. Siempre me pareció impersonal, pero esto es como una maldita tumba. Mi cabeza se gira hacia un lado y veo el mármol... ese mármol en el que siempre pienso, en el que tantas veces en estos últimos años me he sentado para perder el tiempo, y mientras hamacaba mis piernas, mis ojos seguían la figura de Austin que cocinaba o simplemente caminaba en círculos y me contaba historias.

Realmente he nacido para ser masoquista...

Nunca me gustó estar sola en esta planta, inspiro y exhalo para darme valor, corro hacia las escaleras y después escaleras arriba. Cuando llego a la habitación aprieto el interruptor de luz y caigo en mis rodillas. Todo sigue igual... pensé que al irse haría una mudanza o algo similar, pero al parecer me he equivocado. Su cama redonda está allí, tendida a la perfección, el espejo gigante en el techo. Libros, muebles, aparatos electrónicos. Me levanto como puedo y camino hacia su gran biblioteca, paso mi dedo por la madera y se marca una línea, esto está lleno de polvo, ha quedado así desde que se ha ido. Nadie ha venido a mantener la limpieza.

– ¿Ha dejado todo aquí? – Le hablo a las paredes, eso significa que ha empezado de cero... ha dejado la habitación intacta igual que he hecho.

Empezar de cero... ¿Qué chica tendrá la suerte de aceptar sus atenciones?

–Podría haber sido yo, pero como mi propia estupidez me supera, estoy aquí, entrando a hurtadillas para lamentarme. ¡Como imbécil necesitada!

No quiero desacomodar nada, pero no puedo evitar observar todo, mis dedos pican por tocar. Abro la puerta del baño y observo sus cosas de higiene. No puedo creer lo que haré, pero estiro mi mano hasta su shampoo y abro la tapa, aprieto el envase e inspiro su aroma. Mi maldita piel reacciona a la trampa que le tendí.

Es una falsa alarma hormonas... Vuelvo a la habitación y ahora mis manos abren el armario. Su ropa está aquí. A la mierda lo de no tocar, meto mis manos y hurgo su ropa, sé que si mi cuerpo entrara en el espacio me metería.

¿Por qué demonios estoy oliendo su ropa como una acosadora psicópata? Apoyo mi pie en un cajón y estiro mi cuello hacia arriba, para encontrar mi pijama.

Aquí y AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora