-45-

278 5 4
                                    

¡Genial! Lo que faltaba es agregarle otro drama a mi larga lista de catástrofes, pobre Nick, poco le durará esa sonrisita arrogante en el rostro. Mi expresión debe ser desastrosa porque veo preocupación en sus ojos verdes y como si intuyera el desastre, se voltea y ambos miramos en su dirección. Camina como si se tratara de una actriz de Hollywood, contonea sus caderas y nos muestra esa sonrisa de serpiente con problemas de autoestima, lo peor de todo, es que estamos entrando en su juego, porque ambos nos hemos tensionado y se olfatea la incomodidad que sentimos. Su objetivo es molestarnos, o en fin, molestarme a mí... ¿Me está cobrando la escena incomoda de hace algunas horas? ¿Qué pretende? Al parecer el buen humor de Nick se ha desvanecido como un sonido en el aire, en un reflejo protector –supongo que lo hace sin darse cuenta– se adelanta un paso y medio se cruza en mi camino.

 –¿Qué haces aquí? – Nick no puede disimular su fastidio.

 Brithanny se para a pocos pasos de él y no parece intimidada, es más se ríe con sorna.

–Que gran coincidencia, es increíble que a tantos kilómetros de Michigan nuestros caminos vuelvan a juntarse... Destino, suelen llamar los imbéciles. Lo más asombroso es que ustedes siguen juntos, aun después de esa desagradable separación, me provocan ternura.

–Ternura deberías demostrarle al cirujano que te hizo la Rinoplastia, casi te quedó natural. – Le respondo con diversión, dando un paso adelante y parándome al lado de Nick, no necesito que me defienda de nada, ni nadie. –No tuerzas el gesto, sé que has pasado por un par de cirujanos plásticos, pero ese sin duda se esforzó. Felicítalo de mi parte, quizás debería saludar de nuevo a tu nariz así queda aún más perfilada.

  Parecía decidida a quedarse plantada allí, pero cuando levanté mi mano para, con ocurrencia, acomodar un mechón de cabello detrás de mí oreja, retrocedió un paso... Mmm, alguien me teme. 

–¿Qué? ¿Ahora eres pandillera? Lo que faltaba para llenar el numerito de Alexia, vas por la vida tirándote a todos los hombres y luego te pones en plan santa.

  Sonrío. Como le molesta que sus encantos repugnantes no tengan efecto a largo plazo, eso pasa cuando eres una puta de una noche. – ¡Oh! Te ha ofendido que tus encantos no surtan efecto en Maximus... ¿Es eso? ¿Cuánto tiempo llevas intentándolo? ¿Por eso llegas hasta aquí a querer desmoralizarnos y así sentirte un poco menos miserable? Solo debes pedirlo, Brith. Podría darte un consejo sobre como conquistar a un hombre y no solo monopolizar su pantalón fugazmente.

Suelta una risa falsa, intenta mantenerse en sus casillas pero se está irritando demasiado. 

–El consejo te lo daré yo: Ahora estás cómoda, te crees muy superior... pero déjame decirte que cuanto más arriba apuntas, más dura es la caída. Tú caerás. 

¿Ahora se dedica a memorizar frases de Internet? 

–Lo único claro aquí, es que tú te sientes muy inferior y tu visita impulsiva lo demuestra, vienes aquí y te haces la chula sin fundamentos. Te ha desquiciado ver que Maximus en dos minutos me demostrara más atención y gentileza que la que tú vienes mendigándole hace años. Con suerte te habrás metido un par de veces en su cama, pero aburres. Le aburres a él como le aburres al resto. – Arrastro mis ojos un segundo por Nick y sonrío de costado, soltando un suspiro cansado. –Solo eres una noche y luego un arrepentimiento, con suerte alguno recordará tu nombre...  o mejor dicho tu culo de silicona.

 Me estoy pasando, pero se lo merece. Su rostro cambia de color y por un momento pienso que quizás ella se vuelva un pandillera y necesite de la espalda de roble de Nick, un Nick que está fuera de juego, se ha quedado desde el principio a un lado de la charla y no tiene con qué replicar nada. Veo que el contraataque está por llegar, pero lo que menos quiero es entablar una discusión con Suripanta y Nicholas, prefiero despedazar la camisa de Austin y sentarme en su rostro. Con indiferencia, meto la mano en el bolsillo de mi mochila y saco mis auriculares, los enchufo en mi móvil y sonrío.

Aquí y AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora