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Después de las dos horas más largas de mi vida, los altavoces nos anuncian que estamos descendiendo, trago saliva con un nudo en mi interior y cierro mis ojos relajando mi respiración casi inexistente.

Después de recuperar mi maleta distingo un cartel con mi apellido, en Michigan contraté un servicio de traslado después de averiguar que la dirección de mi nuevo apartamento se encuentra a ocho kilómetros de aquí. Sonrío al pobre hombre que intenta iniciar una conversación, pero realmente en este momento no soy la persona más sociable de este planeta, mi mente va a mil revoluciones con preguntas sin respuestas. ¿Thimoteo habrá recordado lo del apartamento? ¿Jessica será condescendiente? Oscurecerá en poco tiempo y no quiero quedar varada a la deriva.

Cuando el conductor estaciona a un lado, me asomo por la ventanilla y observo el gran hotel con dos torres bien iluminadas, el nombre Majestic es fácil de leer, con mis dedos bien apretados en la maleta me dirijo a la entrada principal. Lo primero que consigo ver es un gran recibidor impresionante, me apresuro a llegar hasta la recepción y me relajo un poco cuando veo a la chica, está claro que tiene aproximadamente mi edad, es rubia y un bombón de mujer. Su sonrisa se ensancha cuando despide a una pareja de ancianos y sus ojos me enfocan, es como si en el instante hubiese adivinado quien soy, supongo que mi rostro de pánico debe dejarlo obvio.

– ¡Tú debes ser Lexy! – Me dice la chica y retrocedo un paso por su vehemencia, casi que ha gritado. 

Ella se ríe, debe ser divertidísimo ver mi rostro en este instante, Austin posiblemente me habría filmado. Austin... Suelto un suspiro y enderezo mis hombros, no debo pensar en eso por ahora, me acerco con más seguridad a la chica y sonrío.

–Y tú debes ser Jessica– Le digo en tono divertido pero menos emocionado, ella sigue sonriéndome, ¡Es muy muy guapa!

–Cambia ese rostro chica, ya te acostumbrarás– Dando unas zancadas llega a una esquina y saca una tarjeta, luego regresa y me la entrega. –Aquí tienes, piso 18, lamento no haber conseguido un piso más alto pero he tenido poco tiempo, tiene una vista impresionante ¡Lo amaras! ¡Ah! El apartamento es el 142J– Sonrío un poco por su forma de hablar, me cae bien al instante. –Mañana hablaremos de papeles y demás, instálate y dime si quieres que te mande algo para comer, aquí tienes mi numero– Acepto el papel que me ofrece y veo que es su número de móvil, pensé que me daría el de recepción o algo así. –¿Siempre eres así de divertida? – Subo mi vista y la veo apoyada en la madera de su escritorio, con los brazos cruzados en su pecho, algo me dice que es bajita, sus ojos azules brillan. No puedo evitar soltar una carcajada, sin dudas podría hacerme amiga de esta chica.

–Lo siento, esta mierda de cambio repentino ocupa todo mi cerebro, la parte sociable la he dejado en otra maleta– La chica suelta una carcajada y me uno, no se ha sorprendido por mi vocabulario y eso solo me confirma que vamos en sintonía. – ¡Gracias Jessica por ayudarme! Me has salvado el culo.

– ¡Ya me lo pagarás! Debes estar cansada, ve y relájate un poco, para pagarme el favor que te he hecho tendrás que soportarme, te ayudaré a afianzarte en esta locura y después no querrás alejarte de mí.

Antes que pueda responderle llega un hombre suuuuper guapo y ella al instante le presta atención con una sonrisa encantadora, no puedo evitar largar una carcajada y ella de reojo me guiña el ojo, ¡Qué bien me cae! Es arrolladora. La saludo con la mano y camino hacia un ascensor, cuando llego al piso 18 me apresuro para ubicar mi puerta.

142J. ¡Aquí! Esta es la puerta de mi casa, de mi casa independiente, entro emocionada y me rio cuando observo en detalle el lugar, ¿Cómo es que no hice esto antes? A mi izquierda hay un sofá increíble color negro decorado con una mesita de café y una alfombra a juego, un televisor grande a su frente y sillones a cada costado, a la derecha una cocina pequeña pero hermosa, los muebles blancos y modernos, dejo a un lado la maleta y me acerco al mármol negro, pasando mis dedos por él, suelto el aire cuando mis ojos empiezan a picar, aquí puedo llorar todo lo que quiera, nadie me verá ni lo sabrá, pero igual quiero evitarlo. Llorar no hará que Austin toque mi puerta y se quede a dormir conmigo o que Nick desaparezca de mi mente o de mi corazón. 

Aquí y AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora