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-Mmm... Siento un placentero dolor en mi pezón pero no quiero abrir mis ojos, necesito descansar más.

Siento como el edredón me abandona y se va desplazando por mi cuerpo desnudo, de un movimiento estoy boca arriba y sonrío perezosa cuando siento su lengua húmeda en mi ombligo, va dejando mi piel húmeda de una cadera a otra, sus manos se apoyan en el interior de mis muslos y los separa de a poco, regalándoles una suave caricia desde mis rodillas hasta la base de mis muslos, justo ahí... cerca de Ahhh.

Abro mis ojos de golpe, pestañeando con la poca luz que entra por la ventana, debe estar amaneciendo, mi clítoris recibe un calor intenso e húmedo, su lengua. Me apoyo en mis codos y largo una carcajada que no llego a ocultar con mi mano, ya es demasiado tarde para cubrirla.

No lo puedo ver, solo veo un pseudo fantasma, esta debajo del edredón, solo veo el bulto redondo de su cabeza a la altura de mis piernas abiertas que también están debajo del edredón, todo mi cuerpo desde la cintura hacia abajo.

Su dedo roza mi hendidura y gimoteo, quiero ver su rostro, estiro mi brazo y prendo el pequeño velador que me da un poco mas de luz, sus labios ahora están mordiendo el interior de mi muslo y ese acto hace que me estremezca y mi sexo se contraiga.

-¿Cómo puedes ver así? Le digo en un ronroneo susurrado.

Me estremezco más y mis caderas se disparan hacia arriba cuando suelta aire caliente para hablar en un tono intimo y ronco.

-No me hace falta ver, solo cerrando mis ojos recreo la imagen de tus piernas abiertas y tu hermoso... se queda callado, no sabe como llamarlo para que no quede ni sutil, ni pervertido. De todas las formas extrañas que existen para decir vagina, nunca imagine que diría. –Volcancito adorable. Empiezo a reírme de una forma que tengo que morder mi almohada para reprimirme y no descubrirnos despertando a toda la casa. ¡Este hombre es increíble!

No puedo más y me siento en la cama, levanto el edredón y la vista que tengo me desarma. Esta a unos centímetros de mi vagina, apoyando su mentón en el colchón, con sus cejas levantadas por el esfuerzo de mirar hacia arriba, hacia mi rostro... Tiene en su rostro una sonrisa de dientes blancos y perfectos, esta feliz... ohh.

-Amo tu risa. Sonrío contagiándome de su expresión y después me muerdo el labio. –Y definitivamente, amo mi vista desde aquí. No me da ni una pizca de pena mi posición, estoy completamente cómoda así con el, aquí en esta cama.

Aunque todo seria mil veces mejor si pudiera reír sin problemas y gemir sin reprimirme, estar los dos solos en un lugar, poder pasearnos desnudos y tener sexo donde la necesidad nos gane. Esa es mi nueva fantasía.

Acaricio su cabello y el besa mis nudillos.

-Tócate, estas toda húmeda, aun dormida lo estabas. ¿Es por mi? Sonríe y pasa su lengua por sus labios. Mmmm.

-Es por ti, tengo sueños húmedos contigo a diario. Toco mi sexo como el me dijo y jadeo, ¡Por favor! Ahora si me da un poco de pudor. Separo mis pliegues observando su expresión mientras abro aun más mis piernas.

Su rostro se vuelve serio y concentrado, con su dedo índice hace presión en mi clítoris y una descarga me hace gemir, su dedo baja y se unta en mi centro rozando y moviendo mis fluidos despacio, no creo soportar mucho tiempo esta tortura.

Mi sexo se contrae desesperado y puedo asegurar que el lo puede ver, me esta investigando a como de lugar y yo solo puedo gemir mientras lo observo atontada. Mete su dedo en mi interior lo más profundo que puede y grito. Cuando lo saca lo observa y vuelve a desaparecer pero ahora en su boca... Mi boca se abre, estoy aturdida. ¿Esto hacen todas las parejas... normales? No parece para nada normal. Se saborea con un gemido y entreabre sus labios húmedos, su fuerte respiración me roza y me produce mil cosquillas.

Aquí y AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora