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Mi familia se fue ese domingo y aunque me quejé por la falta de privacidad, debo admitir que cuando mi madre y Chelsea se pusieron a llorar antes de irse, tuve que tragar saliva un par de veces para contenerme y evitar sumarme a su escándalo de magdalena. Cuando los acompañamos hasta el aeropuerto Sophie me abrazó antes de despedirnos y eso me puso contenta, costará pero confió que me perdonará.

Seguí con mi mirada los pasos de mi familia hasta que desaparecieron en el pasillo de vuelos y suspiré.

–Al fin solos.

Austin atrajo mi cuerpo al suyo y me abrazó, usó su mano para acariciar mi cabello con mimo, inhalé hondo absorbiéndome de su pecho.

–Si tienes ganas de llorar puedes hacerlo ahora, mi amor. No tienes que contenerte.

Su comentario me hizo sonreír y mi nariz comenzó a picar cuando sentí mis ojos humedecerse, creo que más bien tengo ganas de llorar por lo mucho que Austin me conoce, que porque mi familia se ha ido. Suelto un sollozo contenido y Austin suspirando me aprieta más contra su camisa.

–No quiero volver a trabajar...– Le digo en un susurro, me sorprende que me haya escuchado.

–Todo seguirá igual princesa, nos costará volver a la rutina pero nos haremos tiempo para nosotros. – aprieto mis puños en su espalda. –Te prometo que aprovecharemos la mayor cantidad de tiempo libre que dispongamos. Dame un beso.

Levanto mi rostro del escondite y con los ojos húmedos lo observo, mi hombre, que hermoso es. Me pongo de puntillas y él baja su rostro para besarme, sus labios son salados y deliciosos, su lengua es atrevida y demencial. Me separa apoyando ambas manos en mis hombros y yo me quedo allí, con el rostro hacia arriba y mis labios húmedos entreabiertos. ¿Desde cuándo necesito sus labios para oxigenarme?

–Eres tan dulce, mi princesa.

Después de debatir veinte minutos mientras el taxista escuchaba toda nuestra conversación, decidimos que sería bueno comer en casa los dos solos. Mañana debo estar en Dolce&Gabbana a las 7 am y Austin a la misma hora se reincorpora a su trabajo. Nos bajamos a dos cuadras del hotel y fuimos a comprar algunas cosas para llenar el refri, además Austin quería hacer una tarta de queso (light) y espárragos, me prometió que me gustaría y terminé por confiar en él. Cuando llegamos a casa, rechazamos la invitación de Luke a cenar y mientras Austin amasaba yo me babeaba lo suficiente como para llenar la tina, comencé a organizar en la mesita del living un tipo de cena romántica, puse mantel rojo, dos platos a juego, servilletas negras, velas, tiré algunos cojines alrededor para que nos sentemos en el suelo, bien cómodos. Puse un CD de Soul –Barry White– para ser más específica, se escuchaba como un susurro. Apagué el interruptor de luz para ver cómo se veía todo pero me parecía que faltaba iluminación, así que agregue más velas aromáticas. Metida en la atmosfera que había creado caminé meneando mis caderas hasta la habitación, me saqué el monito que traía puesto y después de darme una ducha rápida sin mojar mi cabello, me unté en mi crema humectante y después me metí en un babydoll blanco/transparente escote halter y con puntillas que caía suelto justo rozando mi trasero. Me subí un tanga abierto de encaje blanco, se transparenta de maravilla debajo del camisón. Decidí desmaquillarme y me puse perfume, descalza y sonriendo con morbo caminé despreocupada por el pasillo y me dejé ver en la cocina, pude sentir sin verlo como su boca se abría, me puse de puntillas y saqué un vino blanco del estante, casi jadeo cuando siento su mano apoyarse en mi hombro, me saca el vino de las manos y lo vuelve a dejar donde va, aparece ante mi campo de visión concentrado en buscar un vino en especial, cuando lo encuentra, me lo tiende con delicadeza.

–El vino tinto es afrodisiaco... para las mujeres...

Moriré. Quisiera decirle que lo único afrodisiaco aquí es su voz, pero me contengo y asiento. Lo dejo a un lado en la encimera y pego mis ojos en las copas, sin observar a mí alrededor me concentro en sacar dos, en buscar hielo y en llevar todo hasta el living. A lo lejos escucho que pronuncia mi nombre, ¡Uf! Me acerco despacio desenredando mi cabello con mis dedos.

Aquí y AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora