Te pido que seas perfecto.
Sí, te quiero perfecto.
Perfecto en manías y vicios, en ilusiones, fantasías y realidades utópicas.
Perfecto en la mancha de tiza en tu cuello y en tus pies que parecen no entenderse cuando intentas bailar.
En las cervezas de más, en tus cejas fruncidas.
Perfecto en tus ojos cansados, brillantes, perdidos y oscuros.
Perfecto en los te quieros que no temes decir y en los que aceptas que me aterran expresar.
Perfecto en las peleas, besos, risas, café, confesiones y sexo.
Perfecto en ser tú.
Porque no te estoy pidiendo un príncipe azul, te pido que seas perfecto como la definición más concreta de mi vocabulario, te pido que seas tú.
Tú cuando llegas tarde y desespero.
Tú cuando hablamos de amores viejos y no me dejas pagar la cuenta.
Tú cuando no te queda más que dejarme invitar: la cena, la Luna, las miradas y un beso.
Tú con todo lo que eres, tengas y quieras.
Tú completo.
Tú a medias.
Tú siempre.
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Donde los Escritores van.
Romance¿Para quién escribimos los que no sabemos a dónde ir? ¿Nos leen? ¿Qué pasa sí nunca lo hacen? A veces hay que tener miedo. Pero, ¿a quién le escribo si no es a mí? Foto por Ana Gabriela Zárate Rábago. Instagram: @anagabriela_zr