Se quedó con ganas de desnudarle la mente y la inspiración. Quería escribir en su cuerpo y hacerlo gritar párrafos de amor.
Ella, al contrario, se encerró en su mundo de palabras y perfecta ortografía. Todo en su lugar y sin ni una partícula de polvo.
Él quería nublarle la mente, que cometiera faltas[ortográficas] y que se arriesgara a presenciar los errores más graves[de puntuación]
Pero a ella le gustaba andar así: con el corazón roto. Así podía escribirle tristes versos en la madrugada, le habría compuesto canciones en una guitarra que no sabe tocar, cantar melodías con una voz que no puede afinar.
Había pensado en contestar sus llamadas, en decirle que fuera a hacerle perder el sentido[de la moral].
Nunca llamó.
Nunca correspondió un se
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Donde los Escritores van.
Romance¿Para quién escribimos los que no sabemos a dónde ir? ¿Nos leen? ¿Qué pasa sí nunca lo hacen? A veces hay que tener miedo. Pero, ¿a quién le escribo si no es a mí? Foto por Ana Gabriela Zárate Rábago. Instagram: @anagabriela_zr