Aquel.

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Me había besado. No ahora, hace unos meses, quizá sean muchos. Pero lo recuerdo y la piel se me eriza y el corazón palpita a velocidad de conejo.

Me había dicho cosas que le dolían, confesado lo inconfesable.

Me había enseñado tanto y aún tengo la esperanza de volverle a besar. De seducirlo y decirle que lo deseo. Escuchar mis palabras favoritas en sus labios:

Sólo eres tú.

¿Qué sí miente? Le creo, o tal vez no lo hago, pero me gusta. Me gusta que tenga más valor que yo, que le sobren ganas de fumar, que me prefiera aunque tenga cien a sus pies.

Que me haya sido fiel sin necesidad de ser algo.

Que me odie y no me sostenga la mirada. Sus respuestas secas y me haya dejado de sonreír.

Que haya empezado a verme cuando no me doy cuenta.

Te prefiero a ti.

Sus palabras.

Oh, sus palabras.

Sus besos.

Oh, sus besos.

Sus ganas.

Oh, quiero que sean sobre mi cuerpo.

El humo de sus cigarros.

Lo deseo enredándose en mis cabellos.

Donde los Escritores van.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora