creer.

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Las personas basamos nuestra existencia en creencias.

Creemos en un Dios, en un ser supremo que nos sacará del hoyo que nosotros mismos hicimos. Creemos en ello porque así nos lo enseñaron, porque lo necesitamos, anhelamos tener alguien a quien darle basura y nos regrese oro.

Cada quien elige su dios, los días en los que pretende celebrarlo y el lugar al que le llevará la ofrenda seleccionada.

Cada quien elige el lugar al que quiere ir después de la muerte, cielo, infierno, alcanzan nirvana o flotan eternamente en aguas claras.

Y tomando esto como referencia, te elijo a ti como el cuerpo de agua en el que quiero flotar hasta el final de los tiempos, tus ojos la suave corriente que me empuje lejos de la orilla.

Decido que mi dios sea la libertad, la independencia y el amor propio, les escribiré una Biblia y la predicaré sin parar, advirtiendo a los creyentes del profanador de las ideas del creador, advertiré sobre la dependencia e ignorancia.

Tomaré tu mano sabiendo que caminamos bajo las mismas estrellas, con objetivos y metas propias, mentalidades distintas convergiendo en el respeto, amor y curiosidad que sentimos el uno por el otro.

Y a pesar de creer en la independencia, me comprometeré contigo sabiendo que tú tienes un corazón tirano, maniático y obseso del control.

Te haré eterno y procuraré recordar a los creyentes de la benevolencia de tus acciones y de tus reprimendas. Porque no somos sin ti, no eres sin nosotros y yo, específicamente, no vivo si no es para ti.

Y es aquí donde las contradicciones llegan, se hacen notar y aplastan a las ideas que dieron base a mi religión. Creo en la independencia y en el libre albedrío pero también me quiero atada a ti, a tus impulsos y deseos porque no hay nada más que me complazca que saberte feliz y pleno. Sucumbo ante la idea de hacerte vibrar, llorar y alcanzar el éxtasis.

Hazme tuya, posee cada fibra de mi cuerpo y toma todo lo que necesites, no necesito nada más que tu respiración en mi espalda y tus manos en mi piel.

Tómame.

Bésame.

Destrúyeme.

Que al fin y al cabo, soy tuya y creo en ti.

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