me asegure de repetirme a diario que no le creía ni media palabra que me decía.
procuré decir en voz alta que no permitiría que causara sentimiento alguno en mí.
corroboré su naturaleza libre y me hice consciente de su deseo de poseer sin ser poseído.
y aún así me vi envuelta, perdida en los caminos que trazaban sus manos por mi piel.
cerré los ojos e inhalé su aroma para darme cuenta que él se marchaba lejos y yo aún me encontraba atada a él.
me convencí de que sus pequeños errores no eran intencionales, no podía asimilar que cada laceración que infringía en mi corazón estaba fríamente calculada.
se alejó por unos días, pero se aseguró de hacerme saber que se encontraba perfectamente sin mí y con otras.
me rompió el corazón para volver sin una disculpa y con besos vacíos.
me acostumbré a su cariño intermitente, a recibir poco y a veces.
me dolía y me llenaba el estómago de mariposas a la vez.
y aún después de todo, no puedo culparlo de mi dolor.
no puedo odiarlo, ni siquiera un poco.
porque él estaba siendo él; honesto, crudo y ardiente.
y yo seguía esperando que él decidiera tomarme sólo a mí.
que cambiara su manera de ver el mundo, que quisiera mostrarme lo equivocada que estoy y se quedara.
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Donde los Escritores van.
Romansa¿Para quién escribimos los que no sabemos a dónde ir? ¿Nos leen? ¿Qué pasa sí nunca lo hacen? A veces hay que tener miedo. Pero, ¿a quién le escribo si no es a mí? Foto por Ana Gabriela Zárate Rábago. Instagram: @anagabriela_zr