[JL]

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Resulta que, a pesar del tiempo, tu nombre es lo único qué me adorna el espejo, el sentimiento a media canción y dos palabras que se me atoran en la garganta.

La bendita frase que empieza con «te» del verbo hacer y tal vez se refiera a hacerte el café, la cama, la noche, la vida y un nudo en el estómago; junto con «quiero», aunque a veces lo cambie por «extraño»; y sí, a veces te quiero y a otras te extraño.

Y, sí no lo entiendes, está implícito el «no es extraño quererte».

Estás.

En el desayuno y en la manzana a medio día,
en las clases de cálculo y en esa otra a la que nunca entro,
en la hora y treinta y seis minutos de ejercicio,
en la lluvia,
en el trueno qué va después del rayo
y en esa canción,
a la que no me canso de darle replay.

[Tal vez me habla de ti o quizá me dice a buen ritmo lo qué siento]

Y está bien.

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Denme amor, besos tronados y de las estrellitas de aquí abajo.
-martestrece

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