Dijo que quería estar sola, para escucharse y respirar. Salió a caminar y pensó, y pensó, y pensó.
Su cabeza explotó. Explotó en miles de lágrimas y recuerdos, en soledad y cicatrices viejas, en sangre.
Se perdió en la oscuridad del bosque que hace unos años desapareció. Lloró lágrimas secas de la primera vez que le rompieron el corazón.
Juntó las manos y oró a un Dios en el que no creía. Le lloró a un amor que ya no sentía. Le rogó cariño a un padre que ya no tenía.
Y se hizo un ovillo, en la mitad del bosque que ya no existió, en la oscuridad llena de luz. Gritó desesperadamente hasta que sus poros emitieron sonidos desgarradores y contaron la historia de sus sollozos y de sus noches en vela.
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Donde los Escritores van.
Romance¿Para quién escribimos los que no sabemos a dónde ir? ¿Nos leen? ¿Qué pasa sí nunca lo hacen? A veces hay que tener miedo. Pero, ¿a quién le escribo si no es a mí? Foto por Ana Gabriela Zárate Rábago. Instagram: @anagabriela_zr