Prólogo

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El mar es mi lugar favorito en el mundo. Me gusta pararme en el lugar donde mis pies sienten como la arena debajo de mí se ablanda con el pasar de las olas y como se van hundiendo. Mirarlas a lo lejos , como rompen en el agua y la espuma que se forma después es algo que podría quedarme horas observando.

Bajé la vista hacia mis pies y me di cuenta de que la arena ya me cubría  los talones. Estaba absorta en las olas, no me había dado cuenta que ya se había hecho tarde y que a mí alrededor estaba casi desierto.

Esa era una de las razones por las cuales había decidido escaparme de casa, de todos mis problemas. Era uno de los pocos lugares donde estaba en paz, donde conseguía no pensar en nada y reencontrarme a mí misma. Eso último lo necesitaba, ya que en el último tiempo me había olvidado quien era, me había perdido en algún lugar del camino y no estaba segura cuando había sido. Y lo peor de todo es que me había dado cuenta lo que pasaba y no me había importado.

Suspiré, cansada de verdad, exhausta incluso de mis pensamientos que amenazaban con desbordarme cada vez que tomaba aire, y me adentré al mar. 

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